Con el paso de las semanas y las horas de transmisión, dejó ser una novata y perdió las ayudas iniciales que la aplicación otorga al nuevo personal, entonces tuvo que dedicarle más tiempo, un trabajo de ocho horas del que no había hecho el primer retiro, estaba a punto de cumplir un mes y las personas a su alrededor comenzaban a hacer preguntas, en especial Alex, su novio, que había sido desplazado en atenciones de manera drástica sin estar cerca de sospechar la razón, la había citado aquel sábado para hablar, paso a buscarla a casa y cuando la vio salir, Ámbar pudo ver en los ojos de él lo que ella le había estado otorgando a su imaginación semanas atrás, lo cierto, es que su cuerpo había cambiado, aquel destello de dulzura se había disipado un poco fusionándose con un aura de sensualidad que nunca había sido propia de ella, o quizá sí pero había sido imperceptible hasta ese momento, ella se había detallado sin dar en el lugar exacto del cambio, pero ahí estaba y Alex también lo había notado. Quizá por eso lo primero que hizo fue besarla con ganas, para luego recorrerla de arriba abajo con sus ojos ahora de cerca.
- No recordaba lo mucho que adoro verte ese vestido – fue lo primero que dijo
Ámbar se miró sin responder y la mano de él se instaló en su muslo, antes de hablar, condujo hasta su apartamento, se internaron en su habitación y le cogió con fuerza, como necesitando demostrarse a sí mismo que todavía era suya. Ella lo disfrutó, dejó que él marcara el ritmo y se guardó el contacto de sus pieles como pequeñas cápsulas en la memoria para volver a ellas cuando fuese necesario. Acabaron jadeando uno al lado del otro, livianos y sonrientes.
- Pensé que ya no me querías- la voz de Alex un poco ronca y suave rompió el silencio dándole paso a la verdadera intimidad. Ámbar suspiro como respuesta, lo que dio pie a su compañero para continuar – es notorio que ya no te sientes atraída por mí como al principio.
- Es lo normal, la emoción del principio pasa con el tiempo, es lo que dicen ¿no? – respondió la rubia incorporándose de un salto, comenzó a ponerse su ropa interior. Alex la estaba confrontando y si no se movía una oleada de sinceridad la haría soltarlo todo.
- Sí – el chico se sentó en la cama siguiendo sus movimientos con la mirada – pero ya no te importa si pasamos días sin vernos o siquiera hablar, parece que estás tan ocupada todo el tiempo, pero no me dices en qué. Si ocurre algo necesito que me lo digas, en un mes justo el día de tu cumpleaños llevamos un año de esto – los señaló con energía – parece que en lugar de avanzar hemos retrocedido.
Para ese momento, Ámbar ya estaba completamente vestida, mientras escuchaba a su novio pensaba en el nuevo trabajo, en que Alex no lo aceptaría, claro que quería contárselo todo, él tenía razón estaban a punto de cumplir un año y eso era un récord para ella, es que no estaba acostumbrada a soportar, pero este chico que la miraba desnudo desde la cama había sido tan paciente, tan atento, parecía tener todas las características de un buen refugio, aunque estaba aquella vez hacía seis meses, aun podía sentir el olor a aguardiente y el sudor en sus manos cada vez que rememoraba esa mañana, habían pasado la noche anterior bebiendo en el cumpleaños de uno de los mejores amigos de ella, era el círculo íntimo de Ámbar, la mayoría hombres, algunos con sus parejas otros solos, pero en ese espacio iban a ser libres, a hablar y beber como si el mañana fuese el final. Todo transcurrió con normalidad hasta que casi pasada la madrugada uno de los chicos quiso bailar y ella accedió, de todos modos, era lo que había hecho toda la noche, sin embargo, para ese punto faltaba muy poco para el amanecer, habían bebido y fumado bastante, el mundo desde sus ojos lucía distorsionado, Alex se levantó de su silla, la tomó del brazo y la separó de su amigo, quien estaba demasiado ebrio para entender lo que pasaba, el chico siguió bailando solo, todos estaban en lo suyo, entonces Alex la llevó dentro de la casa, donde se escuchaba la música con menos intensidad y la increpó con violencia, pero Ámbar no se inmutó, lo miró fijamente y le dijo:
- Esa rabia es tu asunto, come mierda.
No alcanzó a dar la vuelta completamente, él la tomó por la tira del hombro izquierdo del vestido y se lo rompió, cuando sus ojos se unieron ella los vio teñidos de ira, entonces supo que se tenían que ir y optó por no seguir el pleito ahí, solo dijo – vámonos, la fiesta se acabó y esto lo vamos a solucionar en otro lado – finalizó señalando su manga rota. Salieron de la casa sin despedirse de nadie, Ámbar comenzó a discutir una vez las puertas del carro se cerraron, pero la voz de él era fuerte y acalladora, incrementó la velocidad del vehículo mientras se despachaba en una lista de insultos jamás recibidos por la rubia, que ya estaba bastante asustada, su mundo daba vueltas y el cerebro intentaba conectar todo lo que estaba pasando. Alex apretaba con fuerza el timón y gritaba lo que ella al día siguiente ni siquiera pudo recordar, tal vez por eso lo perdonó. Los llevó a su apartamento y una vez dentro cerró con estruendo la puerta de entrada, la tomó del brazo, la miró a los ojos y soltó en un tono apenas lo suficientemente audible para ambos –Eres mía – Ámbar se zafó de un tirón, acto seguido le propinó una cachetada que le dejó la mano adolorida y el ánimo con ganas de más – Deja de tocarme, deja de gritarme, deja de decir que soy tuya – dio la vuelta y se encerró en la habitación de él, esto sólo sirvió para enloquecerlo, comenzó a patear la puerta, le daba puños y patadas mientras gritaba exigiendo que le abriera, poco a poco, la madera comenzó a ceder, el primer crujido le dio paso a la primera línea de quiebre y en un par de minutos la puerta estaba abajo. Ámbar lo miró cruzar la entrada rota con los ojos hechos plato, pero contrario a lo que hubiese hecho sobria, dio cuatro pasos adelante y se le enfrentó - ¿te volviste loco? Ahora mismo me voy de aquí – solo tuvo la intención de dar el paso, porque él la tomó con firmeza y sin presionar del cuello – Tú eres mía – susurró, y como si se tratase de una pésima novela romántica con violencias normalizadas la besó, ella correspondió a ese beso, lo que decantó en el sexo más violento que hayan tenido, él succionó todo su cuerpo, incluyendo su cara lo que le dejó hematomas morados sin discriminación por su piel, la estrujó con sus manos, la tomó por el cabello y la poseyó. Ella, por su parte, enterró sus uñas en todos los tramos de piel que pudo, le mordió dejándole marcas visibles mientras el sol de la mañana entraba por la habitación. Ese día así finalizó, se quedaron dormidos y al despertar simplemente asumieron que el sexo había dado por terminada la discusión.
Ahora, en este presente, después de esa única pero intimidante reacción, cómo le iba a contar que se estaba desnudando para otros hombres, que estaba siendo incluso más sensual de lo que nunca había sido o sería para él, que estaba recibiendo dinero a cambio de otorgar placer, aunque no la tocase nadie ella estaba segura de que él no lo entendería, pero ella tampoco sabía si aquel trabajo funcionaría y no iba a dejarle hasta no estar segura, de momento había recaudado más de lo imaginado pero no lo suficiente para realizar el primer retiro, se estaba esforzando muchísimo eso no indicaba que debía abandonar de golpe toda su vida, después de todo tanto el modelaje webcam como su relación eran una elección, a mediano plazo iba a tener que decidir con cuál permanecer.
Alex la observaba intrigado dándole el espacio suficiente para que no se sintiera presionada, pero ya habían pasado varios minutos y Ámbar miraba un punto fijo indeterminado hasta que él caminó hasta ella, la tomó de las manos, buscó la atención de su mirada - ¿qué puedo hacer para arreglarlo? – inmediatamente ella sonrió, le dio un beso suave – Nada, amor. No tienes nada que arreglar, solo estoy intentando buscar mi camino, sabes. No es sencillo estar cerca de cumplir otro año y tener esta sensación de estar estancada, de que lo único que pasa es el tiempo, la vida y yo sigo en el mismo lugar – Él la beso en la frente y unió sus cuerpos en un abrazo, ella lo rodeó deseando también seguir desnuda para que su cuerpo pudiera sentir el de él a plenitud. No se podía explicar que ese fuera el mismo hombre del recuerdo que le impedía ser completamente honesta, su abrazo resultaba tan cálido y tranquilo. Se quedaron así un rato más, luego él se vistió, prepararon de comer y pasaron el resto del sábado en cama, solos, como les gustaba.
Esa tarde le sirvió para pensar que no solo tiene que ser una cosa, ella puede ser tantas y seguir siendo Ámbar, no entendía por qué la necesidad de catalogar como correcto lo que era aprobado por la mayoría, reforzando una falacia que nunca se convertiría en verdad. Ese sábado se sintió como la novia dulce, pero también dentro de sí sabía que habitaban muy despiertas la sensual, la puta, la intelectual, la bondadosa, la egoísta, la querendona y la vengativa, con la latente posibilidad de no ser las únicas, de ser más.
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Ámbar es una webcamer
SpiritualÁmbar tiene 25 años, acaba de graduarse de la universidad y necesita una solución para su situación económica no resuelta, así que, decide incursionar el modelaje webcam. Esta es la historia de su vida y transmisiones. Una chica en un núcleo famil...