Capítulo 1.

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El camino a Yendeltown era largo desde Busan, además de solitario y silencioso, si Jungeun quisiera pensar, ese sería el viaje perfecto. Pero pensar era lo que menos quería, siempre que lo hacía, en lo único que podía pensar era Seola y Jungeun ya no quería pensarla, le dolía hacerlo, cada vez sentía que su corazón se saldría de su pecho.

En el camino pensaba en las palabras de Sooyoung, había pasado los últimos meses diciéndole que ir a Yendeltown le ayudaría a sanar, que se distraería encargándose de la antigua granja de sus abuelos y que volvería a Busan sintiéndose mejor.

Pero Jungeun no lo creía así, pensaba que aquel dolor solo saldría de su cuerpo recibiendo una bala en la cabeza.

Siete horas y varias paradas en gasolineras, ese había sido su camino hasta Yendeltown. Lo odiaba, era pintoresco, alegre y ruidoso, todo lo contrario a lo que era ella desde aquel día en que había perdido a su amor.

Cuando era pequeña y visitaba a sus abuelos, Jungeun amaba Yendeltown, le gustaban las tiendas en el centro, las casas pequeñas con jardines delanteros bien adornados con plantas y flores bonitas, y la gente, Jungeun amaba a su gente, pero todo aquello ahora era solo una cosa más que le recordaba a Seola.

- Vamos, Jungeun, sal del auto. - se dijo a si misma. Tenía media hora estacionada fuera de la tienda de sus abuelos. No los había visto en años, por su avanzada edad no habían podido viajar hasta Busan para estar con ella en su duelo por Seola.

Se quedó en su auto quince minutos más hasta que fue su abuelo quien salió de la tienda, por supuesto no conocía su auto y no sabía que ella estaba ahí, además que sus ventanas polarizadas no permitían que él la viera ahí dentro, pero su corazón se ablando al verlo mirar de lado a lado, Jungeun sabía que la buscaba a ella.

Tal vez era la primera vez que sonreía, ni siquiera lo recordaba, pero su amado abuelo la enternecia y la hacía sentir un poco de la alegría que había perdido.

- Abuelo. - lo llamo mientras el hombre miraba hacia la calle, Jungeun pudo ver la alegría y la sorpresa en su cara, sin embargo rápidamente borro su sonrisa por una mueca seria, era un hombre bastante encorvado por su avanzada edad, pero se paró recto para recibir a Jungeun con un saludo marcial.

Su abuelo había sido su inspiración para servir a su país, a pesar de que él no había logrado un grado más alto que el de ella, Jungeun sentía mucho respeto hacia el hombre que estaba frente a ella y sin borrar su sonrisa melancólica, lo abrazo con tanta fuerza que sentía que podía romperlo.

- Que bueno verte, princesa. Tu abuela y yo te extrañamos mucho, creímos que para cuando volvieras a Yendeltown ya no lograriamos verte.

- Abuelo, ¿Qué dices? - lo regaño. - Ustedes aún son jóvenes, ni siquiera pienses en dejarme, ¿Dónde está la abuela? - pregunto tratando de echar un vistazo dentro de la tienda, pero no logro verla.

- En casa. Últimamente está más cansada, pero está bien. La quimioterapia es pesada. - por la cabeza de Jungeun pasaron muchas preguntas, ¿Quimioterapia? ¿Por qué su abuela recibía quimioterapia? ¿Por qué nadie se lo dijo? - sé que es lo que estás pensando, fue una decisión unánime...

- ¿Decisión de quién? - pregunto molesta alzando la voz a su abuelo quien en principio estaba sorprendido, pero serenamente tomo sus manos y las beso.

- Querida, estabas peleando tu lucha por Seola. Tu madre, padre, tus hermanos y yo decidimos que no era momento de decirte y si eso no te parece suficiente, tu abuela también nos pidió que fuera así.

- ¿Que tan grave es? - pregunto aún molesta.

- Avanzado. Tu abuela está luchando, pero los doctores no están seguros que vaya a lograrlo.

- ¿Y me lo dices así? ¿Acaso no te importa? ¡Pudrete! Tú, mamá, papá y los imbéciles de mis hermanos, ¡Todos vayanse al demonio! - varias personas de los negocios vecinos habían salido para ver a qué se debía aquel escándalo, los gritos de Jungeun eran fuertes y cargados de rabia.

Sin decir nada más se había soltado de un tirón de las manos de su abuelo y había cruzado la calle, el hombre en su intento de seguirla había tropezado y caído, pero ni aquello había logrado que Jungeun diera media vuelta y regresará, sin más había subido a su auto y había arrancado camino a la granja de sus abuelos, tenía una sola cosa en mente y era su querida abuela.

La granja seguía como la recordaba, aunque estaba un poco descuidada, pero al menos los animales parecían estar en buen estado.

Dejo su auto frente a la puerta y salió corriendo dentro de la casa, al entrar pudo escuchar la melodía de una canción que su abuela le cantaba a ella y a sus hermanos a la hora de dormir, tampoco pudo ignorar el delicioso olor de comida y de galletas en el horno, supo dónde debía buscar a su abuela.

- Abuela... - la llamo suavemente, con su voz rota y lágrimas en los ojos. Su abuela estaba acomodando la comida con dificultad, estaba delgada, pálida y su cabeza estaba cubierta por una bonita banda.

- ¡Mi Jungeun! - celebro feliz. - Mi amor, no puedo creer lo grande que estás. ¡Estás hermosa, mi cielo! - a pesar de la enfermedad, su abuela la había recibido con el mismo cariño y emoción con el que la recibía cuando la visitaba de pequeña.

Sin esperar invitación, Jungeun corrió a sus brazos, se abrazaron durante varios minutos, minutos en los que Jungeun soltó todas las lágrimas que había estado reteniendo, recibiendo consuelo de su abuela. Recibiendo las palabras que Jungeun había necesitado durante tanto tiempo.

- Tu abuelo me llamo antes que llegarás. - dijo mientras tomaban asiento. Su abuela tomo sus manos y les dió un leve apretón acompañado de una sonrisa. - Mi amada Jungeun, sigues teniendo un fuerte temperamento, pero no te molestes con ellos, ni tus padres, ni tus hermanos y tampoco tu abuelo querían ocultarte nada, fui yo quien les pidió que no te lo dijeran, sabía que necesitabas tu tiempo y que en algún momento decidirias venir y aquí estás. Aquí estamos, mi amor, Dios nos ha dado la oportunidad de estar juntas, así que no desperdicies tu tiempo en estar molesta, ¿De acuerdo?

Jungeun soltó un suspiro y asintió, estaba arrepentida luego de escuchar a su abuela, le había gritado a su abuelo y por su culpa se había lastimado, aún así se quedaría con su abuela y le pediría perdón más tarde a su abuelo, seguro la entendería.

Había pasado toda la tarde con su abuela, habían almorzado juntas, Jungeun había sacado las galletas del horno y luego llevo a su abuela hasta su habitación pues esta ya estaba agotada.

- Abuela, voy a recoger al abuelo a la tienda, ¿Crees que puedas quedarte sola mientras yo voy por él?

- Oh, querida, no estoy sola, Heejin está en las caballerizas, le pedí que nos diera tiempo a solas. - aquel nombre. A Jungeun le sonaba de alguna parte aquel nombre, ¿Jeon Heejin? Su vieja amiga, Jeon Heejin tal vez.

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