Parte Uno

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Buenos días, buenas tardes, o buenas noches, en el peor de los casos. Bueno, creo que este mensaje será cómo bandera blanca, aunque creo que por tu parte todo ok. La verdad no tengo la menor idea del porqué dejamos de hablar de un día para el otro, simplemente un mensaje del año pasado y listo. La razón del mensaje de un simple «hola» era para ver si así podíamos entablar conversación (cosa que fracasó rotundamente), pero meh, se intentó, era la manera más segura ya que no encuentro un momento para hablarte personalmente y, cuando estoy por hacerlo, me cuestiono varias cosas: ¿Me ignorará? ¿Qué me dirá? ¿La haré sentir incómoda? ¿Y si no logro nada? ¿Qué puedo perder si ya somos desconocidas? O me quiero convencer de eso. Creo que me hizo bien soltar, al menos creo que por fin logré soltar, es complicado. Realmente es complicado. Y es que, regresando a nuestro pasado, extraño a esas niñas que tenían planes de vida, ¡hasta ahora los recuerdo! Algunos no tenían sentido, otros eran demasiado irreales y otros eran pensamientos de niñas de doce años. Pero por ahora quisiera saber: ¿Cómo estás tú? ¿Cómo estás ahora? La verdad no conozco a tu yo de ahora y me da curiosidad, claro, sin meterme mucho para no incomodarte. Pero sí me gustaría saber cómo estás. Cómo te encuentras y si también pensaste en hablarme, y no como compañera, sino como amiga.

Dios, me mataba pensando en cómo hablarte y cada vez que cruzamos miradas me decía que iba a hablarte ese mismo día y luego, después de unos minutos, me congelaba y mi mente se ponía en blanco por las dudas que ya mencioné. Es que se me hace difícil aunque solo sea una charla.

Pero creo que soy la única que se desea volver a esos años y ser como antes, claro, ya no solo nosotras dos, sino seguir como ahora pero hablar seguido sin afectar la relación que tenemos con nuestros grupos de amigos. No sé si te parezca, pero sería bueno, ¿no lo crees? Empezar desde cero y volver a ser amigas, si así lo deseas.

Haría este mensaje más largo, pero no quiero aburrirte y mucho menos incomodarte. Eso es lo que quería decirte. Igualmente, estaré esperando un mensaje de regreso, mas si no deseas, no habrá problemas, entiendo.

Pdt. Gracias por enseñarme a ser libre.

Con todo el cariño del mundo: M.

***

Terminé de escribir el mensaje y lo mandé. No era mi especialidad mandar este tipo de mensajes ya que solo llegaba a escribir un «¿Cómo estás?». Hacerlo fue un gran logro para mí, aunque ella no me escriba por el testamento que mandé. Daba igual, era una carta, no era una declaración de amor.

Me lancé a mi cama de espaldas y suspiré profundamente.

Hange no iba a responder, ella siempre dejaba mis mensajes en visto y, por más que ella quisiera, sabía que no mandaría todo un testamento de regreso, así era ella.

Una, dos, tres horas y no había respuesta, es más, ni siquiera había leído el mensaje. Ya había tomado la iniciativa y no me arrepiento de ello, después de todo, Hange sigue siendo importante para mí.

***

—Oye, ¿buenos días, no? —Eren se puso frente a mi mesa.

Me levanté y lo abracé— Buenos días. —le dije.

—¿Por qué tan triste? —Alzó una ceja.

—Le escribí… —respondí, llevé mis manos a mi cabeza, sujetándola.

—¿¡Cómo que le escribiste!? —exclamó y luego puso una cara confusa—. ¿A quién le escribiste? —preguntó, intrigado.

—¿A quién más? —Ladeó su cabeza—. Ugh… A Hange… Le escribí a Hange… 

Dejando ir | Hange ZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora