CAPITULO 3: BEGIN

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— ¿Así es el Mundo de Arriba? — Yeon Jun frunció el ceño con una mueca de asco, luego de escuchar el relato de la vida del joven Dios —

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— ¿Así es el Mundo de Arriba? — Yeon Jun frunció el ceño con una mueca de asco, luego de escuchar el relato de la vida del joven Dios —. Bueno, ya era una mierda cuando me fui, así que no me sorprende del todo pero si decepciona que siga siendo tan malo.

— ¿Tú también te escapaste, Yeon Jun? — preguntó Soo Bin, con ojitos grandes y curiosos, llenos de estrellas, eran tan brillantes y tan redonditos que el otro estaba aguantando las ganas de tomar sus mejillas para mirarlos por los siglos de los siglos.

— Algo así— respondió simplemente, se encogió de hombros—. Fue hace bastante, no importa realmente.

El castaño asintió, se notaba que Yeon Jun no quería hablar al respecto.

— Creo que iré a recorrer un poco más del Inframundo— anunció Soo Bin con una sonrisa, levantándose, se había sentado junto a Yeon Jun en la orilla del agua, viendo la cascada y escuchando aquel sonido con tranquilidad, de lejos, el agua no parecía tan turbulenta como en verdad era.

— Es un lindo lugar, algo... Diferente, pero es lindo — dijo el otro Dios —. Las personas y criaturas aquí son muy amables, puedes pedirles ayuda si necesitas algo, no tendrás problemas, y sino, ya sabes dónde estoy.

— Gracias — dijo el castaño, y el Dios se perdió en esa sonrisa de dientes perfectos, y esos ojitos que se hacían pequeños de forma encantadora.

— De nada, Soo Bin— murmuró, aunque estaba tan embobado de aquel rostro que no reaccionó hasta que el joven y libre Dios se dió vuelta, para alejarse entre las Tierras del Inframundo, con el pasto muy alto y árboles de corteza oscura y gran altura, sin rumbo realmente, pero buscando encontrar algo.

Lo vio desaparecer e irse, lo admiró desde la distancia, sentía una extraña curiosidad por él, quería seguirlo, pero su lugar estaba allí, esperando que algún alma en pena de algún pobre humano tenga que ser consolada.

Yeon Jun no tenía un trabajo realmente, porque ya no era un Dios del Mundo de Arriba, entonces no les debía nada a nadie, puesto que allí no existían las obligaciones, pero era su pasatiempo, le gustaba estar allí, porque siempre había amado a los humanos, y aún siendo un exiliado, un Dios Indeseado, quería ayudar y llevar regalos a los únicos seres que de verdad le importaban.

Pasó largo rato viendo el agua de la cascada, escuchando el suave eco de esta al caer, y de la corriente fluir, pensando en aquel lindo Dios, con hermosos ojos y perfecto rubor, tan tranquilo y en paz... Hasta que sintió un profundo miedo, creciendo en los confines de su corazón, llenando rápidamente su pecho con una fuerza abrumadora, como una explosión de mil bombas, se abrazó a sí mismo con dolor, mientras las lágrimas subían rápidamente a sus ojos.

Cómo Dios de los Humanos, Yeon Jun había perdido el puesto, pero nunca sus poderes, y uno de ellos era la Empatía, podía sentir lo que los humanos sentían, un don tan preciado y que podía ser hermoso, casi siempre estaba lleno de dolor y tristeza, porque los humanos eran de los seres más sufridos de todos los mundos.

LA TIERRA DE LOS DIOSES MUERTOS ~ YEONBIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora