Memories

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Frente a mí, posaba sobre la mesa una taza de café con un hermoso dibujo de espiga hecho con espuma. Le agradecí al mesero y él se retiró con una amable sonrisa.

Después de unos minutos de reflexión en silencio, saqué los audífonos que tenía guardados en mi mochila. Con lentitud los empecé a desenredar, mientras observaba a través de la ventana que daba al parque. Conecté los auriculares a mi celular y mis dedos empezaron a deslizarse por la pantalla. Al entrar a la aplicación de música, sonreí al ver la primera lista de reproducción. Sin dudar la presioné y dejé mi celular sobre la mesa. Con mis dedos abracé la taza que aún estaba frente a mí y la acerqué a mis labios. El olor a café entró por mis fosas nasales y disfruté de él por unos breves segundos.

En mis oídos se empezó a reproducir esa canción. Tu canción. Después de darle un sorbo a la infusión la dejé sobre la mesa. Posé mi codo sobre la superficie y apoyé mi cabeza en mi palma, mientras tarareaba la melodía de "The way you look tonight" de Frank Sinatra.

Pareciera que miraba hacia afuera, pero mi mente se había teletransportado años atrás...

Llegamos a la puerta de mi departamento y mientras yo buscaba las llaves para entrar, tú jugabas impaciente con las cartulinas de colores que trajiste para el proyecto. Entramos y con cortesía saludaste a mi madre, que estaba sentada en la cocina leyendo una revista. Nos quitamos los zapatos y pasamos a la sala de estar. Decidimos empezar a trabajar para no perder el tiempo. Sin antes yo disculparme, para ir a cambiarme y lavarme la cara. Al regresar me sonrojé al ver que mi mamá te mostraba fotos mías de pequeña. Moría de vergüenza.

- Mejor no los distraigo, - dijo con una voz juguetona antes de retirarse.

- Eras muy tierna de pequeña... - mencionaste con esa sonrisa que sabías lo nerviosa que me hacía sentir.

-Cállate, - te reproché avergonzada, antes de acercarme a la mesa para empezar a trabajar.

- Qué horrible silencio, - al rato me susurraste al oído mirando en dirección a la cocina vigilando a mi madre. Tu cabello un poco largo azabache rozó mi cuello.

- Es porque no está mi papá, - te respondí susurrando, - pon música.

Me obedeciste al instante, y mientras yo escribía los datos reunidos para el trabajo en un cuaderno a nuestro alrededor empezaron a flotar tus canciones favoritas.

Cuando llegó mi turno de pintar, ambos quedamos en silencio. Yo para enfocarme mejor en lo que hacía, y tú....

- Te ves hermosa concentrada... - solté una risita nerviosa, para luego mirarte a los ojos. Te lamiste el labio inferior para después decir, - que ganas de besarte, - miraste hacia la cocina, - pero no creo que eso le guste a tu mamá.

- Yo tampoco lo creo, - te susurré en respuesta con una sonrisa, echándole una mirada a la mujer.

- Pero no creo que le moleste que bailemos, - dijiste levantándote rápidamente de tu asiento para subirle el volumen a la música.

- ¿Bailemos? - repetí algo confundida, por lo inesperada que fue tu propuesta. Seguía esperando una respuesta, pero tú ya me habías jalado de la mano para detenernos al centro de la alfombra.

Cuando posaste tu mano sobre mi cintura mis mejillas se tornaron de un color carmesí. Empezó a reproducirse la canción "My way" de Frank Sinatra y juntos empezamos a flotar, mientras nos sonreíamos llenos de vida.

Se sintió... mágico. Mi corazón no dejaba de latir a una gran velocidad. De mi estómago se apoderaron las mariposas. El calor de tu cuerpo me hacía sentir segura entre tus brazos. El olor de tu perfume me tranquilizaba. Estaba cómoda y muy feliz.

Pero algo salió mal. Me tropecé con tus pies, me desequilibré y mi cuerpo empezó a caer. Reaccionaste rápido y con una mano sujetaste mi cabeza, para que no llegara al suelo. Con la otra te apoyaste en el piso, para no caer sobre mí.

La canción estaba en su parte clímax. Nosotros nos observábamos en silencio. Después de confirmarte con los ojos, de que estaba bien, de que no me había lastimado, noté como tus pupilas crecían. Empezaste a disminuir la distancia entre nosotros. Tus mechones de cabellos empezaron a acariciar mi rostro. Cuando sentí tu aliento rozar mi piel presioné mis labios contra los tuyos. Me seguiste el beso. Nunca había soñado con algo tan bello. Todo era perfecto. Ojalá el mundo se hubiera detenido para poder saborear mejor este momento.

Una voz nos interrumpió.

- Podrían besarse en otro momento, con más discreción también, - mi hermana nos reprochó. Nosotros no aguantamos y empezamos a reír. Escondiste tu rostro en mi cuello por la vergüenza.

No fue mi primer beso, pero sí... el mejor. 



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