Capítulo II

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ChanYeol se levantó lo suficientemente temprano y aun así los sonidos del exterior le turbaron el despertar. Tigra estaba de fiesta por los juegos llevados a cabo para pedir la mano del hijo omega del líder, por lo que la gente del lugar se volvió ruidosa incluso antes de que comenzase el amanecer.

Al salir al exterior se encontró con las chozas adornadas con muchas flores y telas de colores. Las calles parecían estar más repletas de personas de lo que recordaba que estuvieron los dos últimos días y después de saludar respetuosamente a su padre por la mañana, este le comentó que a la ciudad llegaron extranjeros, tanto tigres como leones, para ver cómo él avasallaba contra sus contrincantes. Estuvo claro que la premisa fue más bien una advertencia, una solicitud implícita donde se le exigía ganar, porque detrás de sí había un título lo suficientemente pomposo como lo era el ser líder de Leo.

Su madre no se quedó atrás. Lo vistió con un ropaje ligero de tonos amarillentos con el que solía entrenar y le dio un desayuno rico en proteínas para que su cuerpo se activase ante lo que le tocaba vivir ese día. Posterior al alba comenzarían los juegos y el primero de ellos sería sobre rapidez. Debían atravesar Tigra en el menor tiempo posible y quien llegase primero a la meta se le entregaría una semilla de níspero, árbol que aludía a la fertilidad, claramente refiriéndose al joven omega que se vistió de anaranjado en esa ocasión para completar la simbolización de la actividad.

—Los límites del terreno los establecerán los tigres betas, quienes bordearán el sitio en sus canoas.

El corazón de ChanYeol se detuvo y solo entonces levantó la mirada del inicio de su ropaje, prenda de la que se estaba desprendiendo para convertirse. Al azar la vista se encontró directamente con la tarima de madera donde se situaba el alfa. Allí se hallaba el señor Byun a la par de su esposa y, a su izquierda, estaba BaekHyun y sus otros cuatro hermanos. Por otra parte, la pareja de leones se encontraban a la derecha del líder, teniendo a su padre oliendo a ansias y a su madre a desasosiego.

—¡Conviértanse!

Miró a su alrededor, encontrándose con los tigres ya sobre sus cuatro patas y olisqueando el aire; se sorprendió incluso al ver un par de tigres albinos. No obstante, su concentración rápidamente se fue hasta su ropa, de la cual se deshizo con apremio. Al verse desnudo oyó un coro de quejidos ahogados sonando desde la multitud y asumió que la razón de aquello no fue por lo que le gustaría, ya que sabía que al desnudarse por primera vez la atención iría inmediatamente al centro de su pecho, donde emergía una cicatriz atroz de un arañazo profundo que hirió su cuerpo de niño y que cargaba consigo al verse imposibilitado de olvidar el pasado y de que tuvo cerca de su corazón unas garras de tigres enterradas en su carne, hiriéndolo. Sí, ChanYeol sufrió un ataque cuando no era más que un tierno brote al cual una leona amorosa protegía con su vida. No obstante, en aquella época Leo era inestable y su padre recientemente obtuvo el mando sobre los pobladores de abundante melena, por lo que sus tierras se volvieron un apogeo de luchas sangrientas, mismas que destruyeron la gracia y elocuencia propia de un león alfa como lo era su padre.

En aquellas intransigente época era un peligro salir de noche y ChanYeol no solo hizo eso aquella vez, sino que también sobrepasó los límites del territorio al verse cautivado por una flor, una simple y mundana flor que se volvía típica en Leo con la llegada de la primavera, pero a la cual él le puso atención por primera vez en esa ocasión. Fue esa misma flor anaranjada la que lo llevó a llenarse de sangre producto de unos ojos amarillentos escondidos entre la maleza, los cuales lo acecharon hasta que decidieron saltar sobre él.

Aquel fue el primer encuentro que tuvo con un tigre, un cachorro que no debió ser mayor que él en aquel entonces, pero que definitivamente supo atacar y defenderse mucho mejor, tanto así que lo dejó tirado en el suelo, agonizando ante la atenta mirada de unos ojos dorados y unos colmillos filosos que solo se presentaron como una última amenaza antes de salir de la escena, dejándolo desolado al comienzo del bosque, lejos del pastizal rocoso al que llamaba hogar. Por suerte, su madre sintió por instinto a su pequeño herido y el olor de la sangre al acercarse lo hizo encontrarlo y sobrevivir.

Entre melenas y garras • || ChanBaek ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora