El frío aire quemaba mi rostro como pequeñas cuchillas afiladas, aunque en este punto estaba tan acostumbrada que solo lo dejaba ser y ya no intentaba cubrirme hasta sofocarme porque resultaba ser muy inútil para la movilidad y, ciertamente, para alguien que nunca necesitó ropa muy abrigada, muy incómodo.
Ignis, mi bonita halcón, se encontraba haciéndonos compañía en una percha de madera a lado de la mesa de pai sho, soltando pequeños sonidos agudos de interés ante las coloridas piezas que cada cierto tiempo se movían de ambos lados.
—Oh, querida _______, te has vuelto muy buena en esto. —Me dijo el tío Iroh en una voz orgullosa mientras acariciaba su barba y sonreía.
—¡Gracias, tío! Aunque no tiene que felicitarme porque aún no he logrado ganar ninguna de las partidas. —Contesté con una sonrisa.
Seguimos moviendo las fichas y de pronto el tío Iroh volvió a hablar.
—¿Hay algún animal en esta zona que quieras que busquemos para tu investigación, querida? Para enviar a alguna pequeña tropa a encontrarlo antes de que por alguna razón Zuko decida cambiar el rumbo, otra vez.
—¿En esta zona? No, creo que no, ya tengo todo, a no ser de que exista un animal que no conozcamos. —Dije. Moví una pequeña pieza de loto y en el momento en que la coloqué, me di cuenta de mi error.
—Otra victoria consecutiva para mí, querida _______. —Dice orgullosamente. —Ahora estuviste más cerca de ganarme, aunque no lo suficiente.
—Bien, no pasa nada. Habrá otra partida en el futuro que tal vez pueda ganar, ¿no es así, tío?
Iroh asintió suavemente aún con su sonrisa y luego miró a Zuko, que se encontraba detrás de él, dando vueltas por todo el frente de la nave como si esperara que en algún momento el mismo escenario de icebergs y cielos despejados que hemos estado viendo durante meses cambiara como por arte de magia y saliera el Avatar lanzando rayos y haciendo llover rocas. —Como me gustaría que mi sobrino fuera más como tú y pasara tiempo de calidad con su viejo tío.
Y, oh, seguramente aquí viene un ataque directo y sin escalas de parte de Zuko ante el comentario, pues volteó enfado y frunció aún más el ceño ante el juego en la mesita y las bebidas calientes.
—¡Ustedes también deberían de pensar en dónde podría encontrarse el Avatar en vez de perder su tiempo en ese estúpido juego!
Él es tan predecible que pude decir en mi mente, lo mismo que Zuko, al mismo tiempo que él. Hasta sentí ganas de rodar los ojos ante su estúpido arrebato.
Ignis voló hasta colocarse en mi hombro y le lanzó un chillido agudo y de advertencia a Zuko, para que detuviera su arrebato.
—¡Zuko, alces la voz! ¿¡Quién te crees para gritarnos!?—Le grité.
Si había algo que me molestaba horriblemente, al punto del odio, era que me gritaran, y mi prometido tenía gran placer en hacerlo por cualquier cosa.
Me levanté de mi asiento para ir junto a él y ponerme al mismo nivel, pero entonces una gran luz iluminó blanca iluminó todo el cielo.
—¡Zuko, detrás de ti! —Grité asombrada mientras me tropezaba un poco y me ponía correctamente de pie, señalando la luz, sintiendo también a Ignis aletear en mi hombro para mantener el equilibrio.
Zuko volteó rápidamente tras él y también miró ese fenómeno.
—Por fin... —Susurró. Volteó de nuevo con nosotros y se nos acercó, señalando hacía la luz mientras nos miraba. —_______, tío, ¿saben lo que esto significa?
Iroh suspiró, miró la mesa con el pai sho y luego me miró a mí. —Significa que no podremos jugar otra ronda, querida _______. —Dijo con una voz muy aburrida y cansada.
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Zuko y tú |Libro Agua|
Fanfiction¿Cómo podría dejar ir solo a mi prometido, con quien me críe desde la niñez, a un exilio sin fin para buscar al Avatar, a quien no se ha visto en más de 100 años? Luego de rogar y exponer que quería hacer una investigación de campo sobre los distint...