Capitulo 4

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Era una hermosa mañana en el lujoso apartamento del héroe número uno, Gojo abrió con entusiasmo sus ojos a la espera de las sorpresas de un nuevo día. Nomás despertar noto un cosquilleo y una sensación húmeda que provenía de su parte baja, levanto un poco la sabana que lo cubría y fue recibido por una bonita mirada ámbar que lo observaba como si fuera su mundo entero.

-Veo que despertaste temprano lindura y parece que tienes hambre- Menciona juguetón al ver a su niño engullir completamente su pene erecto

Yuuji hizo un sonido de asentimiento con su garganta el cual provoco un gran suspiro por parte del albino, a pesar de ser tan temprano el chico ya estaba tan necesitado. Satoru retiro por completo las sabanas dejando al descubierto el cuerpo ajeno, lo primero que noto fueron unas orejas de zorro que hacían juego con los mechones rosas así como una larga y esponjosa cola del mismo tono.

Gojo aparto a Itadori de sus piernas y lo atrapo para voltearlo y que su cuerpo quedara en cuatro. No hizo falta palabra alguna por parte del albino, el joven ya se había acostumbrado lo suficiente para saber cómo reaccionar por lo que, simplemente hundió su cara entre sus brazos y levanto sus caderas. Satoru sonrió satisfecho ante lo dócil que se había vuelto Yuuji desde que lo atrapo, alineo su miembro contra esa entrada que lo tenía loco y se hundió lentamente en el apretado calor del pelirosa.

Con el paso de los días Satoru se hizo con el control total de Yuuji, pensó que sería un poco más difícil adiestrarlo pero con el trabajo duro logro la obediencia total del chico.

Ya ni siquiera requería del collar de restricción y nomas deshacerse de él Itadori tomo los rasgos de un zorro, reemplazando por completo sus características orejas y cola de tigre a las que todo el mundo estaba tan acostumbrado.

Tal parecía que Yuuji se había tomado muy enserio las palabras de Satoru cada vez que le decía zorra porque al final literalmente se convirtió en una. El albino lo había entrenado tan bien que ahora su cuerpo, alma y mente le pertenecían exclusivamente a Gojo Satoru.

-Oye tú maldita rata albina- Llama Shoko entrando al apartamento seguida por un alto pelinegro

Los amigos de Satoru eran los únicos que tenían una llave para entrar cuando quisieran y los únicos que sabían dónde vivía.

-Hola- Saluda alegremente desde el sofá como si no tuviera a Yuuji a gatas dándole una mamada

-Haz faltado todo el mes al trabajo- Menciona Suguru viendo la escena con interés

-Cómo puedes ver he estado muy ocupado pero no te preocupes mi regreso será inolvidable- Dice con arrogancia, solo suelta la cabeza del pelirosa cuando siente ligeros golpecitos en sus piernas

-Si tuviera un poco más de valores morales me sentiría mal por él- Menciona Ieri apuntando a Yuuji quien estaba siendo exhibido como un trofeo frente a ellos

-De que hablas? Lo trato bastante bien, amo a Yuuji y el me ama a mi verdad?-

-Sí sí sí, amo a Satoru lo amo lo amo mucho, Satoru te amo- Responde inmediatamente sentándose a horcajadas sobre su regazo y moviendo ligeramente su cola

Gojo solo puede sonreír ampliamente por ese entusiasmo por parte de Yuuji así que toma su rostro con ternura y lo besa escuchando un gemido que delataba lo necesitado que estaba. Mientras tanto Shoko y Suguru solamente miran con bastante lastima a Itadori que era incapaz de negarle nada a ese pervertido.

Por un momento pensaron que tal vez había sido un gran error atrapar a Yuuji y entregárselo al enfermo de Satoru, sin embargo, no dijeron nada porque igual y ya no se podía remediar el daño. El niño estaba roto, moldeado a los retorcidos gustos del albino.

Una delgada línea entre el bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora