• Capítulo 02 •

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—Tus ojos… no lo sé –se encogió de hombros–, si me acerco un poco, parecen hojas sosteniendo pequeñas gotas de agua.

El recuerdo la paralizó en su lugar y esfumó tan rápido como vino. Lilith no podía creer que alguien le recordara a él así que sacudió la cabeza para despejar cualquier idiotez de su cabeza. Pero entonces, la sangre le abandonó el rostro. Solo una persona en todo el lugar podía dar una orden de ese grado sin ser cuestionado, y justo ahora no quería mantener una conversación con Robert sobre la poca libertad que tenía y exigirle retirar la orden.

Lilith solo quería fingir que tenía una vida tan normal y equivocada como la de sus compañeras que llegaron voluntariamente al Jefe. Ese pensamiento le hizo reprimir una mueca de disgusto. Ella no podría tener una vida normal como sus compañeras porque ella no estaba ahí voluntariamente.

—Deja de fastidiarla, Pantera, o harás que vuelva a encerrarse en su torre. –Advirtió Cobrannie en un gruñido, y riendo por lo bajo rodeó al hombre dándole una palmadita en el hombro mientras caminaba hacia la puerta.

Tus ojos... –Dijo Lilith recreando algo en su mente.

Como una completa idiota, ve y dile lo más estúpido que te venga a la mente. Se burló de sí misma.

Pandera alzó una ceja en su dirección, lanzándole una mirada que hizo que de pronto deseara que la tierra se abriera bajo sus pies embotados y se la tragará viva. Luego una sonrisa depredadoramente sensual emergió por su rostro, fracturando la inquietante seriedad de él. Lilith lo observó a detalle. Pantera era un joven increíblemente apuesto ignorando el perfume exquisito proveniente de él, pero si lo dejase en la ecuación, también pudo haber calificado su elección como la de un experimentado cazador de mujeres.

—¿Te gustan? –Preguntó sonriendo.

Su voz era enloquecedora.

—Mucho... –Susurró ella despacio.

—Tengo un par de cosas que pueden gustarte más.

Sonrojada y sin saber qué responder, Lilith aún continuaba de pie adelante de él cuando Cobrannie regresó sobre sus pasos, cogió su mano y tiró de ella hacia la escalera de salida.

—Nos vemos pronto, muñeca. –Prometió él, y Lilith sintió los vellitos de la nuca erizársele con aquellas palabras.

Sin embargo, se abstuvo de mirar por encima de su hombro el tiempo suficiente para qué,  cuando giró, solo tuviera una vista rápida de un guiño y una media sonrisa juguetona antes de que la puerta se cerrase en sus narices, haciendo que los sentidos de Lilith se dispersaran a su alrededor.

—Lo siento, Lilith, debí advertirte por el comportamiento de Pantera ahora que lo verás cada vez que vengas a esta área. –Dijo Cobrannie arrastrando su atención lejos de las puertas cerradas.

Lilith arqueó las cejas y frunció los labios, sintiendo como la atención se drenaba de su cuello y sus hombros. Solo era imaginación suya la sensación de familiaridad, Pantera era... otro hombre más que colaboraban a su encierro, debía odiarlo entonces.

—Siempre está allí sentado vigilando que nadie del exterior entre el Resguardo... –Lilith había perdido la mitad de la conversación entre sus pensamientos, por lo que casi no nota que cobra divagaba nerviosa–... y tiene esa extraña costumbre de hacer bromas pesadas a quienes le caen bien. Tú le caes bien por lo que se ve, ha estado fascinado contigo desde que te encontró vagando en uno de los pisos superiores, dice que pareces interesante.

Soy tu Dueño [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora