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Robert

Cargado con la maleta y la mochila, salí de aquel aeropuerto bullicioso al que no le vendria nada mal señalar las partes del aeropuerto, estaba completamente perdido, hasta que me di cuenta de cual era la salida ya habia pasado casi media hora buscándola.

Poniéndome la mochila medio en condiciones y cargado con la maleta me dirigía hacia el hotel donde el profesor West habia echo la reserva en la gran metrópoli.

El profesor West era un hombre noble de avanzada edad, amante de la arquitectura, se podria decir que todo lo antiguo le fascinaba, el me habia tomado como uno de sus mejores alumnos y quien me ayudo a conseguir un pequeño puesto de ayudante para ponerme en práctica, gracias a el e podido hacer de un sueño a una realidad. Me enseño a no rendirme jamás, me ponia pruebas que no llegaba a entender pero que el decia que me servirían de ayuda en algún momento de mi vida.

El profesor me habia hablado mucho últimamente del Dr. Flaguer, él iba a ser mi supervisor, quien me controlaria mientras yo ejercía una compania de expediciones junto a un compañero que me ayudaria en las prácticas. Dijo que era uno de los Dr. que mas influenciado estaba con el mundo antiguo de Egipto. El profesor me informo de algunos detalles, como por ejemplo que es el director del Museo de Antigüedades Egipcias donde tenia que reunirme con el en su despacho donde trabajaba, aunque no pienso ir sin antes relajarme un poco en el hotel.

Hice un gesto levantado el brazo al aire para llamar la atención de un taxi que justamente pasaba por delante de mi, el coche parecía que venia del desguace, aun le quedaban los restos de pintura blanca sobre las puertas, el techo y el capó.

- ¿Puede llevarme a este lugar?, le dije al taxista acercándome a la ventanilla enseñándole en un papel la dirección del hotel donde iba a alojarme.

- Claro, suba le llevaré enseguida, tardaremos unos 10 minutos en llegar, acomódese Sr., me respondió con ese acento tan peculiar llevándose un palillo de dientes a la boca.

De camino al hotel pasamos por un estrecho callejón, tan estrecho que llegaba a rozar con los espejos retrovisores del coche a las paredes de los edificios haciendo un ruido infernal "normal que el taxi estuviera en esas condiciones", ese callejón daba a un enorme parque donde habia un rastrillo muy grande de pequeños puestos de comida, ropa tipica de alli, baratijas y otros objetos de aquella zona.

- Pare aqui por favor!, le dije al taxista.

- Bien Sr. lo que usted quiera, págame tengo que seguir trabajando, no puedo esperar, decia mientras frenaba y posaba el coche al lado de la calzada.

- Esta bien, pero digame si queda mucho para llegar al hotel, le decía mientras salia del coche.

- No, el hotel se encuentra a dos calles de aqui Sr., no tiene perdida, todo recto hacia abajo, me decia mientras cogia el dinero que le entrege señalando la dirección por donde debía dirigirme. Sin más, arranco y desapareció dejando tras de si una nube de polvo y humo que me envolvía, lentamente el humo se disipaba y la arena bajaba hasta posicionarse de nuevo sobre el áspero y caluroso suelo.

Dar un pequeño paseo por aquel parque me vendria muy bien después de haber pasado horas y horas en el avión, aun que tuviera que cargar con la maleta.

El parque estaba a rebosar de gente, era una gran agloneración de personas de todas las clases y razas, aunque la mayoria eran los típicos turistas con camiseta blanca, pantalón corto, con sombrero de paja artesanal y colgando del cuello una gran cámara óptica donde inmortalizaban sus viajes.

Me acerque a un puesto de cámaras de fotos, es increible, allí podias encontrar de todo, y a un buen precio. Aproveché la oportunidad y me compré una cámara de aquel puesto, metiendo la cámara en la mochila empecé a escuchar leves gritos que venían de la masa de turistas que habia cerca de donde me encontraba, no le quise dar mucha importancia y seguí mirando en los puestos de alrededor.

Amosis IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora