CAP 2

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Serenidad. Esa era una de las mejores cualidades de Hermione Granger. Mantenerse serena y lógica eran unas características que siempre la habían ayudado incluso en tiempos más difíciles. Tiempos de guerra, cuando todos perdían los nervios ante circunstancias caóticas, ella siempre se mantuvo calmada, controlada, Siempre con la mente clara por el bien de los demás. "Alguien debía hacerlo" se decía. O en aquellos momentos confusos donde se requiere una gran capacidad para mantener la lógica y la racionalidad, como cuando en su sexto año creyó haber desarrollado una especie de sentimiento hacia Ron. Sentimiento que poco tiempo después comprendió que no era real. Incluso aquél fatídico día que se vio obligada a oblibiar a sus padres por salvar sus vidas. Nada más quería llorar y abrazarlos mientras ellos le decían que todo saldría bien, que todo se arreglaría, como cuando era pequeña y sus padres constantemente estaban ahí para ella. Pero no. Ella escondía esos sentimientos y emociones en el interior de su mente donde los guardaba y transfiguraba en una sosegada calma abasteciendole lucidez. Y así siguió hasta la noche anterior, cuando se desató el desastre. De pronto, esa serenidad que tantos años había conseguido regir en su interior, se esfumó como una hoja caída de un árbol siendo azotada por el viento.

Desaparecer. Ese era su único deseo desde que llegó ha su habitación con las lágrimas inundando sus ojos, haciéndola tropezar en su camino después de semejante humillación en las mazmorras. En el momento que puso un pie en su habitación privada, dejó de contenerse y el llanto se desencadenó durante largas horas de la noche hasta que porfín no pudo más y cayó profundamente dormida con el rostro de Severus Snape persiguiendola en su sueño.

Su rostro. Esa maldita expresión tan dura y despectiva en el rostro de su profesor terminó por destrozarla por completo.

Por su puesto ese día faltó a sus clases, y al resto que venían detrás por si se lo cruzaba en alguna parte del castillo. Ni si quiera bajó a desayunar, incluso sabiendo que él nunca asistía a los desayunos. Su estómago estaba cerrado por completo incapaz de ingenierir un solo sorbo de Té.

Sabía que estaba siendo dramática. Nunca le había gustado el comportamiento dramático de la gente en temas que ella consideraba tonterías de adolescentes hormonales. Sufrir por amor. Siempre pensó que si sufres por alguien debes apartarlo de tu mente. Pero esta vez ella misma estaba probando el dolor del rechazo y tragandose sus propias palabras. Se sentía tan frágil, tan cansada de esconder ese secreto que durante tantos años había ocultado, que cuando todo se vino abajo creyó que se rompería ahí mismo. Y ahora, tumbada de espaldas a la cama, observando algún punto del techo de su habitación, no pudo evitar preguntarse "¿Sería capaz de volver a sus clases? ¿Sería siquiera capaz de volver a mirarlo? " Esperaba poder soportarlo.

Unos toques en la puerta la hicieron salir de sus pensamientos. No sabía la hora que era. Pero a juzgar del cielo ligeramente oscurecido imaginó que sería tarde. La pena volvió a invadirla. Había malgastado un día en sus lamentos amorosos de colegiala estúpida. Otros dos toques volvieron a sonar.

-¿Hermione?- Era la voz de Ginny...

"¡¡Oh por Diós, Ginny!!" La había dejado sola con Snape en el aula anoche. Conociendo a su amiga la pelirroja, debía estar echando humo por las orejas, se sorprendió de que no la hubiera buscado antes para rematarla de una vez. Se levantó de la cama en un salto y se apresuró a abrir la puerta rezando que su amiga no se le lanzara encima. No obstante, tras aquella puerta vio la mirada de preocupación y lástima por ella. Y en cuanto la chica en el umbral de la puerta paró a observar más detenidamente el estado de su amiga, sus ojos se abrieron como platos mientras se llevaba una mano cubriendo su boca y soltando una exalación de horror.

-Por Merlín Hermione, ¡te ves Horrible!- La mencionada dió media vuelta y caminó hasta que sus piernas chocaron contra la cama dejándose caer boca abajo en ella. -Casi peor que sirius cuando escapó de Azkabán. Al menos él no parecía como si le acabaran de lanzar una imperdonable. -Volvió de recalcar la pelirroja cerrando la puerta trás ella. Sin embargo, no se equivocaba. Su Tez, siempre con unos tonos rosados, estaba pálida, cogiendo un tono casi enfermizo. Sus ojos, rojos por el llanto y con unas oscuras ojeras bajo de ellos. Y su cabello, de normal medianamente decente, era un completo desastre.

Descubierta (Sevmione) CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora