𝐋𝐄𝐘 𝐃𝐄 𝐀𝐓𝐑𝐀𝐂𝐂𝐈𝐎́𝐍 × ʳᵘᵇᶜᵏⁱᵗʸ

4.

Don't worry! It's normal when you fall in love

---¿De quién coño fue la idea?

---De Rubén.

---Vaya, más gilipollas no podía ser.

Alexby sonrió ligeramente, mirando a su alrededor con curiosidad. A su lado se encontraban dos chicos que no conocía, pero que según palabras de Quackity, eran amigos de la infancia de Rubén.

El mismo que había llegado a la hora del almuerzo, diciendo que irían de paseo esa misma tarde. Agregando que no aceptaba un no como respuesta.

---¿Qué os parece salir hoy por la tarde?

---Una pésima idea.

---Haré como si no hubiese escuchado eso.

Quackity suspiró, intentando agregar algo más, pero sin poder hacerlo gracias a que Rubén le cubrió la boca con una de sus manos. Lo abrazó desde atrás, mientras el menor luchaba por su libertad.

Alexby parpadeó, observando la escena ---Rubén...

---Hoy a las tres en el centro comercial, os espero allí. Y no acepto un no ---miró a Quackity, quien seguía forcejeando con él---. Eso va para ti, Quackity.

El menor le maldecía inentendible por la mano que lo mantenía en silencio, pero Rubén sólo sonrió. Se acercó y besó sonoramente la mejilla de Quackity.

Y después de eso, lo soltó.

---¡Rubius, hijo de puta! ---gritó, intentando tomarle de las correas de la mochila, pero el castaño sólo se carcajeó, huyendo de él.

---Aww.

---Cállate, Alexby.

Así que ambos pelinegros terminaron suspirando y yendo al lugar que Rubén les había indicado, un centro comercial.

Fue justo cuando llegaron, que Rubén había arrastrado a Quackity con él. Alegando que había algo que quería mostrarle, dejando a Alexby solo con dos gigantes. Mierda, Alexby se sentía intimidado, aquellos chicos eran altos. Más altos que Quackity.

Aseguraba que uno de ellos era incluso más alto que Rubén.

Mitch suspiró, tirando de su cabeza hacia atrás ---¿Por qué mierda acepte venir? ---su mirada pasó hacia Mike, quien sorbía tranquilamente una malteada--- Ah, cierto. Tú me obligaste.

El mencionado simplemente se encogió de hombros, sin inmutarse.

---Vosotros... ¿hace cuánto conocéis a Rubén? ---cuestionó Alexby, tratando de integrarse a los desconocidos, Mitch se giró a verlo y le sonrió de forma amable.

---Desde que éramos críos, yo tenía diez en ese entonces. Buenos, todos teníamos diez cuando nos conocimos.

---¿Tenéis la misma edad?

---No lo aparentamos, ¿cierto? Menos yo.

Alexby negó, mirando los rasgos juveniles del chico frente a él. Tenía el cabello amarrado en una trenza que le llegaba debajo de la cintura, había notado que tenía pecas que salpicaban su nariz y mejillas.

El chico detrás del pelirrojo no era muy hablador, se mantenía quieto a un lado del otro como un guardaespaldas. Silencioso en todo momento y a la vez pendiente de su alrededor.

Se fijó también en la forma en la que el chico de ojos azules se recargaba frecuentemente en el otro. Con sus dedos decorados con anillos aferrándose a la sudadera oscura del contrario, sonriéndole o diciéndole cosas que Alex no podía escuchar.