I N T R O D U C C I O N

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Se oía una campana resonar por toda aquella academia tan grande pero tan pequeña a la vez

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Se oía una campana resonar por toda aquella academia tan grande pero tan pequeña a la vez. Una rubia sonriente sacudía de un lado a otro la pequeña campana llamando la atención de los integrantes de esa academia.

Bajó cada Niño detrás de otro en silencio, parecían robots o mismos militares cada uno sin expresión alguna, bajaron en silencio y se acercaron a sus puestos, detrás de sus sillas.

Un hombre mayor de edad entró sosteniendo su libro y se paró frente a su silla

—— Procedan a sentarse —Cada uno obedeció y se sentaron a la vez sin mover sus labios, la rubia que al principio fue mencionada comenzó a acomodar los cubiertos cerca de los platos con una linda sonrisa hacia los niños quienes no tenían alguna expresión en su rostro—

El número uno comía de manera adecuada y en silencio con mucho respeto hacia su padre y hermanos. El número dos leía mientras que comía, amaba leer y era lo único que lo sacaba de ese mundo tan aburrido para el, eso y una chica que le gustaba pero que aún no aceptaba tal cosa ya que le parecía algo estúpido, leía silencio un libro de asesinatos y llevaba el tenedor a su boca.

Número tres no se veía alegre tampoco, está se acomodó sus oscuras gafas y comía en silencio. Número cuatro miraba a una chica, no con ojos de enamorado, era su mejor amiga quien observaba la numero seis quien le pateo algunas veces solo para molestarlo. La numero cinco sonrió al ver a sus hermanos con sus juegos de niños y comía en silencio.

El número siete flotaba observando tal escena tan aburrida para el y por último la numero ocho se encontraba comiendo para nada concentrada, observaba a un chico coreano de su edad, jugaba con los cubiertos algunas veces mientras que lo observaba con una sonrisa enamorada. Esta cambió su expresión a concentración por su comida cuando sintió la mirada de la numero cinco con una mirada pícara.

De todos modos ella sabía que tenía que apresurarse. Una vez que Reginald dijese que se acababa el tiempo, se acababa el tiempo de comer. No quería ser la última comiendo y sentir esas miradas sobre ella.

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Mi amor de la infancia - BEN SPARROW  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora