Día 2: Jealousy / Nerd x Bad Boy

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Resumen: Chifuyu deja de acudir a su salón en cada oportunidad. Ryusei Sato es la jodida razón.

•『♡』•

¡Ah no, hermano, consíguete el tuyo!

Cuando la clase llega a su fin, Baji ajusta sus gafas y dirige la mirada hacia la puerta solo para comprobar que su pesadilla con piernas y peinado de cacatúa está llegando. Chifuyu Matsuno aparece por el lado izquierdo del pasillo, cruza la puerta sin pedir permiso ni dar explicaciones, y llega a sentarse en la banca de enfrente. Lo hace con cero elegancia, desgarbado y sintiéndose genial, porque claro, a él no le interesa en lo más mínimo pasar desapercibido dentro de un recinto educativo.

Y así ocurre cada vez que hay un lapso de tiempo libre entre una clase y otra, durante los descansos, y a veces también a la hora de la salida. Chifuyu Matsuno se ha vuelto una constante en su vida sin que él lo quisiera de esta manera.

—Ya vine, Baji-san —anuncia el chico, como si no fuera más que evidente.

—Sí, ya te vi.

Tiene que prepararse mentalmente para la siguiente clase, pero con Chifuyu ahí no le será posible. Lo escucha parlotear respecto a un grupito de incautos que golpeó afuera, también sobre cómo su madre parece querer más a Peke J que a él, y entonces los minutos pasan volando. Cuando viene a darse cuenta, sus compañeros están entrando de nuevo al salón y Chifuyu se levanta para dirigirse al propio.

Baji no entiende por qué se toma tantas molestias de irlo a ver en cada oportunidad, pero tampoco se lo pregunta.

—Te veré a la salida, Baji-san. —Es una promesa, no hay duda de ello.

Los días transcurren sin mayor novedad. Baji mejora en la escritura de kanjis, temas de matemáticas e historia, siempre con un poco de ayuda de parte de ese chico que ha llamado molesto en reiteradas ocasiones. No va a admitirlo abiertamente, pero comienza a adaptarse a su presencia y personalidad apasionada.

Chifuyu es como una brisa fresca que le viene bien, aunque a veces se sienta más como un tornado que lo agita y le hace perder el poco autocontrol con el que cuenta. Sin embargo, a su madre le cae de maravilla y eso es decir mucho. Demasiado.

Chifuyu se ha hecho un espacio a base de paciencia, constancia y buena disposición. Baji no puede negar que es así.

Esta rutina cambia un día de buenas a primeras, cuando un martes en cada cambio de clases, Chifuyu no se aparece por su salón. Claro que esto no tendría nada de malo de no ser porque, al llegar la hora del receso, tampoco lo hace. Baji elige creer que está ocupado, que algo lo mantiene a raya y no le ve nada extraño al asunto. Sabe que van a verse sí o sí después porque viven en el mismo edificio, comparten hasta el gato, etc. Aunque también lo hacen con Ryuusei, a quien por cierto casi no ha visto y va en la misma clase que Chifuyu...

Deja su pluma a un lado al tener una especie de presentimiento extraño. Sabe que esos dos no la llevan bien, pero espera que las cosas puedan mantenerse en paz por lo menos dentro de la escuela.

Al día siguiente el problema persiste y ya ni siquiera entiende por qué ha empezado a considerarlo como tal. Sí, ve a Chifuyu en el edificio de departamentos y lo hará pasado mañana en una reunión de la división, pero no es lo mismo. El chico no ha vuelto a venir a su salón y eso debería de sentirse bien. No, de hecho, no debería sentir nada en lo absoluto. Baji sabe que debería darle lo mismo, que su vida como estudiante continúa, aunque Chifuyu ya no forme parte de la ecuación.

Él no tiene idea de lo que es una ecuación, pero se escucha intelectual y punto.

Sale del salón con dirección a los sanitarios para enjuagarse el rostro, piensa en evitar estar cabeceando de nuevo como lo hizo en la clase del último profesor, de este modo ya no le llamarán la atención. Va con las manos metidas en los bolsillos, la mente enfocada en dónde carajos se ha estado metiendo ese chico molesto y sus ojos no tardan en dar con la respuesta.

Este sentimiento no cambiará | BajiFuyu Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora