32| Buscando respuestas

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El frío comenzaba a desvanecerse en el ambiente, como el hielo en una bebida cuando se encuentra bajo el sol del verano. La brisa, cada vez más cálida, soplaba con mayor fuerza, anunciando que el otoño pronto dejaría paso a la primavera. Las hojas comenzaban a cambiar, pero, al igual que la estación, Demian sentía que su vida también se estaba transformando.

Mientras tanto, sus manos seguían tecleando rápidamente sobre el ordenador, aunque su mente se encontraba lejos de la pantalla. Su escritorio estaba un completo desastre, un reflejo del caos que vivía en esos días. Las dos semanas que habían transcurrido desde la desaparición de Will lo habían dejado agotado, emocionalmente destrozado. Agradecía tener a Eiden a su lado, quien, a pesar de ser abogado, siempre encontraba un as bajo la manga cuando se trataba de casos importantes. Jamás había imaginado que su cuñado poseía ese poder, y a pesar de todo, se sentía profundamente agradecido por su ayuda.

Habían iniciado una búsqueda dirigida por el rubio. Después de hablar con la recepcionista del hospital, Demian le había contado cada detalle de lo sucedido, y juntos, con Eiden, habían revisado los audios. Ambos estaban convencidos de que Will corría peligro. Después de ese encuentro, se reunieron para discutir cada pista nueva que surgía. Incluso la hermana de Demian estaba involucrada. Nunca antes se habían unido de esa manera. Aunque la situación era difícil, resultaba alentador saber que podía contar con ellos.

Demian apartó las manos del teclado y se levantó de su asiento, buscando un respiro. Se dirigió a la cocina con pasos pesados y, aunque no era amante del café, se preparó una taza. La cafeína se había convertido en una especie de droga para él en estos últimos días. Miró la taza, observando el líquido oscuro y caliente mientras un pesado suspiro escapaba de sus labios. Sus párpados se frotaron con rudeza, como si pudiera deshacerse así del cansancio que lo aquejaba. No estaba durmiendo bien, sus pensamientos no le daban tregua. Pensaba en Will, en el miedo de no encontrarlo, en el temor de haberle fallado. Recordaba la promesa que le había hecho: protegerlo. Y ahora, no sabía ni siquiera dónde se encontraba. Le había prometido estar allí en los momentos difíciles, y no podía evitar sentirse impotente.

—Tal vez si nuestra historia hubiese sido diferente, si solo hubiésemos terminado aquella noche sabiendo que nada malo te podría ocurrir... Si tú eras feliz con alguien más, yo te habría dejado ir sin pensarlo, porque sabría que estarías bien— habló en voz alta, como si Will pudiera escucharlo desde algún lugar cercano.

El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Con rapidez, caminó hacia su escritorio y contestó la llamada con el mismo ritmo apurado.

—¿Tienes noticias? —preguntó, su piel erizada por los nervios.

—Aún no. El oficial dice que han buscado por toda la ciudad, y hay dos posibilidades sobre su paradero —la voz al otro lado de la línea era grave y calmada, pero Demian podía sentir la tensión de la situación. —La primera opción es que haya viajado al extranjero, y la segunda es que simplemente se haya alejado de la ciudad.

—Pueden ir a revisar el historial de viajes en los aeropuertos de la ciudad. Solo así podremos confirmar la primera opción, ¿no? —preguntó con seguridad, mientras Eiden asentía desde el otro lado.

—En eso estamos. Debes ser paciente, Demian —la voz de Eiden se suavizó ligeramente, aunque la presión de las palabras era evidente. —Lo vamos a encontrar.

—Eso haremos. ¿Cuál es el estado actual de la señora Martha? —preguntó Demian, intentando calmarse.

—Ha mejorado. La mantenemos vigilada las 24 horas. ¿Estás seguro de no encarcelar a la recepcionista? Cometió un grave delito, ambos lo sabemos.

—Lo sé, pero aún puede servirnos mientras esté en el hospital. Mantenerla vigilada es lo mejor. No dará un paso en falso mientras la tengamos contra la espada y la pared. En este caso, la espada es el trato que tiene conmigo y el dinero; la pared es su libertad y sus acciones. Si nos traiciona, sabe bien lo que le espera —respondió Demian, con una calma tensa que solo él comprendía.

𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora