DOS.

23 1 0
                                    

SEBASTIÁN.

Mientras la vi alejarse podría jurar que estaba sonriendo, al poco tiempo cruzó una esquina y la perdí de vista.

-Mierda... -Eché ligeramente la cabeza hacia atrás tirando el pañuelo al suelo.-

No sé quien era esa cría, ni porque pagaba su rabia con mi camisa ¿mi sonrisa no era lo suficiente encantadora como para amansar a una fiera de metro 60? Me reí de mi propio comentario y de mi mala suerte mientras entraba en el aparcamiento jugueteando con las llaves del coche.

-Señor tiene un recado, es su hermana, me ha pedido que le diga que la llame en cuanto estuviese de vuelta ¿le busco el número? -dijo con una amplia sonrisa incluso radiante, pese a haberse levantado seguro antes del amanecer.-

-Descuida, Clau. Puedo llamarla yo. -le guiñé el ojo mientras caminaba de camino a mi despacho.-

Nada más llegar observé mi imagen en él gran espejo que había paralelo a la ventana y me acerqué a este admirando mi figura. Pasé la mano por mi cabello acomodándolo a un lado y sonreí. ¿En qué pensaba esa niña? Le había dedicado mi mejor sonrisa. Miré la mancha de mi camisa frunciendo el ceño, era demasiado grande como haber sido causada por un pañuelo de papel.

Una vez me hube cambiado de camisa (es fácil si tienes una oficina entera pendiente de ti) y cogí el teléfono dispuesto a hablar con mi hermana.

-Muy bien, ¿qué quieres ahora, Rebecca?

-Oh vamos, Seb. ¿Mal día en el trabajo? o es que ¿no has follado esta noche? -Noté la burla en su voz.-

-Cállate hazme el favor ¿sí?- dije indiferente a sus comentarios.-

-De acuerdo, solo llamaba para decirte que está en pie el proyecto de Nueva York. Y que unos de los dos tiene que desplazarse allí tiempo indefinido.

-Espera... ¿Tiempo indefinido? -La voz me titubeó más de lo que hubiera sido necesario.-

Al final acabamos hablando casi dos horas del viaje a Nueva York y más cosas del hospital, para ser 5 años menor que yo tiene más sentido de la responsabilidad, y pese a no haber acabado la carrera ya trabaja en las empresas Griet.

No recuerdo la última vez que había mirado la hora pero ya pasaban de las cuatro o las cinco de la tarde, me había centrado en acabar los últimos informes que Claudia (mi guapísima secretaria) me había dejado por la mañana. Cuando me sonó el móvil, me sobresalté y del susto cogí de mala gana.

-¿Qué?

-Hey, Griet ¿Tienes algo que hacer ahora? -pude notar que sonreía-

-Esto no, Marta ¿qué quieres hacer? - Marta, hay Marta. No es nada serio pero es demasiado guapa como para tener solo de usar y tirar.

-Pensé que te apetecería ir a un Starbucks, tenemos cosas que hablar. -Eso es la frase que peor suena, sino supiera que ella no espera nada de mí, me hubiera agobiado.-

- ¿Nos vemos allí?

-Perfecto. - Colgué con una sensación amarga en la boca. 

¿Seguirá por el centro comercial?

Nada más llegar al Centro Comercial no pude evitar sonreír al recordar la escena del café, ¿qué? espera Griet. ¿Qué ñoñerías dices? es solo una niñata mal encarada a la que manchaste de café, no le des más vueltas.

Respiré hondo al entrar en el Starbucks, adoraba el olor a café que desprendía aquel lugar, café solo con crema. A lo lejos pude ver a Marta, no es difícil distinguirla, resalta entre la multitud. Al darme cuenta que ya había pedido decidí acercarme a la barra a pedir lo mío.

Di un par de golpecitos sonoros con los nudillos intentando llamar la atención de la chica detrás de la barra, que para ser sincero no estaba nada mal. No era muy alta, pelo rojizo y bonitas piernas, o almenos lo que pude ver detrás de la barra. Llevaba el pelo recogido en un moño despeinado y pude darme cuenta de que llevaba gafas.

-Muy bien, ¿qué desea?-con una sonrisa pegó un posit en la encimera y se dispuso a escribir-.

-Un café solo con crema, por favor.-Sonreí, me enorgullecía decir mi café favorito en voz alta, no es que suene absurdo. Simplemente lo es.-

-Oh que casualidad también es m...-levantó la vista del papel y me miró, pude ver cómo calló la sonrisa de su cara al igual que el boli de su mano; era ella.

Unpredicible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora