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CAPÍTULO CINCO: SIGUE AL CONEJO BLANCO
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Camino al baño, y antes de entrar se chocó con una chica rubia. La miró de arriba a abajo, sin saber quién era pero sonrió cuando terminó de mirarla. Suponía que era la chica nueva, poco de lo que hablo con una sonrisa amistosa.
–Fíjate por dónde vas, gata. –fue lo primero que dijo la rubia mirándola mal.
–¿Valeria? –pregunto esperando una afirmación, la otra rubia la miró con desconfianza.
–¿Vos quien sos y como sabes mi nombre? –la miro con total desconfianza.
–Soy Amelia, vivo acá, somos compañeritas. –dijo y quiso reír por la bobada que había dicho. Había sonado muy gracioso lo que había dicho, se ve que la otra rubia, Valeria, pensó lo mismo ya que estaba aguantando la risa.
–¡Si, vamos a ser compañeras! –Valeria afirmó con la voz ultra aguda y Lía no soporto más y soltó la primera risa, acompañada de Valeria.
–Perdón, fue muy hueco ese comentario. Te juro que no soy así.
Valeria sonrió un poco. Aunque, le pareció sonreír y reír con una chica que acababa de conocer, ya que siempre que reía o sonreía lo hacía con personas de extrema confianza o personas muy conocidas con la cual no tenía ni miedo ni desconfianza.
