El Pueblo de los Aviones

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"¿Así se siente ser querido?"

Pete aún recuerda su niñez, era un niño algo introvertido, rechoncho y juguetón. Sus padres nunca recibieron una queja de su parte. Era un pequeño que gustaba de estar solo jugando con los animalitos de su alrededor y sus dos amigos inseparables. En algunas ocasiones ese trío era algo insoportable más cuando entre los tres se copiaban las tareas para después fingir que todo era una coincidencia.

Chiang Mai, era y es un pueblo tranquilo, algo ruidoso por todos esos aviones que se dirigían a la Bangkok, pero para Pete esos ruidos se volvieron tranquilizantes, como un arrullo para su mente y corazón.

Por las tardes salía a jugar con sus amigos, algunas veces a hacer carreras con sus bicicletas, otras a jugar en el parque. Solo ellos y su pequeña imaginación. Eran el trío de oro.

Esa fue su niñez, aquella que atesoraba con cariño.
Pero como todo lo tranquilo suele acabarse; su adolescencia, como bien lo dice el nombre fue una clara dolencia para su alma.

Su gran amigo Seul se marchó a Ilsan, por el trabajo de su padre y Pond comenzó a estudiar sin respiro alguno para el examen de admisión a la facultad de contabilidad.

Pete se sentía abandonado y perdido. No tenía deseos de estudiar la facultad, pues no quería seguir los pasos de todos sus compañeros y por suerte sus padres lo apoyaron. Su madre le pago aquella academia de danza a la que tenía tanta ilusión ir y por fin Pete comenzó a sonreír de nuevo.

Con la llegada de sus hermanos gatunos, las competencias de baile y las reuniones de vez en cuando con sus amigos, Pete comenzó a tener deseos de estudiar, probablemente el no tener hermanos pequeños y que su padre sea médico fue una gran influencia para decidir ser médico pediatra especializado en lenguaje.

Fueron ocho largos años de constante estrés, dolores de cabeza por estudiar hasta tarde y abuso de cafeína, ya que solo se permitía dormir durante tres horas. Trabajaba de medio tiempo en un puesto de barbacoa y de vez en cuando hacía alguna que otra coreografía para un estudio de baile. El dinero extra siempre era de suma felicidad e importancia.

Los únicos días que se permitía no hacer absolutamente nada era cuando su celo atacaba tres días dónde solo dormía y se masturbaba. La verdad es que sus celos nunca fueron intensos apesar de su condición de omega y sinceramente, tampoco era algo que le importará.

De hecho Pete no era virgen, solía tener grandes aventuras y le gustaba mucho el sexo, pero dependía de sus periodos de humor.
Simplemente lo sexual no era algo que le importará y menos con el constante estrés del trabajo.

Pete repasó sus últimos treinta años en menos de cinco minutos, o tal vez en menos tiempo. Ni siquiera vio aquel camión impactarlo de lado derecho él solo estaba esperando el cambio de semaforo, ese día pasaría temprano por la veterinaria de su padre pues tenía que arreglar ciertos materiales para su nuevo paciente, un adolescente de catorce años con discapacidad cognitiva.

Solo recuerda el dolor insoportable en sus piernas y después todo negro.
Fue como dormir en un sueño reparador de esos dónde babeas por las noches y despiertas de lo más cómodo posible, pero en segundos llegaron los gritos, los ruidos ensordecedores, el miedo y sobre todo lo caliente que se sentía.

Era un muy muy mal momento para que se sintiera de esa forma, como médico que se debatía en un estrés corporal insoportable supuso que su cuerpo solo intentaba regular sus hormonas y darle un alivio extra de ese dolor que le quitaba el alma.
Pero de un momento a otro su lobo empezó a llamar a un alfa. Un alfa que Pete no conocía, pero olía delicioso según su lobo.

Café

Pero no un café dulzón como él, sino un café más suave, pero amargo a la vez como si tuviera crema batida o vainilla y Dios mío, Pete estaba tentado a salir corriendo detrás de ese olor. Su lobo se lo exigía sin importarle que el humano tuviera la pierna rota.
Y luego nada, no sintió nada, todo era obscuro, pero su omega seguía gritándole a un alfa que no sabía que existía.

Habían pasado tres semanas desde el aparatoso accidente donde recibió más de veinte puntadas y ahora tenía una placa en el fémur, pero a pesar de eso Pete quería volver al trabajo. Ya no quería ser cuidado por nadie.

Al principio era agradable tener toda la atención de sus padres, amigos y compañeros de trabajo. Él y su omega brincaban de alegría, pero ahora estaba aburrido de no salir de su departamento, de comer saludable y tener a tanta gente en su casa de visita.

Solo quería regresar al trabajo sin importar lo mucho del trabajo que tendría acomulado

Pero sin duda lo peor eran las noches dónde soñaba con ese olor a café, eran diferentes sueños; algunos en diferentes cafeterías tomando café, otros en parques sentado a lado de alguien que olía tan bien, pero últimamente soñaba que esa persona lo besaba de manera gloriosa compartiendo saliva sintiendo su lengua en su boca para después besar su cuello y cuando Pete sentía que lo estaban mordiendo despertaba con una erección y muy lubricado.

Pete solo podía pensar que su alfa estaba muy cerca de él y eso lo estaba sofocando de miedo.

Qué demonios haría ahora. La idea de enamorarse o encontrar a su pareja nunca le pareció algo de importancia.
Y se consolaba pensando que solo le faltaba una semana para regresar a trabajar y dejar de pensar en tonterias.

Espero que les esté gustando la historia✨

Hasta La Raíz/ VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora