CAPÍTULO TRES ▮ strangers who acquire a name .

257 29 4
                                    

No había novedades.

Quizá finalmente estaba recibiendo un pequeño golpe de suerte divino, o tal vez solo se trataba de que sus nuevos adversarios se encontraban lidiando con la muerte del sujeto del otro día. Sin importar realmente cuál fuera la explicación de la quietud que reinó en Yokohama durante los dos últimos pacíficos días, Atsushi solo se limitaba a recibir con los brazos abiertos el seguramente corto descanso que le otorgaba la vida.

Le gustaría decir que esto se debía a un factor de su carácter relacionado a la vagancia, pero estaría mintiendo. Ese sería el caso de Dazai, de todos modos.

Atsushi, a favor de todo pronóstico y suposición, sentía temor. No es que aquello fueran nuevas noticias, en realidad. El joven Nakajima ya estaba familiarizado con el particular y constante cosquilleo que se instalaba en su nuca cuando inconscientemente sabía que debía permanecer alerta. Asumía que debía tratarse de algún instinto de supervivencia del Tigre, pues él por separado carecía de toda voluntad para afrontar tales situaciones sin considerar seriamente en ir a ocultarse dentro de su clóset. Aunque en aquella línea de trabajo no había cabida para accionares de aquella índole, por lo que debía sujetar el miedo con garras y dientes, solo para ocultarlo patéticamente bajo una alfombra de impulsividad y dejar que la adrenalina tomara el control sobre su cuerpo hasta que todo se solucionara.

O al menos así había conseguido completar sus primeras misiones. Esperaba conseguir mejorar aquello con el pasar del tiempo y tras acumular suficiente experiencia. Pero mientras tanto, se conformaría con esconder su cabeza bajo el escritorio hasta que no tuviera más opción que salir a lidiar con sus adversidades.

Después de todo, era eso o perder su salario.

— Atsushi.

El mencionado dio un ligero respingo, agradeciendo silenciosamente al detective por interrumpir su corriente de pensamientos antes de que estos terminaran vagando en direcciones poco convenientes.

— ¿Sí, Ranpo-san? —contestó volteándose en la silla giratoria hasta que tuvo visual de su superior. Le dirigió una mirada inquisitiva, esperando por su respuesta.

El hombre de edad avanzada alzó una mano ligeramente para acomodar su boina, dando aires de grandeza mientras utilizaba su mano libre para cerrar la cajonera bajo su escritorio. El rechinido de las bisagras mezclándose con el ruido de los envoltorios de golosinas al aplastarse a medida que el cajón era empujado en un suave movimiento.

— Libera tu agenda para esta noche —y aquella fue la tan ansiada sentencia que había estado profanado sus pensamientos.

Atsushi tragó duro y apretó su mandíbula de forma inconsciente. Él y sus malditos pensamientos.

— ¿Ya hubo otro avistamiento de los visitantes? —interpeló Kyouka desde su extremo de la oficina, siempre atenta a lo que a su alrededor acontecía.

Visitantes. De aquella manera habían acabado por denominar a los recién llegados a Yokohama, quienes parecían pretender tomarse su tiempo en el anonimato. Después de todo, no habían firmado aquella carta con algún seudónimo o nombre de emisor y, a falta de otra manera de identificar que hablaban de ellos, decidieron otorgarles un nombre clave.

Bueno, en realidad Dazai lo decidió.

— ¿Uh? —Ranpo emitió un ruidito de confusión, ladeando su cabeza ligeramente en dirección a los jóvenes—. No realmente. Pero se nos solicitó realizar un patrullaje nocturno en algunos sectores de la ciudad en esta ocasión para garantizar la seguridad e inactividad criminal. Kunikida consideró que Atsushi sería un candidato apropiado para esta labor, en vista de que no ha tenido actividades en los últimos dos días.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 11, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐌𝐄𝐀𝐍 ▮₊̇ °   SHIN SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora