Capítulo IIII

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JAEMIN


  Mis pasos me llevan al café que visité por primera vez la semana pasada. No son ni las ocho de la mañana, el sol todavía no hace completo acto de aparición y eso me incomoda un poco; necesito que deje de ser noche. Aunque es tan temprano, mi celular no deja de vibrar con los mensajes de Lulu, que ya me da los buenos días -hoy le tocan prácticas en el hospital que, con suerte, será el que lo tome como médico apenas se gradúe de su carrera- y a quien no pude ver desde las diez de la noche de ayer. Pero no es el único que me atosiga con mensajes, aunque al menos los suyos sí quiero leerlos y responderlos. Ignoro algunos que contesto sólo esporádicamente -no quiero desaprovechar el rato de desayuno que le otorgan a mi novio para hablar con él-, pero a quien no me conviene ignorar es a mi fotógrafo. Después de todo es el que siempre me consigue trabajos que, aunque no son constantes ya que sólo soy modelo de imagen, ayudan al propósito de juntar el dinero que necesito mensual.


  Suspiro y freno en la puerta de la cafetería sin entrar, abriendo por fin la conversación con mi fotógrafo y contesto brevemente para que al menos no moleste mientras intento desayunar en paz.

YO:

Buen día. [07:33]

Si podemos retrasar la sesión para mañana por la tarde, lo haré. Tengo cosas que hacer hoy, y trabajo. [07:33]


YUTA:

[07:34] "Estudiar"?

YO:

Sí, Yuta. Estudiar. Tengo metas que cumplir. [07:34]

YUTA:

[07:34] Si fueras modelo a tiempo completo, te aseguro que no tendrías que preocuparte de muchas cosas.

YO:

Eso no es un plan en mi vida. [07:34]

 
  ¿Es que no lo entendía? Ya llevaba varias semanas insistiéndome con el tema sobre modelar. El tipo estaba encantado conmigo desde la primera vez que caí en su estudio para vestir algunas prendas de la nueva temporada de una pequeña marca nacional que estaba expandiéndose de a poco. No me interesa modelar. No me interesa siquiera que me fotografíen con ropas bonitas, o accesorios de plata o brillantes, o calzar las botas más caras que ni de chiste compraría alguna vez, aunque me gustaran y se me vieran bien. Eso es sólo un trabajo para mí. Es algo que me da un ingreso para poder mantenerme como lo hago desde los diecinueve años y continuar mi elección: estudiar Medicina.

  En algún momento, recién entrado a la escuela superior, Medicina era mi deseo. Era a lo que quería dedicarme, era esa carrera interminable en la que me esforzaría para obtener notas insuperables para graduarme con honores y poder llegar a ser, con suficiente dedicación, uno de los mejores médicos de todo Seúl y, tal vez, de todo Corea del Sur. Ahora, desde el segundo semestre de la universidad... Medicina sólo es una elección. Casi una necesidad y, si tengo que ser sincero, incluso un capricho. Y lo acepto, porque en realidad es a lo único que puedo aferrarme para continuar con esto. Ya no considero a la Medicina como un deseo, por empezar, porque estoy en camino de conseguirlo, pero además porque ya no existen tales cosas para mí. No sé lo que es desear algo. "Desear" es querer algo con un anhelo inexplicable. Yo no tengo esa intensidad de querer una cosa, por nada. No hay nada que yo añore tanto.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2022 ⏰

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