Capitulo 1.

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Capítulo 1.

Era un bonito y blanco medio día en la aldea oculta entre las hojas, debido a que en estos tiempos era bañada por una esplendorosa y fina capa blanca de nieve la cual caía con esmero del cielo, algo gris, y por todo el país de fuego en pequeños puntos blancos dándole un aspecto de paz y esplendor a cada rincón de sus praderas, montañas, altos árboles y aldeas. En konoha se apreciaban decenas de lucecitas coloridas y decoraciones navideñas que adornaban algunos rincones de puestos y tiendas de comercio, al igual que casas y calles al pasar por estas, mientras que en otros rincones los aldeanos comenzaban con la tradición decorativa. La navidad estaba llegando. Ya era otro año más que pasada después de la victoria en la Cuarta Guerra Mundial Shinobi.

Paz. Esperanza. Amor. Era lo que se sentía y vivía desde entonces; pero en estos tiempos todo ello y juntando la bondadosa alegría que sentía cada persona en el mundo en ser dichosos de compartir de nuevo junto a sus familiares y seres queridos la tradición navideña, era el mejor deseo que pudiesen pedir, ya que desgraciadamente muchas vidas se perdieron tras la guerra; aunque sabiendo que se fueron dándolo todo por un mejor futuro. Uno que hasta ahora era vivido en plenitud por todos.

Algunos de los aldeanos quienes mantenían desde muy temprano su rutina de laborar en sus puestos de comercio y otros caminaban con diferentes motivos por las calles, se abrigaban de pie a cabeza debido a la gélida brisa que los abrazaba, dejando flotar en descenso los sutiles y cristalinos copos de nieve que terminaban haciendo masa blanca en el suelo y tejado de casas y edificios, mientras otros se impregnaban en las ropas convirtiéndose en humedad invernal.

En una bonita casa aunque un poco grande ubicada al centro de la aldea, se encontraba un chico de 19 años, de una cabellera rubia algo alborotada, quien yacía tumbado boca arriba de su cama, con la mirada levemente ceñida al techo de su recamara. Se encontraba pensativo.

-si lo hago tal vez se enoje conmigo y lo empeore…o, quizá…le ayude a decirme por fin su decisión…--hablaba calmado, aunque su tono tenía algo de preocupación.

Ahora miraba por el ventanal que había aun lado de su cama, se quedó observando el cómo caían pausadamente los finos copos de nieve. Soltó un suspiro impaciente.

-… ¿Qué crees tú, Kurama?--. Preguntó llevando sus manos detrás de su cabeza y volver a mirar el techo.

-“no lo sé chico…sabes que no sé sobre temas amorosos”—respondió con sarcasmo el biju quien yacía acostado muy a gusto dentro del rubio. Este frunció el ceño al escucharle.— “Pero lo que sí te podría aconsejar…es que no pierdas las esperanzas, ya bastante has esperado hasta ahora como para rendirte sin más. Sólo espera a saber la verdadera razón de su confusión”—dijo luego.

Naruto al escucharle se quedó de nuevo pensativo. Razonando a lo dicho por Kurama, se mordió el labio frustrado, sin dejar de estar en la misma posición. Llevaban varios minutos en lo mismo: hablando del mismo tema. O bueno desde ya hace unas dos semanas. Cosa que al zorro ya le fastidiaba, pero resignado igualmente a esa situación.

Ambos eran muy buenos amigos.

Desde que habían hecho equipo en unir sus fuerzas y obtener la victoria en la guerra se habían hecho muy unidos. Naruto algunas que otras veces le pedía consejos al zorro cuando se sentía en duda o confundido de acuerdo a la situación, claro; a cambio de dejarlo salir de su cuerpo por unas cuantas horas o hasta días si quería; como si fuera la cosa más normal del mundo. Esto debido a que en los dos últimos años pasados ambos habían tenido un entrenamiento especial gracias a unos pergaminos sumamente secretos pertenecientes al clan Uzumaki, que habían sido escondidos por seguridad desde entonces.

Naruto al ser el último descendiente del clan Uzumaki, sumándole el ser el ninja más fuerte y futuro sucesor para el puesto de hokage de la aldea le había sido concedido el poseer todos los secretos de tal clan, al igual que el serle entregada por derecho la herencia de sus fallecidos padres. Como la casa donde actualmente vivía, era algo grande para una persona como él -que vivía solo y no acostumbrado a tanto lujo. Pero admitió sentir tranquilidad y paz al momento de estar en ella, imaginándose a sus padres en ella. La carga de la responsabilidad la obtuvo al serle cedido todos esos secretos que una vez sus ascendientes maternos poseyeron. Y el prometer en hacer de ellos un beneficio para la paz.

Mí deseo - NarusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora