Día 6: Fight

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Resumen: Todo aquel que se atreva a meterse con Keisuke Baji sufrirá el mismo destino.

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Como dios nos trajo al mundo

Camina dando grandes zancadas frente a la fila de sujetos arrodillados que esperan por su veredicto. Chifuyu se siente como parte de una de esas películas de piratas en las que la tensión se respira mientras el capitán decide qué hacer con los rehenes o enemigos. La diferencia es que aquí no hay océano debajo de ellos, ni se encuentran en un barco con banderas negras, así que no hay manera de que pueda decir algo como: ¡Todos ustedes caminarán por la plancha y serán comida de tiburones!

Lo sabe, pero Baji le ha dado libertad de hacer lo que considere más adecuado para darle una lección a los integrantes de una pandilla de pacotilla que osó emboscarlos cuando iban a una reunión. Está es la oportunidad perfecta para hacer una demostración del por qué se encuentra ocupando el puesto de vicecapitán. Pensando en no defraudar a Baji, Chifuyu decide tomar medidas más extremas que solo patear sus mugrosos traseros.

—¡Desnúdenlos a todos! —ordena en voz alta para no dejar lugar a dudas—. Después los golpearé uno a uno para que les quede claro que no pueden meterse con Keisuke Baji, ni con la primera división de la ToMan así como así.

—Pero, vicecapitán, ¿no cree que...

—Ya escucharon —interviene Baji, sonriendo ampliamente porque es evidente que la idea le agrada—. Hagan lo que dice Chifuyu.

—Sí, señor.

Los de la otra pandilla no tienen tiempo de procesar lo que acaban de escuchar cuando ya están siendo rodeados por los integrantes de la primera división. Las prendas vuelan de un lado a otro ante la mirada atenta de Baji. Una playera con el logo de la pandilla de aquellos pobres ilusos cae sobre su bota derecha, no duda en levantar la pierna por los aires para lanzarla lejos. Chifuyu se para a su lado para contemplar mejor la escena.

—¿Qué pasa? —Baji lo codea, burlón—. Creí que ibas a desnudarlos tú mismo.

—No dije eso. Yo me he reservado la mejor parte —se jacta, orgulloso de sus decisiones.

—¿Te refieres a solo golpearlos?

—No lo entiendes, ellos iban a atacarte por la espalda, Baji-san. Les daré la paliza de sus vidas para que no les queden ganas de volver a acercarse a ti, ni a ninguno de nosotros.

—A veces me preocupas —agrega, estirando el brazo para alborotarle el cabello—. Estás un poco demasiado demente.

—¿Y eso es malo?

Baji aprecia cada detalle del rostro del Chifuyu mientras elige sabiamente su respuesta. El chico tiene rasguños y pequeñas gotas de sangre seca cerca de los labios, así que desliza su mano cerca de la zona, comprobando que no le causen molestia o dolor. Chifuyu solo se deja hacer, bastante metido en su ensoñación como cada que están tan cerca.

—Por esta ocasión te diré que no. —Y se aleja en un movimiento rápido.

—Vas a matarme un día de estos Baji-san. En serio.

—¿Por qué? —Es claro que está fingiendo que no lo sabe.

—¿De verdad es necesario que te lo explique? —Chifuyu aprieta los labios para dar la impresión de que por dentro no está invadido por los nervios. Sin embargo, el rubor en sus mejillas se intensifica conforme transcurren los segundos. Baji quisiera echarse a reír, pero no quiere arruinar el momento.

—Sí, es completamente necesario, Fuyu.

Esta es la ventana de oportunidad que Chifuyu lleva rato esperando, pero, ahora mismo, se le han escapado todas las ideas, frases y oraciones que practica cada noche en la soledad de su habitación. Cada una de ellas pensada para confesar sus sentimientos de la mejor manera posible.

—Vas a golpearme después de que diga cualquier cosa, ¿verdad, Baji-san? —averigua, solo por si acaso.

—Eso depende de ti.

—¿Y a humillarme como a estos idiotas?

—Lo de desnudarlos fue tu idea.

Chifuyu se ríe por ante esto último, y también porque uno de los miembros de la otra pandilla lleva ropa interior con la forma de una rana en la parte de atrás.

—¿Sabes? —Su mirada se encuentra con la del capitán, que parece muy interesado en lo que esté por decir. Él toma un respiro y continúa—: Creo que... si el precio a pagar por amarte como lo hago, es arriesgarme a terminar como dios me trajo al mundo en plena vía pública, bien vale la pena.

Dicho esto, Chifuyu se echa a correr hacia el resto para comenzar a repartir puñetazos y patadas. Baji se queda atrás, con la boca entreabierta y sus neuronas trabajando a mil. Hay una duda enorme invadiendo su mente ahora mismo:

Si desnudara a Chifuyu por su insolencia y la forma tan abrupta de confesarle su amor, ¿sería un premio o un castigo?

—Eres un tonto, Chifuyu Matsuno —murmura, sin poder apartar la vista de él. Este juego de estirar y aflojar lo ha rebasado hace mucho—. Pero eres el tonto más especial que conozco.

Esa tarde concluye dos cosas: él también está enamorado, y definitivamente tendrán que repetir este método para hacer escarmentar a sus oponentes.

Este sentimiento no cambiará | BajiFuyu Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora