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Tres días después, Ámbar transmitía su primer envivo  con 120 pares de ojos mirándola, se vistió de rojo, no mostraba mucho, fue sorpréndete la rapidez con la que los usuarios comenzaron a sumarse, pero eran pocos los que decían, por momentos se sentía hablando sola, pero también se sentía sensual, era un efecto relativamente nuevo para ella, el pensar que su mayor atributo era lo que podía salir de su cerebro, dejaba en un segundo plano su físico, siempre fue de tener pocos pretendientes, se sentía menos agraciada que las demás aunque nunca lo proyectó, todo en ella era fortalezas hacia afuera, pero por dentro era un manojo de reproche y autocrítica, era la primera vez que lucía tan provocativa ante una cámara, entonces se permitió ser invadida por eso, bailó sus canciones favoritas moviendo las caderas y el trasero como solo lo había hecho para ella misma frente al espejo, se inspiró con la soltura que solo le daba la soledad para sentirse libre en cuerpo.
Al acabar de bailar, sudada y eufórica se acercó a la pantalla y para su sorpresa tenía varios cientos de diamantes en su monedero, los hombres interactuaban en el chat, todos intentando llamar su atención solo de dos formas, diciendo lo más obsceno posible o fingiendo ser el usuario decente e interesado que solo está ahí para ser amigos y charlar. Ella solo pudo fijar su atención en los diamantes que luego se transformarían en dólares, quiso hacer la conversión y sacar cuentas en el aire la hizo mirar el reloj, llevaba una hora de transmisión, más que suficiente para la primera vez y se desconectó. Sacó cuenta calculadora en mano y aquella satisfacción que le había dado el ser objeto de tanto deseo se vio multiplicada al notar que en solo una hora pudo recaudar tres días de trabajo. Fue en ese momento que sintió por primera vez la urgencia de estar conectada, su mente corrió de inmediato a todo el dinero que podía estar perdiendo, pensó ¿tienes algo más importante que ponerte hacer? La respuesta por supuesto fue un NO y volvió a ponerse en línea.
Después de ese momento inicial, se internó en las profundidades del modelaje webcam como si su vida se resumiera a ello, por la mañana veía las transmisiones de otras chicas que se encontraban en el top, eso le regalaba una idea del contenido que gustaba, por lo general, las mujeres muy voluptuosas y gordas eran las más apetecibles, sus transmisiones se llenaban con una interacción envidiable, solo tenían que estar sentadas con un vestido ceñido semitransparente, en una posición que apenas dejara ver lo suficiente y los diamantes llegaban no en cientos sino en miles, de vez en cuando se levantaban daban una vuelta de 30 o 40 segundos y volvían a sentarse, recaudaban millones a cambio de un número de WhatsApp al que deberían escribir para acceder a contenido sexual pago, aparentemente un ganar- ganar para ellas. En una de sus mañanas de estudio de mercado, se cruzó con la transmisión de una pareja heterosexual que prometía un show privado candente y el acceso era un número considerable de diamantes, la chica le baila al chico meneando el trasero con una falda muy corta que dejaba ver que no llevaba ropa interior, sin embargo, era demasiado rápido el movimiento para ser sancionado como desnudez por la app, todos en el envivo fueron testigos de cómo lentamente aquel baile erótico levantaba el pene del chico, que solo podía sonreír hipnotizado por aquel culo mágico que lograba levantar cosas sin siquiera tocarlas. Los diamantes de acceso comenzaron a llegar en masa, pronto se hicieron miles y el show pasó de ser público a privado y Ámbar se quedó por fuera, por supuesto que no iba a pagar, ni siquiera eran atractivos, un par de personas corrientes, entonces comprendió que no importa cómo te veas, solo debes sentirte cómoda con lo que se proyecta porque allí solo interesa el morbo.
Mientras revisaba los perfiles de la “competencia” se arreglaba, cada día debía procurar que su cabello y su piel se viera perfecta, de eso y su actitud dependía la cantidad de dólares que acumularía; ese también era un proceso desgastante que, dentro de sí, Ámbar dividió en dos. Por un lado, se encontraba el tedio de verse bien cada día su alma necesitaba un poco de caos, horas de desapego a la imagen del espejo, cabello recogido con ondas que podrían darle casa a una familia de pájaros, piernas sin depilar y ropa vieja, al menos dos días a la semana, pero no estaba en condiciones de hacer ese sacrificio, había leído que la constancia era determinante, no era de las que paraban. Por otro lado, estaba eso que había nacido dentro de ella, era como si al pararse frente a la cámara a ser lo que nunca había sido, una coqueta, su mente se hubiese disociado y una que no conocía, pero siempre había estado ahí hubiese tomado el control, se sentía poderosa, cercana al placer en los momentos en que se cubría de todo ese manto de belleza que le daba prepararse con cremas y maquillaje, se miraba al espejo y una Ámbar de mirada seductora , mordaz, capaz de convencer tomar y aniquilar a cualquier hombre habitaba su cuerpo.
Así que, cuando estaba lista casi rayando el mediodía encendía la pipa y la cámara, en ese orden, para por lo que queda del día ser esta nueva mujer que no conoce.

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