—Sakura—
Me he sentido extraña y observada estos días., Kakashi no volvió al día siguiente, ni en la semana, supongo que su problema familiar era más grave de lo que pensó.
Cada día al salir del trabajo siento que me observan en las sombras, no se como explicar esto por que cada vez que me giro o vuelvo a ver si alguien me sigue no hay nadie.
En las noches suelo despertar agitada con la sensación de que alguien me mira desde los pies de la cama, nunca he sido una chica miedosa, nunca he temido a la oscuridad, pero últimamente la piel se me eriza y los sentidos se aumentan de mala manera.
Pakkun nunca volvió, supongo que como dijo Kakashi él es libre y fuerte.
Me gustaría tener a ese enorme peluche en noches cómo estás, son las 3 am y estoy sentada abrazando mis rodillas, el viento trae consigo sonidos aterradores cuando las ramas arañan la madera de mi casa.
Un aullido de dolor corta el aire en mi patio trasero, sin pensar me incorporo, quizás es pakkun
Tomo un bate de baseball y salgo corriendo, hay un perro negro que se arrastra por la nieve, está lastimado pero aun pelea contra un enorme hombre que lo acecha.
El hombre levanta la cabeza y me mira con odio, mi casa esta cerca del bosque, de hecho donde termina mi patio trasero comienza el bosque.
—Alejate del perro.—le grito—
Mis pies descalzos sienten el hielo de la nieve, él sonríe y el enorme perro se acerca a mi tambaleándose.
Yo retrocedo lentamente junto al perro negro.
—Ven acá amiguito entra a casa, él no te hará daño.
—¡No te metas humana!
Él tiene una voz horrible, como lija y barro en la boca, ¿humana?,¿Será un insulto bizarro?
—¡Te golpeare si te acercas!; Estas en mi casa, en mi terreno y si no te largas ahora llamaré a la policía.
Él suelta una carcajada que le pone la piel de gallina, estamos a pasos de mi puerta, tengo el pulso en el cielo, mis manos tiemblan y siento que mi cabeza explotará.
Él se abalanza contra mi, yo hago entrar al perro a mi casa, pongo un pie en la puerta y ese hombre me jala del tobillo, pero a apenas su piel toca la mía escucho un sonido de carne quemarse parece irreal, le doy una patada en el rostro mientras él grita en agonía.
—¡Bruja!.—me grita furioso—.
Cierro la puerta y caigo pesadamente al suelo, el enorme perro negro me mira mientras intenta lamer sus heridas.
Yo miro por la ventana pero ya no hay nadie afuera.
Me arrastro temblando hacia él, inspeccionó sus heridas.
—Que te hizo ese animal
Él gime de dolor, yo lleno la bañera de agua tibia y lo ayudó a incorporarse.
—Necesito darte un baño, necesito saber que tan profundas son tus heridas.
Lo ayudo a entrar en la bañera y me cuesta tanto por que es pesado.
—Ya está, se que te duele, no puedo imaginar que tortura pasaste, estas delgado y débil, pero yo te ayudaré .
Lo tomo del hocico y lo miro a los ojos, tiene los ojos rojos sangre con motas negras.