Capítulo 9

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***

Podría pasar el resto de mi vida en esta cama, sintiendo las sábanas suaves y posando mi cabeza en unas almohadas increíblemente cómodas, intenté tomar una de las almohadas aún sin abrir los ojos, la toqué y apreté un poco.

—¿Te gusta lo que tocas?

Abrí los ojos de golpe, mi mano no estaba sobre una almohada, estaba sobre uno de los pechos de Juliana, de hecho, mi cabeza estaba sobre su pecho. Dios, no sé qué es peor, si la vergüenza o el dolor de cabeza tan intenso que siento ahora.

—Disculpa, pensé que era una almohada. —Me aparté de inmediato.

—Tranquila, dormiste en mi pecho casi toda la noche.

—No puede ser... —Tapé mi rostro con ambas manos, mi cabeza retumbaba.

—Asumo que la resaca que tienes es nivel Dios, así que te daré algo ya para eso.

Ella se levantó de la cama y buscó algo en su bolso, unas pastillas al parecer, luego fue por un vaso de agua y me lo entregó.

Bebí las píldoras y toda el agua en un segundo, me sentía deshidratada.

—Gracias —dije luego de soltar el aire en mis pulmones.

Pronto volvieron los nervios a mí, intenté recordar qué pasó anoche, pero no tuve éxito. Espero no haber hablado de más con Juliana, que vergüenza haber dormido así con ella, y aparte tocarle una bubi... Mis mejillas ardían. ¿Y si pasó algo más entre ella y yo?

—Eres muy tierna —dijo de repente y yo era incapaz de mirarla—, te espero abajo para desayunar, Luis ya debe estar esperándonos.

Me dio un sonoro beso en la mejilla y salió de la habitación.

Sonreí inconscientemente volviendo a tirarme en la cama.


***

El día se hizo muy corto, pronto nos tuvimos que comenzar a arreglar para el evento, yo estaba concentrada frente al espejo de la habitación aplicando mi maquillaje cuando escuché:

—¿Verde o azul?

Volteé y Juliana estaba cubierta por una toalla blanca, sus hombros estaban húmedos por la ducha que acababa de tomar, sostenía dos vestidos en cada mano y juro que la toalla comenzaba a deslizarse un poco, mostrando cada vez más parte de sus pechos. Dios...

—Eh... Verzul —¿qué dije?

—¿Perdón?

—A... Azul, azul. —Soy la idiota más grande de todas. ¿Qué mierda me pasa? ¡Ya basta!

—Bien, me pondré el azul entonces. —Y lo hizo, se quitó la toalla en frente de mí.

Me volteé hacia el espejo lo más rápido que pude para continuar mi maquillaje, pero creo que fue peor, mis manos temblaban, y podía ver perfectamente el cuerpo de Juliana a través del espejo mientras se vestía, mi boca se secó cuando vi sus senos totalmente descubiertos, traté de enfocarme en mis ojos, y hablarme mentalmente.

«Deja la estupidez, Valentina. La mujer está buenísima, sí, pero solo eso. Su cuerpo no te atrae para nada, solo hay que admitir que está buenísima»

Gracias al cielo se colocó rápido el vestido azul, pero para mi desgracia:

—¿Me subes el cierre del vestido por favor? —dijo ella.

—Claro —dije tratando de mantener la compostura.

Ella se dio vuelta, y gracias a Dios que así fue, porque mis manos parecían tener mal de Parkinson. 

A la luna tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora