𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟗: 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒏 𝒑𝒊𝒆𝒍

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—GRACE. No lo entiendes. —Yo daba vueltas por su salón como una histérica—. Odia a Dafne.

—Literalmente te dije que debías preguntarle si le gustaba Dafne. Te lo dije yo y te lo dijo Piper. Hasta te lo dijo Steve. —Lo señaló. Él, sentado en el sofá, levantó la mirada y asintió levemente.

—Te lo dije.

—Vale, gracias, basta. ¿Qué hago ahora? ¿Se lo digo así, sin más? —Miré a Grace, luego a Steve, que alzó los hombros sin decir nada.

—Tengo una idea. —Entrecerró los ojos, mirándome con una sonrisa ladina.

—¿Qué? No, es que no me gusta cuando te inventas estas cosas. No, Grace.

—Vamos a invitarla a la boda —sentenció ella, caminando hacia la terraza. Yo la seguí, esperando a que siguiese su teoría.

—Ya, cielo, pero es que tu boda dura cinco días y es en un resort de Bora Bora. —Ella hizo una mueca de desconcierto

—¿Y? Es tu acompañante, pagamos nosotros.

—¿Con "nosotros" te refieres a mis padres? —Replicó Steve desde dentro, sacando nuestras carcajadas.

—Sí, bueno, tecnicismos. La invito a la boda como tu acompañante y os pasáis cinco días durmiendo juntas y, no sé, igual salís juntitas de allí. —Alzó un hombro con una sonrisa y ni siquiera pude replicar, porque por la puerta entraba Piper con su bolso colgado del brazo—. ¿Ya has terminado con la decoración de tu nuevo despacho? —Preguntó Grace, sentándose en una de las sillas de la terraza. Yo me senté a su lado y Piper lo hizo en la tercera silla, mientras Steve leía en silencio en el salón.

—Sí. Por cierto, tú. —Me señaló con sus uñas afiladas. No eran como las mías, de una forma cuadrada con los bordes redondeados, las suyas acababan en una punta afilada teñidas de rojo—. Recoge las cosas de la oficina mugrienta esa que te vienes conmigo.

—Tengo que ir, sí. Además, creo que debería recogerle también las cosas a Noah. —Hice un puchero, agarrando el paquete de tabaco que Grace había sacado para encenderse uno y me encendí uno.

—¿Y eso? ¿La han contratado en otro sitio? —Le dio una calada al cigarro.

—No, casi mata a Dafne. —La miré, mordiéndome el labio inferior—. Por suerte la aparté antes de tiempo, se ha ahorrado un juicio con la desquiciada de mi hermana, por eso sé que la detesta.

—Cualquier persona con cerebro la detestaría —replicó Piper, sacando su clásica caja de cerillas para encenderse el cigarro—. Por cierto, estuve cenando con ella ayer.

—¿Qué? ¿Dónde? ¿Por qué? —Pregunté de golpe.

—La llevé al Nobu. ¿Sabéis que tienen ostras con caviar dorado? Es mi nuevo sitio favorito. —Afirmó, recostándose en la silla con una sonrisa—. Supongo que me miras así porque querrás saber qué le dije y qué me dijo. Solo hablé yo.

—¿Qué le dijiste? Dios, la has traumatizado. —Me pasé las manos por las mejillas, negando.

—Solo hablé de ti, y ella escuchó cada una de mis palabras en silencio, con unos ojitos tan brillantes y una sonrisa de imbécil que incluso me cayó bien.

—¿Podría ser posible...?

—No. —Me cortó Piper, sacudiendo la cabeza—. No voy a contratar a tu novia.

*

Mis caderas se retorcían de dolor.

Noah comía helado en mitad de mi cocina con el bol blanco en la mano y la cuchara en la otra. Había pasado tanto tiempo que volver a verla con ropa que no fuese un traje se me antojaba extraño, pero allí estaba, con unos pantalones de pijama grises y una camiseta de tirantes blanca que dejaba ver sus hombros.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora