De vuelta a la oscuridad

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Correr

Fue lo que ella hizo luego de escuchar aquel disparo.

Y cuando por fin sus piernas llegaron al sitio, su corazón se estrujó.

El lugar aparentemente estaba vació, solamente había una persona tirada en el suelo.

Ella no pudo evitar acercarse y al ver la palidez en su rostro y la cantidad de sangre que manchaba su ropa le devolvió esa sensación de pánico y miedo que una vez sintió con esa intensidad. Puso ambas manos en el estómago del hombre para presionar la herida.

—¿Santiago?

Él se lamió los labios y sonrió.

—Has hecho un buen trabajo Elisa—dijo refiriéndose a aquella caja misteriosa que ella portaba entre sus manos.

—Tenemos que salir de aquí-su pecho se apretó mirando a todos lados—El auto... dejé el auto a dos cuadras de aquí, sólo debo buscarlo—Quitó las manos de la herida de Santiago-Iré, te voy a sacar de aquí.

—Elisa—Santiago estiró su mano, ella se acercó hasta tomarla mientras se arrodillaba frente a él—todo está bien.

—No, no está bien—sacudió su cabeza.

Él acarició su mejilla.

—Ya no hay tiempo—su voz era tan suave, tan gentil—debes salir de aquí.

—No—dijo, sus labios temblaban mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas—no hables como si ya no estarás conmigo.

—Mi amor, la muerte no me asusta, estoy listo así que está bien.

—No...no es justo-susurró—No puedo perder a nadie más, no podría soportarlo.

Su mente estaba llena de recuerdos, desde el aquel instante donde lo conoció, cuando ella lo había perdido todo y él se ofreció a ayudarla. Santiago era alguien especial, alguien que no merecía morir así. Recordó su sonrisa amable, sus sabias palabras cuando tenía días difíciles, sus abrazos de consuelo, su música inspiradora... su amor incondicional.

—Si puedes—sus ojos emanaban tanta paz-Eres más fuerte de lo que crees.

Pequeñas gotas de agua comenzaron a caer a su alrededor, el frío comenzó a expandirse por todo el lugar, era la visión de un infierno congelado.

Santiago levantó su mano dejando que las gotas de lluvia cayeran sobre su palma, una sonrisa melancólica curvó sus labios.

—Ese día también llovía—comenzó—El día que te conocí-él cerró su mano—Desde la primera vez que te vi sentí algo muy especial por ti, algo que sabía que jamás iba a terminar porque los sentimientos no mueren... Supongo que la lluvia siempre supo cual sería mi final.

—Este no tiene que ser tu final, todo esto es mi culpa.

Él se gira para verla a los ojos.

—Nada es tu culpa mi vida—le aclara—Te dije que te protegería y si tenía que dar mi vida por ti, lo haría sin pensarlo.

El rostro de Elisa se contrajo en tristeza y sus ojos se enrojecieron.

—Tú has sido tan bueno conmigo, me has apoyado en todas mis locuras...has pasado por tanto-respiró profundo para poder hablar, no mereces esto.

—Elisa-lágrimas silenciosas rodaron por sus mejillas—Necesito que entiendas que no hay nada que pudieras haber hecho para evitar esto.

—Santiago—un nudo se hizo presente en su garganta—Te amo—confesó finalmente.

Santiago sonrió pero no dijo nada, ella sabía de los sentimientos del hombre hacia ella, sabía que era un amor más que correspondido, un amor incondicional que, como ya le era costumbre, ese amor al igual que el anterior, terminaría en tragedia.

Los ojos de Santiago estaban cerrados y Elisa observó con dolor como la mano que él tenía sobre su herida caía a un lado inerte y algo en ella se quebró.

—No, no, no—murmuró al verlo así, perderlo sin poder hacer nada la estaba matando a ella también.

Ella se puso de pie, su pecho subía y bajaba, aire frío colaba sus pulmones, con cada inhalada le apretaba el pecho porque estaba perdiendo a alguien más, otra noche oscura con lluvia a su alrededor. Ella no podía respirar.

Su accidente vino a su mente, aquel auto estrellado en medio de la nada, aquella explosión que le cambió la vida para siempre. El rostro sin vida de Don Victoriano, la sangre brotando de su cuerpo, el dolor de haber perdido a Octavio, la añoranza durante veinte largos años de haber estado alejada de sus hijos y su actual desprecio hacia ella porque creían que era una asesina.

El cuerpo inmóvil de Santiago seguía ahí, la mancha sangrienta en su estómago, su rostro lucía lleno de paz pero sin rastro de vida y por un segundo su rostro se intercambiaba con el de Victoriano y le dio la espalda cerrando sus ojos.

<<Siempre serás como una hija para mi, te quiero mucho Elisa>>

La voz de Don Victoriano llenó sus oídos y se los tapó sacudiendo su cabeza pues ver a Santiago allí tirado le recordaba tanto la vez que aquel buen hombre fue asesinado, era la segunda vez que ella estaba frente a un cadáver de un ser querido.Trató de controlar su respiración sin éxito alguno. Gritó y cayó sobre el suelo ahogada en llanto.

Un brazo la envolvió desde atrás presionándola contra un pecho cálido.

—Finalmente estás en mis brazos Elisa-esa voz sonaba tan lejana.

—No...no—negó ella entre respiraciones aceleradas.

La voz de Santiago se hizo presente en su mente.

<<Cuando sientas miedo, cuando sientas que ya no puedes más sólo cierra tus ojos y piensa en algo que te haga feliz>>

—Mis hijos—susurró casi sin fuerzas, con todo miedo cerró sus ojos, un disparo resonó en aquel lugar y todo volvió a ser oscuridad.

***
Holis, bueno quería contarles que para poder entender la historia deben ver la telenovela: "Corazón Guerrero" aunque muchas cosas serán cambiadas y narradas a mi manera como es el caso de este primer capítulo, lo que quiero que sepan es que todo lo ocurrido antes de la muerte de Santiago en la novela será tal cual en la historia pero desde el instante que él muere aparecerán escenas inventadas por mi, algunas tal cual la novela... En fin, espero la entiendan y les guste, los amo <3

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora