06. Patadas

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Había pasado un mes desde que había llorado con Rook y Ben procuraba decirle cada vez que algún pensamiento feo lo asaltaba. Recientemente los bebés habían comenzado a moverse más de la cuenta y eso significaba que a veces le dolía un poco el vientre.

Ese día en especial, los chiquillos parecían estar en un combate de boxeo. Por eso sintió unas pataditas y con alegría advirtió a Rook. El mayor se apresuró en dejar la comida en la mesa como pudo para sentarse junto a su amado. Levantó la remera y tocó la barriga un poco abultada. Una, dos, tres... calma.

—Hola, mis pequeños... soy papá—. Rook Blonko acercó la cara a la piel y les habló con una sonrisa.

Ben se moría de la risa y ternura, luego de unos dos minutos se sintió una patada más. Luego de no sentirlos por otros cinco minutos tuvieron que levantarse para comer. Mientras comían Ben tuvo que acomodarse tantas veces porque estaba incomodo. Un problema que le producía inseguridad era que los pantalones le molestaban, estaban comenzando a apretar el abdomen.

Ese lunes volvió al jardín y los niños comenzaron a preguntarle cosas sobre los bebés. Tuvieron sus clases normales y llegó el almuerzo, todos se sentaron en la mesa del comedor. Ben había llevado algo que Rook le había hecho así que comió eso, al terminar se sentó en una silla diferente para darle espacio a su vientre. Uno de los niños tranquilos se sentó a su lado y pidió tocar la pancita.

—Claro, puedes tocar—. Levantó muy poquito su remera y el niño puso su manito—. Todavía no se han movido, pero pronto lo harán. Por eso me moví.

Justo cuando estaba terminando de hablar sintió como se movían. Intentó adivinar por donde patearían y puso la mano del niño ahí. Cuando el niño sintió la patadita sus ojos se iluminaron y festejó con un volumen algo elevado. Luego de sentir otra patadita un nuevo niño se sumó y pidió tomar el lugar del anterior. Ben le hizo caso y le dejó sentir la pancita.

Hacer que los niños sintieran a los bebés era divertido, los niños tenían reacciones muy diferentes y decían cosas que lo hacían reír. En el tiempo que estuviese fuera extrañaría ese lugar. Sin embargo, le prometieron que le guardarían un lugar para cuando se recuperase del parto y pudiese trabajar de nuevo. Lo mejor de todo era que le dijeron que podía llevar los bebés para que entre todos los adultos del lugar los cuidasen.

Luego del trabajo fue el turno de su padre y el resto de su familia de sentir la pancita. Había ido a casa de sus padres a pasar la tarde y merendar, luego de la merienda su padre le pidió tocar la pancita. Su prima Gwen le pidió apoyar su cabeza y hablarles. Todos querían algo con su pancita y al final del día estuvo cansado.

—Todos quieren tocar la panza—. Le comentó a Rook, el receptor de las palabras se giró para mirarlo.

—Es que eres el primero de los primos Tennyson que tendrá hijos y todos están curiosos.

Ben se cambió la ropa asintiendo, pero estaba seguro de que iba más allá de eso. Se sentó en la cama y observó a su pareja que también se estaba cambiando. Acarició la panza y se dio cuenta que se sentía bien tocar la pancita de embarazo. Era extraño y no sabía la razón, soltó la risita.

—Es divertido que todos los adultos estén tan interesados en mi barriga que crece cada vez—. Se acostó una vez estuvo vestido con su pijama—. Supongo que porque estoy más tranquilo de lo normal todos aprovechan para tocarla.

—Ah, eso tiene sentido—. Le respondió el medio felino acostándose a su lado luego de apagar la luz de la habitación—. Aun así, yo quiero seguir admirando la pancita en donde están mis niños.

El Forastero - spinoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora