Capítulo 2

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Debía ser una broma lo que estaba pasando en ese momento, simplemente sentía que todo comenzaba a girar entorno a ese dios.

Cuando llego a la preparatoria, se encontró con que su tarea era para poder ir al museo nacional, en dónde se presentaría una exhibición especial de la cultura griega, y justo en ese momento, se encontraba afuera de dicho establecimiento junto a sus amigas.

- Por favor, no se separen del grupo. - fue la única indicación que recibieron del profesor antes de entrar al museo.

Uno a uno fueron viendo los diferentes cuadros y esculturas que fueron encontrados en diferentes lugares, desde los tres dioses principales hasta los hijos conocidos de estos.

Hasta que un cuadro en específico llamó su atención, se trataba de la representación que los romanos habían hecho del dios Ares.
En el cuadro se veía al dios en todo su esplendor, como el guerrero formidable que era.

El torso al desnudo, su caso dejaba ver sus rubios caballos, de la cintura para abajo llevaba una especie de armadura, y portaba un escudo y su famosa lanza, mientras de fondo se veía una especie de incendio.

Un raro impulso la hizo acercarse para poder contemplar con detenimiento dicha pintura, y justo cuando estaba por acercar su mano y tocarla, fue detenida por alguien.

- Esta prohibido tocar las pinturas en exhibición. - hablo amablemente sabiendo que llamaría su atención. -
- Lo siento yo... - Aome trato de justificarse, pero no sabía como explicar que esa pintura parecía estarla llamando.
- Te parece cautivante. - termino de decir el desconocido a sus espaldas.
- Si. - fue lo único que la azabache se limito a responder.
- Aun no es tiempo. -
- ¿Qué quiere decir? - girandose para voltear a ver al desconocido a sus espaldas, cuya voz le parecía familiar.

Cuando Aome se giro para ver al hombre con el que había estado hablando, se llevó la sorpresa de que no había nadie, volteo a todos lados, y ni siquiera la estaban voltenado a ver, era como si solo ella lo hubiera escuchado.

Grecia, santuario de Athena.

La guerra santa había llegado a su fin, gracias a la intervención de Persefone, Saori nunca hubiese imaginado que la chica que había contratado como su asistente, resultó ser la reencarnación de su hermana.

Gracias a eso, Hades, Athena y Poseidon habían llegado a un pacto de paz.
Pero había alguien más con quien aun debía ajustar cuentas, más bien, alguien a quien debía pedirle perdón, con, como su padre lo llamaba, su contra parte, su hermano Ares.

- ¿Te preocupa algo Athena? - Shion, el patriarca del santuario pregunto bastante preocupado al ver que su diosa parecía triste y distraída. -
- Recordaba a mi hermano. - fue lo que Saori respondió, aún con la mirada perdida.
- ¿Apolo? - el patriarca cuestiono con algo de duda.
- Ares. -

Shion se sorprendió, pues, después de lo que había pasado con él y Saga, para él y todos los caballeros, mencionar ese nombre era una especie de tabú.

- Athena... con todo respeto, sabes que nosotros no hablamos de él después del incidente con Saga. - expresó Shion con bastante seriedad. -
- Shion... de cierto modo yo lo provoque. - respondió la diosa mirando a la nada y dejando que las lágrimas comenzarán a brotar. - No lo estoy justificando, pero por mi culpa... por mi culpa le arrebataron lo que más quería.
- Ciertamente no estoy entendiendo. - era cierto que había veces en las que Shion no entendía a su diosa, esta era una de esas veces.
- Hace 500 años, yo ayude a mi padre, para que pudiera sellar a mi hermano, si te soy sincera, los dos lo hicimos por celos. - dijo mientras su voz se quebraba, estaba claro que Athena estaba arrepentida de algo muy grave - Por eso... él decidió atacar el santuario desde adentro. -
- El dios Zeus sello a Ares porque era el único que podía hacerlo, sobre todo después de que fue él quien desapareció la perla de Shikon. - pues si, esa era la historia que Sendai, la antigua reencarnación de Athena, le había contado a Sage y Hakurey.
- Eso es lo que nos encargamos de decir pero... la verdad, lo que realmente pasó, es algo que sólo mi padre y yo sabemos. - Athena estaba arrepentida y sobre todo avergonzada, por ese motivo, no se atrevió a decirle nada mas a Shion.

Las palabras de Athena lo dejaron sorprendido, si, se sabia que desde la época del mito, Athena era una diosa justa y benevolente, pero también muy celosa, por eso había sido la guerra en Troya, pero nunca imagino que por celos hubiera ayudado a su padre a sellar a Ares.

Días después

Aome regreso a la época antigua, pero aún más confundida, en su mente seguían resonando las palabras de ese desconocido al que no pudo ver, pero que por alguna razón, había asociado su voz a la del dios Ares.

¿Para que no era tiempo aun? ¿De que estaba hablando ese hombre?
Pero de una cosa si estaba segura, sentía que todo lo que había pasado, era culpa de ese libro que por alguna extraña razón, no había devuelto a la biblioteca de la escuela.

- Vaya. ¿Vives en ese pozo? - el tono jugueton con el que el dios Ares le hablo consiguió llamar su atención. - Eres demasiado bonita como para vivir ahí.
- ¿Por qué esta usted aquí? - en cambio, la voz de Aome, salio un poco asustada, estaba segura de que en esta ocasión no lo había llamado. - Yo no lo invoque... creo.
- Tenía curiosidad sobre ti, y vine a verte. - respondió cinicamente y avanzo hasta estar cara a cara, era evidente que el dios de la guerrano tenia inconveniente al estar cerca de ella
- ¿Qué eres mujer? Es evidente que no eres de por aquí, y no vistes como las mujeres de algún otro lugar.
- Prefiero no responder, me tomará a loca y no quiero jugar con su paciencia.  - la azabache respondió tranquilamente,  quería sonar convincente.
- Soy un dios, chiquilla, no hay imposibles para mí. -  Ares contraatco ese argumento,  aunque era verdad, al ser un dios, casi no había nada imposible para él.
- Vengo de 500 años en el futuro, y soy la guardiana de la perla de Shikon. - respondió ella, claramente habló más rápido de lo que pretendía, pero lo hizo.

Aome debía admitir que no le agradaba que le dijera chiquilla, pero no era tan imprudente como para contradecir o retar a un dios, si se tratara de alguien más, otra cosa sería.

Por otro lado, Ares estaba sorprendido por lo que Aome le había dicho, pero eso despertó aún más su curiosidad, quería saber todo lo relacionado con ella, y si venía de 500 años en el futuro, no importaba, él se encargaría de hacerla vivir por la eternidad.

- Me gustaría hablar contigo y escuchar tu explicación. - Ares se acercó a ella y estaba hablando muy cerca de su rostro. - Pero tu perro guardián esta cerca. -
- ¿De que esta hablando? - pregunto  Aome, un tanto confundida -
-  Te lo explicaré después, aun no es tiempo. - Fue todo lo que el dios de la guerra se limito a responder antes de irse.

Volvió a acariciar su mejilla, pero esta vez, antes de desaparecer, beso su mejilla, dejándola aún más sorprendida, con muchas dudas, y sobre todo, con un gran sonrojo en su rostro, y cuando desapareció frente a sus ojos, ella cayó al suelo, sin entender que era lo que realmente había pasado.

Guerra Y Paz (Aome x Ares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora