Hoy me he despertado con dolor de cabeza, no sé que me pasa, supongo que debe ser cómo una de esas historias cuyos detectives o investigadores de casos, tienen que averiguar e intentar encontrar la verdad de los hechos. Me ducho,me pongo la ropa y salgo de casa sin maquillar, no debo estar tan mal.
Ya voy de camino a la estación de tren, estoy nerviosa, temblando, no sé si lo quiero hacer, supongo que lo tendré que hacer. Una de esas niñas era mi sobrina, pero, ¿y si me asesinan a mi? He visto a gente entrar en ese bosque, pero a nadie salir.Tengo miedo.
-Hola- le dije a la mujer sentada en el banco junto a la máquina de refrescos- ¿puedo sentarme?.
La mujer asintió con la cabeza sin dejar soltar un simple "si" de sus labios carnosos.
-Hace un día esplendido, ¿no cree?- le dije amigablemente.
+Bueno- me contestó.
Dejé que ahí terminara la conversación, que tía.Cinco minutos más tarde llegó el tren de las doce, no sabía si subirme, pero me subí.
Yo creo que de alguna manera la conciencia me decía que debía hacerlo, era mi sobrina y tenia que intentarlo, aunque me costase la misma vida.