• Capítulo 01 •

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Antes de deslizar un labial que hizo que sus labios lucieran brillantes y un poco más gordos, Lilith recorrió su rostro ovalado desprovisto de emociones en el espejo deteniéndose directamente en sus ojos. Aunque ella sabía que los irises eran de un café fuerte que solo con la luz pegando directamente en ellos se podía apreciar, le sorprendió saber que las sombras en tonos marrones que le decoraban los párpados hacían que sus ojos pareciesen negros sobre la palidez de la piel canela privada del sol.

Escuchó unos golpecitos constantes en la puerta de la habitación y ya tenía su atención en ella.

-¿Lali? -Dijo una voz firme y dulce al otro lado de la madera reluciente, llamándole por el apodo que solo una persona usaba con ella-. ¿Estás lista?

Lilith frunció el ceño, pero permaneció observando su reflejo en el enorme espejo del tocador.

Nadie tocaba a su puerta desde que hace unos cuantos años atrás, el Jefe personalmente advirtió a toda su gente que no lo hicieran. Fue a petición de ella, obviamente, Robert no era ni de cerca su amigo más íntimo, pero si él mantenía lejos de ella a los atrevidos o depravados de su mundo, ella estaba dispuesta a ser la mejor chica que podía ser con él, aunque él no fuese de su agrado.

Levantándose del taburete con una gracia atractiva aprendida en los años de convivencia con las Damas de Compañía del "Club Estelar", consideró responderle cortésmente mientras analizaba su vestimenta sensual con ayuda de su reflejo.

Un lento giro completo sobre sus talones y tenía un mejor panorama de su cuerpo. Allí, sólo veía una chica de huesos pequeños embutida en una minifalda blanca de cuero brillante con delgadas cadenas de plata colgando de sus caderas y una abertura considerable en el muslo izquierdo, un ajustado top sin mangas con profundo escote a juego, y botas de tacón alto del mismo color con cadenas más finas rodeándole las rodillas.

Por otro lado, el resto de ella era normal. El cabello, hebras de seda negro brillante estiradas hacia atrás en una elegante cola de caballo que le acariciaba la parte baja de la espalda, un flequillo relativamente recto sobre las cejas perfectamente depiladas enmarcaba su rostro, el maquillaje sencillo y las uñas pulcramente pintadas con brillo y una franja delicada blanca en la orilla.

Sencilla, pero aún no pasaba tan desapercibida, era justo como vestía toda Diamante destinada a perder la virginidad con un desconocido a cambio de dinero. Perfecta, hubiese dicho Robert. Incluso ella, mientras deseaba que la pastillita mágica hiciese efecto pronto para desprender el asco que sentía al verse, en el fondo de su mente se regodeaba de orgullo por el resultado.

Así que volvió a mirarse en el espejo, todo lo conforme que podía estar, y le pidió a la mujer detrás de la puerta que entrara.

-Vaya, Lilith, si hubiese sabido que yo misma abriría la puerta, ni me molestaba en llamar -girándose a media oración desde cerca del ventanal donde estaba, entrelazó la mirada a un par de fascinantes ojos grises repletos de gracia-, te juro que me hice veinte años más vieja esperando ahí afuera. Te has tardado una eternidad en responder.

-Oh, no, cariño. Es un buen intento, pero no puedes culparme por ello, ya te había dicho yo que las canas estaban allí antes de hacerte esperar en mi puerta. -Sonriendo abiertamente, Lilith agitó la mano para restarle importancia mientras se acercaba a ella, y luego dijo:- ¿Ya es hora?

-Ja, ja. Muy graciosa, niña. -Respondió a la burla con una diminuta sonrisa, reusándose a ceder al tirón en la esquina de sus labios escarlata-. Y sí, ya casi es la hora, por eso he venido a buscarte, los demás esperan abajo, y Robert está que echa chispas de la impaciencia.

Al decir las ultimas palabra, y con una diversión genuina en el rostro, pasó a observar de los ojos de Lilith a su ropa, y viceversa, borrando cada vez más cualquier expresión de su cara en cada pasada.

Soy tu Dueño [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora