El principio de mi miedo escrito en tus labios

568 71 9
                                    

"Bendito pecado al que ambos estábamos jugando"



- ¿Quieres contarme que sucede? -

Vegas era consiente que llevaba más de 15 minutos sentado sin hablar mordiendo sus uñas y con la arritimia cardíaca rebotandole en los oídos, pero tenía miedo de hablar que Lya escuchará el temblar en sus palabras y el miedo en sus ojos.

Desde el día que el doctor lo acompaño a casa y termino su celo algo en él volvió a despertar. Algo que había mantenido callado y en las sombras. Algo que sabía no podía quitarse, pero si mantenerlo en la obscuridad. Algo que aceptaba como su verdugo, pero no amaba por más que lo intentaba no podía querer aquello que le quitó la tranquilidad desde niño. No quería ni podía amar algo que dirigía su vida sin siquiera preguntar que deseaba Vegas. La traición a si mismo le provocaba pánico.

-Ah vuelto y tengo miedo- Vegas veía sus manos tratando de contener el llanto y sintiendo como aquella sombra se apoderaba de él lentamente sin mesura**, con total tranquilidad y pasividad.

- ¿Qué ha vuelto Vegas? - La voz de su psicóloga se sentia como una sentencia frente a un veredicto.

Y decirlo en voz alta lo volvía real.

-Mi ansiedad-

Después de dos semanas pudo nombrar aquello que le invadia el cerebro y le descomponía el cuerpo. Aquello que le quitaba el derecho de decidir.

-A veces quisiera tocarla, para poder destruirla, pero es injusto porque solo puedo sentirla tocando mi corazón a un ritmo frenético y abrazándome con su cuerpo helado-

Vegas odiaba su ansiedad, odiaba todo lo que representaba y todo lo que provocaba.

- Puedes decirme desde cuándo te acompaña Vegas- Y está vez la voz de su psicóloga era acompañada por un pitido.

Haciéndolo volver a ese fatídico día donde su temperatura nublaba su juicio.

Aún recuerda sus manos alrededor de su cuerpo hirviendo y el suéter del doctor Pete sujetado por la parte de atrás de su cabeza tal cual mordaza permitiendo bañar a su nariz de su esencia y su boca morder ese pedazo de tela sintiendo en su lengua el dulzón sabor de Pete. De su Omega. Su cuerpo entero sentía el cuerpo caliente de Pete encima de él, su mente nublada lo veía encima de él con los ojos cristalinos de placer y su sentido auditivo lo escuchaba rogarle por más placer. Vegas se sentía explotar porque su pene sentía la esencia resbaladiza de Pete rodear todo su eje haciendo que terminará una y otra vez manchando las sábanas de su cama durante dos días seguidos.

Al tercer día que despertó y su conciencia volvió a él se percató que todo aquello era una ilusión que la única esencia que se encontraba en su cuarto era la de él y no la de Pete justo en ese momento se dió cuenta de la necesidad de querer marcarlo y someterlo.
Aún recuerda lo sucio que se sintió después de recordar todas esas poses donde imagino que sometía al doctor.

Pero más allá de la culpa, tenía miedo, tenía mucho miedo a la necesidad de someterlo y tomarlo aún si Pete no quería porque Vegas sabía que el ser humano estaba lleno de perversión de esa que inhibes y juzgas en tu ser consciente, pero baila regozando de poder en tu inconsciente.

Para aliviar los pensamientos invasivos y persecutorios decidió tomar una ducha y abrir las ventanas de su departamento dejando entrar el ruido y aire contaminado de la ciudad. Limpió todo su desastre cambiando sus sábanas y bañando su recamara de aromatizantes, pero el suéter del doctor seguía tirado en el piso en ese rinconcito sin que Vegas se atreviera a tocarlo.
Vegas podía ver lo roto que estaba por todas esas veces que lo mordió imaginándo que era el cuello del doctor. La timidez lo baño de colores rojos por todo el cuerpo ahora tenía que comprar un nuevo suéter para el doctor sin una excusa confiable.

- Mierda y más mierda Vegas- Se golpeó así mismo la cabeza queriendo evitar ese fatídico futuro.

- Es un alivio que tú celo haya terminado, amigo, este mes fue peor Vegas, apestabas horrible, estás bien?-

- Está vez fue muy abrumador, sentía que me iba a morir, mi erección no bajo en ningún momento - Vegas en medio de toda esa bruma de exitación tuvo miedo por ese mismo dato que le daba a su amigo.

- Creo que es momento que vayas al doctor Vegas hace rato que no te vienes sintiendo bien - La demanda quedó en el aire sin ser contestada - Por cierto, está pagada en la nevera la hoja con el número del doctorcito quiere que le mandes un mensaje cuando te sientas mejor. Sabes, es lindo, se veía sinceramente preocupado por ti. Voy a la facultad, nos vemos en la noche, deberíamos hacer maratón de peliculas -

Su amigo era justo así, soltaba información o preguntas sin esperar respuesta hablando hasta por los ojos y a veces frustraba a Vegas.

Vegas no perdió tiempo y fue directo a la nevera y si, ahí estaba ese pequeño papelito con letra del doctor Pete, esa letra bonita ni de chiste era de su amigo. De hecho repaso los números junto con el nombre del doctor Pete una y otra vez que ya ni siquiera era necesario quitar el papel para enviarle un mensaje, pero que se supone que le diría en ese mensaje.

Saco su celular del bolsillo del pantalón y sin pensarlo mucho escribió:

"Hola, soy el hermano de Macao, ahora estoy bien"

"Gracias por lo de ese día"

Vegas sabía que el romance en la época moderna implicaba mensajear con esa persona que te hacía perder el tiempo en redes sociales.
Pero esa hora que estuvo esperando respuesta del doctor había resultado una tortura y el comienzo de su ansiedad.

"Hola Vegas"
" Cómo estás? Cómo te has sentido estos días?"

Y así de sencillo fue comenzar una conversación con el doctor de su hermano. Conversación que ya llevaba dos semanas sosteniendo con demasiada ansiedad en ese tiempo Vegas se ausento una semana de las citas de su hermano por el cansancio físico que conllevaba el celo junto con la vida de un adulto responsable y la segunda semana la ansiedad simplemente no lo dejo pararse de la cama ese día justo en ese momento pudo darse cuenta que algo estaba pasando de nuevo con él algo que no le gustaba.

- Cuando volviste que no pude darme cuenta -

Lo gracioso es que Vegas siempre imaginaba que su ansiedad le contestaba burlandose en la cara de él y esta vez no fue diferente.

- Cariño yo nunca me he ido yo siempre estoy contigo -

Y a Vegas se le soltó un suspiro lleno de tensión y amargura. Así fue como Vegas descubrió que hace días la ansiedad lo acompañaba. Silenciosa y sigilosa cómo siempre.


¿ Qué les parece la historia ? Cuéntenme


Hasta La Raíz/ VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora