Chapter 2

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Toc Toc

Y una vez más salía un tonto de su loca tripulación a sacarle de sus casillas mientras trabajaba, ya era habitual y sin embargo nunca se acostumbraría. Ahora solo se acercaba a la puerta para abrir y darle un sermón a quien sea que quería distraerla.

— Nami-San, soy yo. He traído algo de beber.

Y entonces se detuvo antes de girar el tomo.

¿Qué le acaba de hacer parar? Ok, Sanji no ha venido a molestarla, solo a traer un refresco motivo por el que no tiene porqué enfadarse y montar un escándalo, sin embargo por qué había empezado a sudar? ¿Porque no habría de inmediato?

— ¿Nami-San?

Ella se encontraba apoyada a espaldas de la puerta sin saber qué hacer, cómo podía ser posible que con solo escuchar su voz ya le producía tantos nervios. Por algún motivo no se sentía preparada para verle a la cara, por algún motivo que no conocía.

— P-Perdón Sanji-kun...— ¿Ahora tartamudeaba? — ¿Podrías dejar la bebida ahí? Ahora estoy trabajando y no tengo tiempo. — A pesar de ya estar en la puerta no podía siquiera abrirla.

— Oh... ya veo, aún así me da mucha alegría saber que estás bien Nami-swan — Estaba preocupado, algo que notó con la expresión en su voz, Nami mordió su labio inferior — Sé que eres fuerte pero la verdad he de admitir que se me cayó el mundo cuando pensé que habías salido herida por mi culpa.

— ¿Sabes que no tienes que sentirte así cada vez que me hago daño verdad?

— Lo sé, pero te recuerdo que soy un sirviente anclado por tus tacones, ya es inevitable no pensar así Nami-san.

Su gran amigo mujeriego le estaba dedicando como siempre aquellas bonitas palabras, y Nami ya no podía hacer más de sentirse todavía más confusa y estresada. Se tocó el pecho y sintió un ardor que jamás había tenido, pero sí le habían descrito.

Sin embargo esas bonitas frases...

Todo eso es falso y verdad al mismo tiempo, no era la única por lo que Sanji daría esas palabras y lo recordaba, ¿Entoces por qué se sentía así?

Las piernas no le permitieron seguir de pié y cayó al suelo con una expresión de debilidad en ella, una que nunca habría querido que nadie viera, y mucho menos aquel rubio. Porque era increíble que todas aquellas estupideces se le estuvieran haciendo sentir tan vulnerable, aquellos pensamientos tan estúpidos que le habían surgido totalmente de la nada.

Por otra parte Sanji escuchó el golpe que dió al caer detrás de la puerta.

— ¿¡Nami-san pasó algo!? He escuchado ese golpe muy de cerca. — No obtuvo respuesta — Nami-san, tu voz también se escuchaba muy cerca, casi como si estuvieras apoyada al otro lado de la puerta. — Y ella siguió sin contestar — Entiendo si no quieres ver a nadie ahora, perdón por molestarte.

Nami se maldijo al no notar que tenía que mantener una distancia de la puerta o por lo menos una baja voz si quería dar una excusa tan barata por la que no quería abrir la puerta, era algo que se habría dado cuenta antes sin duda y sin embargo no lo pensó, los problemas ya le hacían actuar incluso como una tonta ¿Y si un despiste similar hubiese pasado en territorio enemigo? Estaría completamente muerta.

Se empezó a cuestionar unas preguntas que nunca se había planteado, unas verdades que nunca le habían importado, y sin embargo ahí estaba con el corazón vacío ¿Que le estaba pasando con aquel cocinero?

Nami al ver que ya no se escuchaba nada hacia el otro lado decidió abrir la puerta. Sin duda alguna la había fastidiado y ni siquiera sabía el cómo, el qué le había pasado.

— Nami-san.

Y entonces su corazón volvió a parar. De la nada todo su mundo brilló solo a una dirección. Y todo lo que estallaba en su mente desapareció.

— Ah, lo siento Nami-San aún no me había ido ¡Pero ahora te dejo trabajar tranquila! No voy a moles-.

Y sin dejar seguir esa frase, aquella chica pelirroja dejó ir todos sus instintos y se lanzó hacia los brazos del tipo, cerrándose en un abrazo donde notoriamente se podía ver por parte del rubio que le costó corresponder por demasiada sorpresa en aquella acción repentina.

La chica de sus sueños de la cual le costaba tener tanto contacto precisamente con él, se encontraba envolviéndolo con un claro afecto.

Algo le tenía que estar pasando, pensó preocupado antes que nada. No veía normal el hecho de que repentinamente ella lo estuviera abrazando con tanta fuerza, con tanta... necesidad. Y al diablo, ese abrazo de Nami se sentía tan bien que fuera lo que fuera lo que pasaba, él no dudaría en corresponderle y consolarla.

— Sanji-kun. — la chica levantó la cara del hombro masculino y lo miró penetrante a los ojos. El llamado aflojó un poco el amarre hacía ella y también la miró. ¿Acaso ya había vuelto en ella y pensaba golpearlo por pasarse? —Sanji-kun relájate.

Y en esas palabras de calma Sanji pudo dejar de estar otra vez tan tenso y volver la mirada en sus ojos, aquellos ojos que parecían tan necesitados, la expresión de unos ojos que juraba nunca haberlos visto en Nami.

— ¿Nami-San, estas bien? Te noto muy diferent-. — Y una vez más ya sin saber cuántas veces había sido cortado por la pelirroja no pudo seguir con sus palabras, pero esta vez le cortó algo que jamás pensó que podría pasar.

Un dulce beso había sido robado de los labios del cocinero de la tripulación pirata, y claro esta había sido robado por la más ni menos gata ladrona. Un beso largo y cálido donde Sanji no pudo  corresponder esta vez por el largo shock que mantuvo.

Sanji en aquel momento se encontraba en otro universo en el que ahora no podía despertar.

Los labios de la pelirroja se fueron alejando y una palma en la cara de Sanji lo hizo volver a su mundo, notando lo cerca que aún se encontraba la cara de Nami, y él hecho de que él la seguía manteniendo sus brazos en ella.

Sin duda el rubor de la cara de ambos podía hacer que fácilmente uno de los dos se desmayaran y que Sanji notara eso también de Nami lo hacía ser en aquel momento el hombre más feliz del mundo.

El ver a la chica con la que siempre mantuvo un increíble y verdadero interés amoroso sonrojada en sus brazos. Pero ella no era así, ella nunca había estado interesada en él y obviamente se notaba, eso debía ser otro sueño que mantenía el rubio. Nada de eso podía ser real.

— Sanji... me gustas. — Una frase más que hizo abrirle los ojos otra vez al mencionado, y volvió a notar el rostro de la chica increíblemente cerca. Esa calidez con la que ellos se mantenían abrazados no era la de un sueño. ¿A Nami realmente le gustaba?

— Nami-San, e-esto... — los ojos necesitados de Nami volvieron, notando que querían más, entonces Nami volvió a girar su rostro apuntando a que esos centímetros de sus labios se volvieran a acortar, y Sanji hipnotizado y claramente notando eso procedió a dejarse llevar una vez más.

Queriendo ser tocado una vez más por ella.

Bueno, hasta que un grito los detuvo antes de que sus labios pudieran unirse por segunda vez.

Hechizo | SanNaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora