Rápidamente puse el cuenco del baúl un poco revuelto, tal y como estaba.
-¿Qué haces?. -Preguntó mi madre-.
-¿Yo? Nada, ¿por qué?. -Dije disimulando malamente-.
-No, que como te he visto ahí plantada delante del baúl de la entrada pues me había extrañado. -Respondió como si supiera lo que estaba haciendo-.
-Ah, es que buscaba una cosa y ya la he encontrado. Así que hasta ahora. -Dije, escabullendome de su mirada interrogativa pero a la vez decidida de lo que ocurria-.Por fin llegó la noche, y mi madre apareció por la puerta. Venía más contenta de lo habitual. Le pregunté que le había pasado.
-Mamá, ¿y esa cara?-le dije-.
-¿Qué cara?-preguntó con gracia-.
-Imagino que algo bueno te habrá pasado. Pero no se si quiero saberlo -le dije riendo-.
-Pues nada hija, la vecina, que me ha dicho que hay alguien que quiere conocerme -rió con gracia-.
-Pero si eso está bien mamá, tienes un seguidor -dije guiñándole un ojo-.
-Si, bueno.. -suspiró-.
-¿Y esa cara? Pense que te sentirías mejor después de tanto tiempo sin... nada -le solté lo más suave posible-.
Su respuesta fue una leve sonrisa en un intento de no parecer molesta.
-Ma.. -empecé pero me di cuenta que sería inútil seguir la frase-. Bueno, me voy al cuarto, tengo que hacer algo.Ya en mi cuarto, me juré de no volver a sacarle temas de ese tipo. Esperaré la cena y me iré a dormir, aunque solo sean las 21:00 -dije con resignación-.
Otra vez, esa noche, me volví a despertar a las 2:30, y tras una breve pausa se me vino a la cabeza eso de que despertarse sobre esa hora era por que te obersavaban. Me quité esa absurda y terrorífica idea de la cabeza y cerré los ojos un segundo y volví a abrirlos. Esta vez el causante de este repentino despertar no era una larga siesta, sino de una pesadilla. Al momento se esfumaron mis recuerdos sobre aquel dichoso sueño, eso y las ganas de dormir. Igualmente, una pesadilla no es digna de ser recordada.
Me senté en la cama un par de minutos, indecisa sobre lo que hacer, hasta que una idea acertada sobrevoló por mi cabeza. Sin vacilar, agarré mi movil, mis cascos y la chaqueta, recogí las llaves las llaves del baúl de la entrada y salí de casa con el mayor disimulo posible. Ya fuera de casa, en la calle, dudé sobre si sería una buena idea. La primera nota de mi canción preferida entrando por mis oídos a traves de los auriculares hizo borrar esa duda de mi cabeza y decidí aligerar unos pasos por esos segundos perdidos por una idea estúpida y pasajera.
Durante mi travesía nocturna por las olvidadas zonas de mi ciudad, traté de olvidar ese intento de conversar con mi madre sobre temas amorosos.Al cabo de un rato andando, sobre las 3:07, empecé a sentirme vigilada y como si alguien me persiguiera. Aligeré mi paso, y mis esfuerzos por sentirme seguros disminuían con el incremento de la rapidez de mis pasos. Paré un momento para poder volver a respirar, y mientras lo hacía, giraba a mi cabeza hacia todas direcciones y allí lo vi, plantado junto a una farola, o al menos eso hizo ver mi mente, rememorando una de mis grandes pesadillas de hace dos años atrás. Di una pequeña zancada y comencé a correr deseperadamente con la mirada sujeta en aquel poste de metal. A pesar de que dejé de divisar aquel palo gris en la oscuridad, seguía mirando hacia atras, hasta que choqué contra algo que, a mi parecer, era bastante blandito, al menos comparado con una farola.
-¡Ugh..! -se limitó a responder aquella masa de mediano grosor-.
-Di-disculpa -dije lo menos nerviosa posible-.
-¡Eh!, ¿te pasa algo? -preguntó desconcertado, dejando en el olvido aquel golpe segundos antes-.
-¿A mí? No, ¿por qué? ¿Qué te hace pensar eso? -me limité a responder entre pausas de fuertes respiraciones.
-Bueno, solo hay que ver la fogosidad de tu respiración -respondió con indiferencia- En fin, no se lo que te habrá pasado pero deberías tranquilizarte -y dicho esto, me abrazó y se fue sin decir nada-.
No me atreví a responder sus palabras ni siquiera mirarle tras ese abrazo inesperado. Traté de ignorar lo sucecido con aquel chaval. Llegué a mi casa, abrí la puerta sin hacer ruido, o eso creí yo, por que cuando iba a entrar en mi cuarto escuché a mi madre levantarse de su chirriante cama, asi que apresuré a quitarme los zapatos y meterme en la cama tapándome hasta el cuello.
Estuve esperando la bronca de mi madre, pero en lugar de ello escuché como hablaba con alguien por teléfono.
-¿Con quién estará hablando? -me dije en una absurda pregunta sin respuesta antes de caer rendida ante el sueño-.
ESTÁS LEYENDO
Encuentros a las 3 de la mañana
Teen FictionLa historia se centra en la vida de Andrea, que pasados dos años de su intento de suicidio, empieza a descubrir cosas que nunca había sentido, cosas que cualquier otro adolescente podría descubrir si se lo propusiera. El relato también se ve acompañ...