𝟖𝟔 𝐛𝐚𝐛𝐲 ; Eddissy

1.

Eddie se despertó debido a los rayos del sol que se colaban por su ventana, dando directamente en su rostro. Soltó un suspiro de molestia, pero esa molestia casi al instante desapareció cuando se giró y abrió un poco sus ojos, encontrando a los de Chrissy observándolo fijamente. La suave mano de la chica le acariciaba la zona del pecho donde se hallaba el tatuaje.

—¿Te desperté? —preguntó ella un poco apenada. Él negó con la cabeza.

Un silencio se formó en la habitación. Durante un par de minutos, Eddie sólo estuvo dormitando mientras disfrutaba de la sensación que Chrissy le causaba. Su mirada bajó a su pecho donde las caricias continuaban. Luego la miró a ella.

—¿Te molesta que lo haga? —quiso saber la rubia deteniéndose un momento.

—Claro que no. —respondió él con la voz ligeramente ronca, y apartó su mirada de la chica ya que de repente se sintió avergonzado. Sonrió y mordió su labio para no dejar escapar una risita. Sus mejillas se tornaron bastante rojas.

A Chrissy le causó mucha ternura verlo así. Le besó la mejilla y pensó que sería divertido avergonzarlo sólo un poquito más para hacer que se sonrojara nuevamente.

Empezó a acariciarle el pecho otra vez y dijo: —Sabes, estoy aprovechando este momento... —él la miró sin entender—. Estuve queriendo ver este tatuaje desde ese día en que me mostraste una pequeña parte de él.

Esta vez si que Eddie no pudo contenerse. La empujó suavemente a un lado, y él se giró dándole la espalda sonriendo y sonrojándose de nuevo. Ella se echó a reír y dejó un beso en su hombro.

—Ya deja de reírte. —pidió Eddie sin poder hacer que el calor de sus mejillas disminuyera.

—Dormimos juntos anoche, y aún te sigues avergonzando así. —susurró ella contra su oído.

Eddie se sonrojó aún más, si es que eso era posible.

—¡Ya cállate! —exclamó entre risas, atrapándola entre sus brazos para dejarle besos en el cuello, causándole cosquillas.

Eddie nunca superaría ese día. ¿Tengo algo en el pelo?... Aún no tenía estos geniales tatuajes... Los halagos funcionan conmigo, así que, te haré un descuento. Recordar la forma en la que había coqueteado con Chrissy lo hacía sentir muy tonto. Pero vaya que funcionó bien, pensó.

Luego de unos segundos de silencio, Eddie dejó salir un largo suspiro. —A veces me siento raro por lo que pasó ese día. —con raro, Eddie se refería a que se sentía culpable por haberle vendido drogas a Chrissy.

Ella también suspiró y se puso a horcajadas sobre él. —Escucha, ya te he dicho que no debes sentirte mal por eso. Yo tampoco debería haber querido comprar... Además, lo cierto es que si yo no seguí con eso fue por ti. No me vendiste más, aunque insistí en que lo hicieras. Tú decidiste por mí. —y sonrió.

Eddie le tomó la mano. —La verdad nunca me importó usarlas. Es decir, ni siquiera me consideraba adicto como tal ¿sabes?, las usaba de vez en cuando, y no me desesperaba por ellas. Tampoco me importaba quienes me compraban, justo por lo que dijiste: ellos elegían comprar. Pero luego de venderte a ti me sentí tan culpable... Aunque si no hubiera sido por eso, quizás no me hubiera acercado a la chica que me gustaba desde primaria, y no estaríamos así ahora. —y dejó un beso en su mano.

Chrissy sólo pudo acercarse para besarle los labios. Después se recostó en su pecho y se dedicó a jugar con su cabello recordando todo lo que habían vivido esos últimos meses.

Todo había empezado porque ella sintió que había llegado a su límite. Entre los estudios, ser porrista, su relación con Jason, el capitán del equipo de básquetbol, pensar en que la graduación se acercaba, pensar en su vestido y demás, sintió que simplemente no podría con todo. Por eso creyó que lo mejor sería usar algo que la ayudara a relajarse, y así llegó a sus oídos que Eddie Munson, líder del Hellfire Club, podría conseguirle ese algo. Y así se dio la venta. Ella estaba un poco asustada al principio, pero se calmó cuando vio que Eddie no era lo que ella esperaba. Creyó que sería aterrador, pero en realidad era divertido y dulce. ¡Hasta le hizo un descuento!