Este sentimiento no cambiará | BajiFuyu Week 2022

Día 1: Yakisoba

Resumen: A los hombres se les conquista por el estómago, había dicho su madre. Chifuyu solo debe apegarse a ello.

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El secreto está en los fideos

Hace días que Chifuyu suspira cada dos por tres. Son suspiros variados en duración, pero lo suficientemente intensos como para que cualquiera note que está hecho un manojo de emociones negativas. Por tal razón, su madre lo mira con cautela mientras desayunan como cada mañana antes de que él se vaya al colegio.

Él podría intentar disimular el caos que lleva por dentro si tan solo sintiera el peso de esos ojos tan parecidos a los suyos, sin embargo, en estos momentos le es casi imposible. Las manos de Chifuyu realizan movimientos mecánicos para llevar el alimento hacia su boca, mueve una pierna con insistencia bajo la mesa y suspira cuando al fin logra tragar algún pequeño bocado. Todo su cuerpo pareciera trabajar en completa armonía, a excepción de aquella parte de su cerebro que se encarga de mantener en orden sus pensamientos.

Últimamente no puede hacer otra cosa que darle vueltas a su marcado interés en Keisuke Baji. No hace mucho que lo conoce, aun así, ya lo admira y lo respeta como a pocas personas en el mundo. Ha podido saber más de él gracias a la señora Baji, quien no tiene problema en contarle ciertas anécdotas de cuando Keisuke era pequeño, de sus travesuras, sus sueños, etc. Chifuyu consigue nueva información cada día, sube a su departamento tantas veces como le es posible y hasta se ha ofrecido a ayudarlo a estudiar por las tardes. Puede que tanta cercanía ayudara a que todo se descontrolara dentro de él:

A Chifuyu le gusta Baji. Así, simple y sin adornos.

Lo supo hace más de un mes, lo asimiló hace dos semanas, y justo ahora está en esa etapa en la que necesita llegar a él. Claro que sigue aspirando a obtener el puesto de vicecapitán en el futuro cercano, pero, ¿acaso no sería estupendo convertirse en su pareja también? Por supuesto que sí.

Cabe aclarar que Baji no le gusta en el sentido que lo hace el patear traseros de chicos mayores, o acariciar el lomo suave de Peke J mientras lo tiene en su regazo. Baji le gusta como para caminar de la mano con él de camino al colegio y llevar una foto de ambos como fondo de pantalla. Le gusta tanto, que estaría dispuesto a dejar de desafiar a la gravedad con su peinado si con ello consiguiera esa preciada oportunidad.

No obstante, a lo largo de la semana, Chifuyu ya ha intentado comenzar la danza del cortejo (sutil, claro) con Baji, consiguiendo miradas de desconfianza, un par de zapes y, por si fuera poco, también las burlas descaradas de Ryusei. De nada le sirve ser el acérrimo lector de mangas shojo si no puede hacer nada bien con y para su crush.

—¿Se puede saber por qué estás picoteando el pan, Chifuyu?

Su madre lo trae de vuelta de entre sus cavilaciones gracias a su reprimenda. Es ahí cuando se percata de que ha destrozado un trozo de pan con los palillos que inicialmente usaba para comer el arroz, un roce en su pierna basta para que eche un ojo hacia el suelo y vea a Peke J comiendo las migajas que caen de la mesa. Está actuando raro y ahora su madre está al tanto de ello. Cierra los ojos un momento, aceptando todo el sermón que se le viene encima.

—Lo lamento —dice, esta vez tomando su cuenco de arroz con firmeza—. Estaba...

—Alimentando a Peke J fuera de sus horarios —interrumpe su madre. Ella tiene una expresión reprobatoria y los brazos cruzados—. Ya te he dicho que no me gusta que hagas eso porque vas a mal acostumbrarlo.

—Uh, sí. Ya lo sé. Lo siento.

Chifuyu continúa desayunando antes de que se la haga tarde para partir rumbo a la escuela, mantiene la cabeza agachada y la mirada perdida en algún punto de la mesa. Sigue sin ser consciente de que esto solo le envía más señales de alerta a su madre.