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Era otro día ordinario ese viernes. Otro día en el que aún no me daban la noticia de si quedaría finalmente para cubrir la vacante de encargado que quedaría libre en el café donde trabajo desde hace casi dos años. Pésimo empleo, pero soy muy paciente con la gente y parezco agradarles a todos los clientes habituales, así que realmente el trabajo no me molesta en sí; el jefe fue el primero en pensar en mí cuando supo que se iría de aquí, así que tampoco nunca tuve problemas con él. Mis compañeros y compañeras... eran otra cosa; tal vez eso era lo que no terminaba de gustarme -además de que era vergonzoso tener un empleo como mesero en una cafetería a mis veintitrés años, ni siquiera podía decir que trabajaba en un restaurante, pero el sueldo era bueno, y más con las propinas, y tenía la comodidad de poder elegir mis horarios a conveniencia desde siempre para poder terminar de una vez mi carrera en la universidad que había tenido que postergar durante casi dos años también por temas personales, dígase el divorcio de mis padres y tener que ocuparme de la depresión a la que había caído mi madre por eso mismo. Si hubiese seguido intentando estudiar, con cosas de la universidad, mi propia relación amorosa de entonces, mi trabajo anterior que era mucho peor que este, y mi madre en mente, no hubiera podido con nada, y no podía permitirme descuidar de la salud de mi madre cuando fue la persona que siempre estuvo para mí.
Mi relación con Minhee era muy buena..., pero fue lo primero que decayó cuando tuve que ocupar casi mi tiempo completo en mi madre; ella nunca entendió que yo la tuviera como prioridad incluso al saber por lo que estaba pasando, y eso fue razón suficiente para mí para cortar por lo sano de una sola vez. Jamás permitiría que alguien me dijera cuánto debía preocuparme por la mujer que me dio la vida, eso no estaba a discusión, y sí me dolió, porque de verdad la quería, pero en ese momento me di cuenta que ahí no era donde debía gastar mi tiempo y emociones. Ahora lo veo más claro que en ese entonces, que fue por eso y por la salud de mi madre que me obligué a dejar de estudiar; no podía con tanto estrés, y tampoco podía permitirme caer yo mismo en depresión, que era lo que sucedería si imaginaba en cómo decaerían estrepitosamente mis notas -que siempre habían sido más que buenas- lidiando con todo aquello en mi mente; es duro dejar a tu primera pareja formal, y más cuando con eso notas qué tan poco puedes conocer a alguien por más de haber pasado tres años con esa persona.
Sí, porque además ella había sido mi primer amor. De verdad que uno se ciega irremediablemente ante esas cosas.
La mañana de ese viernes estaba siendo una más del montón; había poca gente por lo temprano que era y ya había pasado buen rato desde la última vez que entró un cliente cuando la melodía que sonaba cada vez que la puerta se abría volvió a escucharse.
– Jeno, deja esto, yo continúo. -dijo mi encargado, tomando mi lugar frente a la cafetera espresso que estaba preparando cuidadosamente para el próximo café que hubiera que sacar. Sólo éramos él y yo para encargarnos de todo el salón hasta que llegara una de mis compañeras, pero a él no parecía importarle. Admiraba eso de John Suh, nunca había dejado de ser quien es aunque hubo ascendido a encargado hacía más de un año.
Me sacudí las manos con el repasador por si acaso antes de dejarlo a un lado de la cafetera y me giré, sacando del bolsillo de mi delantal negro la libreta para anotar y recorriendo el salón con la mirada rápidamente para ubicar dónde estaba el cliente recién llegado.
Fue cuando lo vi por primera vez.
Desde mi adolescencia supe que me atraían los chicos casi en igual medida que las chicas; no tanto de manera física, más bien sabía que, de enamorarme alguna vez, podría ser de cualquier persona más allá de que fuera de género femenino o masculino, y eso lo descubrí cuando tuve sentimientos diferentes a los de sólo una amistad por un amigo, Park Jisung, a nuestros dieciséis años. Nunca pasó nada entre nosotros más allá de sincerarme con él y decirle lo que sentía, pero desde el principio le dejé en claro que sólo quería que continuara siendo mi amigo, eso era lo realmente importante para mí. Jisung siempre había sido como un niño, igual de inocente que uno y, de hecho, también se parecía a uno por las facciones aniñadas de su rostro, pero se tomó con mucha madurez mi confesión, y aceptó que continuáramos siendo amigos sin que las cosas se tornaran incómodas entre nosotros. Sin entrar en muchos detalles, diré que también él fue el primer chico que besé, pero fue sólo porque ambos teníamos curiosidad sobre si se sentiría diferente a besar a una chica. Hoy en día ya no sé de él más que lo que las redes sociales pueden mostrarme; como es habitual, cada uno tomó un camino diferente cuando salimos del instituto y los años hicieron lo suyo.
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TAINTED. || NoMin [Pausada]
Fanfiction"𝑺𝒊𝒈𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒖𝒄𝒆𝒔 𝒓𝒐𝒋𝒂𝒔." Es todo lo que dice la invitación. ▪︎ Portada hecha por mi mejor lectora ♡ ▪︎