CRISANTEMOS Y MELANCOLÍA

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El silencio que reinaba en el camino sanaba el sentimiento de vacío. Ambos hermanos estaban frente a frente, más ninguno decía nada; no era porque no quisieran, simplemente no les hacía falta decirlo, con la simple mirada decían todo.

No hace mucho por fin habían salido de los territorios humanos y para bien o para mal, ya no había vuelta atrás. El atardecer era lo que reinaba, así que probablemente llegarían al anochecer a sus territorios. La calma continuó por breves minutos, hasta que una segunda barca se hizo presente.

En ella, estaban los dos líderes de sus respectivos clanes. Lan Qiren miró con tranquilidad a sus sobrinos y pronto se les unieron en el camino; el silencio continuó el resto del viaje y sólo cuando llegaron a su hogar, se permitieron hablar, más no había nada que decir.

La entrada a sus territorios estaba oculta, un bosque que funcionaba como laberinto y que sólo se mostraba ante su especie funcionaba como seguridad. Las criaturas, ya cansadas y pensativas por todo lo sucedido, entraron con tranquilidad; una vez llegada a la gran ciudad, cada quien tomó su propio camino.

Y no sin antes irse, el Nie por fin se quitó la capa y los guantes.

―Queda a consideración nuestra pensar u olvidar lo que pasó.

Con una inclinación con la cabeza, dio media vuelta y se fue.

―WangJi ―Habló Wen Ruohan, el mencionado le miró ― ¿Seguro que estás bien?

―Sí ―Fue lo único que respondió, el Wen asintió y también dio la vuelta.

Los únicos que ahora quedaban ahí eran los Lan, XiChen sabía que probablemente su hermano necesitaba descansar así que tan pronto le dio las buenas noches, jaló a su tío y ambos le dejaron solo.

Lan WangJi aún pensaba en todo lo sucedido en los últimos días, ¿Cómo es que había podido ser tan ingenuo?, ¿Por qué pensó que era buena idea quedarse todos esos días en territorio humano?

Sus pensamientos eran un caos, ahora no sabía que era lo que estaba bien y lo que no, tal vez las cosas se habían invertido y ahora todo estaba arruinado; pero él no lo quería así.

Sabiendo que era tarde, decidió regresar a casa. Su camino fue en silencio y sumido en sus pensamientos, no se dio cuenta que una extraña criatura le seguía; continuó así hasta que por fin sintió su presencia. Las calles a esa hora ya estaban vacías, por lo que la posibilidad de que fuera algún transeúnte estaba descartada.

Con un fugaz brillo en sus ojos, sus uñas se volvieron largas y afiladas, capaces de cortar hasta el material más duro; sin embargo, aquella presencia desapareció por completo. WangJi se sintió extrañado y aun con esa extraña sensación continuó con su camino.

Al llegar a un templo abandonado* decidió entrar ahí y esperar a que algo apareciera o sucediera, sin embargo, no pasó nada. Aquel templo tenía uno que otro pilar deshecho y el techo parecía caerse a pedazos; pero lo que más llamaba la atención era que había una extraña figura humanoide.

Aquella figura había sido puesta recientemente, pues el Lan no recordaba haberla visto ahí las múltiples veces que visitó el templo; y como si hubiera invocado a algo, uno de los pilares rotos cayó frente a él, con la intención de lastimarlo.

La figura desapareció y en su confusión, no notó que algo se lanzó hacía él, sólo hasta que sus ropas fueron rasgadas y tres grandes y profundos rasguños se grabaron en su pecho pudo darse cuenta de que era una criatura maldita** de quien se trataba.

La criatura maldita tenía un cuerpo deforme, en pocas palabras representaba a las quimeras. Las patas eran de caballo, la cola de serpiente, cuerpo de cabra, tenía dos cabezas de león y tenía dos colas de serpiente con cabeza.

"ENTRE ERAS Y RAZAS" (Wangxian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora