Alan cumplió los pasos prescritos a fin de obtener la autorización. En observancia de la ley.
Meses después nada había logrado. Ningún juez —decían— obligaría a los médicos a vulnerar su legítima objeción de conciencia. Al amparo de la ley.
Él se frustraba cada vez más; llegó incluso a soñar que se convertía en un prófugo ante la ley.
Un día le fue asignado un médico nuevo. No destacaba por su simpatía, pero se mostraba diligente y cabal. Un deslumbrante modelo NX-25 «revolucionario», presumían los entendidos. Plata de ley.
Tres días más tarde le practicó la eutanasia.
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Microrrelatos
Short StoryPues eso, recopilación de pequeñas historias escritas por mí.