Un día, mi padre compró uno de esos arreglos para mi hermano menor.
Ese arreglo traía un reloj, unos cuantos dulces y cosas así.
Yo vi todo, y no podría negar que sentí algo de envidia.
Pero verlo a él contento y enseñándomelo con ilusión hizo que olvidase totalmente mi envidia y el pequeño dolor en mi pecho.
Recuerdo que mi madre le dijo a mi padre: -¿A ella no le trajiste nada?
Y mi padre respondió muy tranquilamente, como si no supiese lo que dolían sus palabras, diciendo un pequeño: -¿Para qué?
Ese día no supe que pensar, pero como acostumbré hacer, fingí una risa, como si todo hubiese sido un chiste y me di la vuelta aguantando las lágrimas fingiendo que tenía sed.
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LA OTRA
Short StoryLa otra... La otra hija. La menos preferida, menos querida. La que nunca es una opción. La que siempre es ignorada. Prohibida toda copia y/o adaptación de esta historia, pues me pertenece totalmente.