Capítulo I

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Imbolc empezó aquel febrero con un gran sol ascendiendo hacia lo alto. La primavera daba su bienvenida en el sur de Asia, donde los bosques frondosos esperaban fecundar los productos que las aldeas del sector recolectaría para el siguiente sabbat.

ChanYeol estaba particularmente emocionado por la ocasión, pues para ese equinoccio de primavera haría suyo todo un reino recubierto de gloria y bendiciones, un territorio inundado por pelajes suaves, melenas tupidas y gruñidos desde las entrañas. Leo era la tierra de las cabelleras doradas y Park ChanYeol sería su próximo líder, puesto heredado gracias a su padre, un alfa fornido y de un hermoso pelaje rubio que estaba cubierto de cicatrices por anteriores batallas que lo tapizaron en rasguños que no solo marcaron su piel, sino que también le hicieron perder uno de sus ojos y le dividieron la lengua gracias a una aterradora hazaña.

Así como su padre, habían cientos de hombres en Leo que sufrieron heridas por batallas acontecidas por los pobladores de Tigra, una comunidad sanguinaria cubierta de tigres execrables que solo buscaban el poderío por sobre todas las manadas de la región, aún cuando eso significase acabar por completo con los contrincantes. Las heridas de los pueblerinos de Leo eran productos de esas innumerables batallas en busca de conquistar territorios o manejar la administración sobre manadas pequeñas.

Ciertamente, nadie sabía por qué estas dos grandes manadas se declararon la guerra desde hace décadas, pero a ChanYeol tampoco le interesó hasta que, de repente, su padre dijo públicamente ante todo Leo que su hijo no solo tomaría el poder sobre la manada de leones, sino que también establecería tregua con Tigra, comunidad con una agilidad militar increíble; a pesar de no ser buenos atacando, eran sumamente sigilosos y ágiles. Además, eran muy buenos cuidando su territorio y manteniendo en regla todo lo que necesitaban para subsistir. Leo necesitaba un poco de aquello, especialmente considerando que un alfa tan joven tomaría el mando. No obstante, ChanYeol nunca imaginó que el Consejo escogería establecer una alianza con la tierra que era su enemiga desde hace décadas.

—Vuestro líder ha tomado una decisión —anunció su padre desde lo alto de la pirámide de piedra donde residía el alfa líder y su familia—. Mi ChanYeol ha dejado de ser un cachorro y pronto se convertirá en el alfa líder de todos ustedes. Mostrarán respeto ante él, quien promete siempre ser fiel a su manada.

Sin proponérselo se mordió el labio inferior y tamborileó con el pie sobre el suelo de piedra. Llevaba sentado cerca de una hora en el sitial a un costado del trono de su padre, a quien escuchó con poca atención. El hombre expuso su discurso como todos los lunes después del amanecer. En esa ocasión se dio el primer aviso oficial de que sería el nuevo líder y, a pesar de que no era secreto que como primogénito tomaría el poder, de igual forma la noticia de traspaso de mando debía comunicarse de forma oficial y él sabía perfectamente bien lo preponderante que era. Sin embargo, su cabeza solo daba vueltas en situaciones supuestas, circunstancias catastróficas donde los pobladores de Leo decidiesen revolucionarse y desacatar la decisión de su líder.

—Nuestro futuro alfa demostrará la gratitud y confianza a través de un tratado con nuestro pueblo vecino.

A partir de ahí los cambiantes empezaron a cuchichear y el mismo ChanYeol se entumeció al escuchar que su padre pidió silencio antes de finalizar diciendo que él, su único hijo y futuro líder de Leo, se uniría en santo matrimonio con el segundo hijo del líder de Tigra en pro de la fecundación de una tierra próspera y una alianza leal que beneficiaría a ambos pueblos.

ChanYeol no fue avisado con antelación sobre el pacto y a su padre tampoco pareció importarle, este más bien se concentró en hablar y pavonearse entre los integrantes de la manada para dejar en claro lo contento que estaba con su decisión. Sin embargo, él no pudo olvidarse del tema con sencillez y por ello se dirigió con el Consejo, leones maduros que solo bostezaron ante él y le dijeron entre copas de vino oneroso que el tratado ya estaba dictaminado.

Entre melenas y garras • || ChanBaek ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora