Ya estoy aquí

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Bajé ese pequeño escalón que tienen la mayoría de los trenes, me tropezé y caí, que vergüenza, toda la gente plantaba sus ojos en mi.

-Dejad de mirarme, supongo que tendréis mejores cosas que hacer que mirar a una pobre chica- dije.

Veía voluntarios para reír pero ninguno para ayudarme.

Detrás mio había un chico de pelo castaño con ojos verdosos decidido a ayudarme.

+Hola, ¿estás bien?- me dijo con una voz afónica- deja que te ayude- estiró la mano para que yo la cogiera.
-Gracias- dije con una media sonrisa.
+No hay de que-dijo él-hay gente muy tonta.
-Y que lo digas- dije yo indignadisima
+Anda, ven a mi casa, te curaré, ese pie no aguantará muchos trotes.

No estaba segura de las intenciones de aquel chico, pero necesitaba que alguien me curase el pie o me atendría a las consecuencias.

Me subí a su coche, era un porche gris, la verdad es que era un chico muy atento, me gustaba.

-¿Dónde vives?- dije un poco asustada.
+Cerca del puerto, no estamos muy lejos, ya llegamos.-dijo
Después de un largo tiempo sin hablar me dijo:
+Te noto un poco tensa.
-Em... Pues la verdad es que si, no te conozco de nada, no pretenderas que este tranquila.
+No te preocupes, soy un chico inofensivo- soltó
No le dije nada más.

Llegamos a su casa, era muy acogedora y olía muy bien.

+Bienvenida- dijo
-Es muy bonita- dije yo.
+¿Quieres que te la enseñe?- dijo agarrándose de mi mano.
-Hombre, preferiría que antes me curases el pie, no crees?
+A si, por supuesto, se me había olvidado por completo-dijo él.

Cuando me quité la bota, parecía que me habian caído quince mil toneladas de hierro.

+No tiene muy buena pinta, tendrás que hacer reposo durante un par de días- me dijo.

No me lo podía creer, solo había traído ropa para una semana, y tenía que investigar sobre el asesinato

Me impulsé hacia arriba y al segundo paso tuve que sentarme, realmente no podía.

-¿Qué hago? No puedo quedarme aquí-le dije
+Bueno, quédate aquí ésta noche y mañana a primera hora te vas.
-¿Puedo irme a dormir ya?
+Claro, la segunda puerta a la derecha- me dijo
-Gracias-le dije- Ah! Por cierto cómo te llamas?
+Alejandro y tu?
-Ana.
+Encantado.
-Igualmente- le dije dirijiendome a la habitación- Hasta mañana.

Buscando la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora