CAPITULO N° 5

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Álvaro empieza a recobrar el conocimiento, restregando su cuerpo en el pavimento ya que no podía moverse como él quisiera, a un mantenía los ojos cerrados.

¿Puedo escuchar voces? ¿Pero qué ha sucedido? Abrí los ojos lentamente y todo se veía borroso pero poco a poco se aclaraba mi visión y lo primero que vi fue a Erik al lado de Martin con los miembros de la brigada y otros quince estudiantes; no solo eso, nos encontramos en la azotea y yo tenía las manos y los pies sujetas con cuerdas. Que mierda está sucediendo. Musite  

Hice un esfuerzo hasta intentar sentarme apoyándome en el muro del tanque de agua, viendo como el neurótico de Martin reía…

–Por qué…  Miraba fijamente a Erik esperando una respuesta. ¡Dime por que…! Grite sin encontrar respuesta suya y sin prestar atención a los demás.

–Si… te… entrego, ellos me dejaran seguir en este lugar. Se lo dije a Álvaro con muchos nervios, sabía que estaba mal hacer esto pero no tenía alternativa, no quería marcharme.  

–Maldita sea… dijiste que te marcharías. Se lo grite a Erik con el ceño fruncido esperando que recapacitara.  

–¡Todo es tu culpa…! No me importaba ser acosado por ellos. No lo soportaba más que termine gritándole a Álvaro.   

–¿De que estas hablando? No entendía nada que miraba inexpresivamente a Erik, su comportamiento todo era distinto en él.

–¡No sabes cuán difícil es vivir sin él! Pero soy muy cobarde para quitarme la vida, por lo que deje que descubriesen que era homosexual, ellos tal vez podrían haber cumplido con mi sueño pero tu interferiste una y otra vez; no quise que salgas lastimado por mi culpa, por lo que tuve que sentirme obligado de marcharme de este lugar, los pasadizos, el campo, los salones; todo este lugar está lleno de él y dejarlo es verlo morir otra vez. Grite todo a Álvaro sin importarme que los del comité estuviesen ahí, con lágrimas en los ojos.  

–Porque no me contaste todo lo que sentías: tu tristeza, tu dolor, tus penas. Porque no pediste de mí ayuda. Desde que murió mi hermano pensé que yo era el único que entendía a Erik por lo que me dolieron sus palabras, siempre pensé que lo estaba protegiendo, nunca imagine como se sentía en realidad, pero aun así mi inquietud era grande al ver a Martin a su lado. Salí de mis pensamientos para nuevamente clavar mi mirada en Erik. ¿Por qué estas al lado de Martin? Grite.  

–No tienes de que preocuparte solo tenía que decir la verdad y así se confirmaría que tú eres hetero y te dejaran tranquilo… Lo dije calmadamente mirando a los ojos de Álvaro, no por su perdón, pero si para ver que diera un suspiro de alivio, ¡No lo hizo! No lo entiendo su ceño se frunció a un mas, vi como presionaba los dientes para luego dar un gran grito. ¡Idiota…!  Dijo y en ese momento Martin empezó a reír… Por primera vez un viento helado recorrió mi espalda y tuve mucho miedo que no me atreví a verlo pero aun así.

–¡Tú lo prometiste! ¿Dijiste que si Álvaro no era homosexual lo dejarías tranquilo? Me sentía todo un tonto. ¡No! Era el rey de los tontos esperando una respuesta de Martin y de su grupo que estaban riendo, estaba furioso conmigo mismo por ser un gran idiota porque una y otra vez le causaba problemas; estaba cansado de todo esto ya no podía soportarlo que me gire y trate de golpear a Martin para que parara su estúpida risa. No tuve resultados pues Martin lo esquivo y me atrajo hacia él dándome un golpe en el estómago con su rodilla que caí al suelo retorciéndome y él seguía riendo; “no lo permitiré” Pensé y cuando trato de avanzar lo sujete de la pierna, se giró a mirarme, ¡ja…!  Martin estaba furioso porque lo sujete fuerte que empezó a golpearme con la otra pierna; no lo dejaría, no lo voy a soltar. Me decía una y otra vez.  

Tu, él, ellos y nosotros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora