Irene
- ¡Irene, baja a cenar! – oí que me gritaba mi hermano.
- ¡Un minuto y bajo!
Entre al baño para lavarme un poco la cara y despejarme. Menudo día llevaba, había pasado más tiempo dormida que despierta. Cogí mis pantalones cortos de mi pijama y la sudadera de manga corta juego y bajé a cenar.
- Por fin baja el lirón. Yo pensé que sólo invernabais en invierno, pero al parecer me equivoqué.
- Y yo pensé que debajo de esos pelos de chulito había un cerebro, pero al parecer yo también me equivoqué. – repliqué con ironía
- No te metas con mi pelo. – respondió dirigiéndome una mirada asesina.
- Lo que tú digas Andrés. – Contesté sacándole la lengua. – ¿Bea y Roberto?
- Han salido a cenar fuera. – la forma en que lo dijo y la sonrisa que puso me indicaron que nuestros "cuidadores" no habían salido sólo a cenar.
- Así que... ¡Roberto por fin se ha lanzado! – chillé entusiasmada.
- Sí hermanita sí. – asintió mi hermano. – Así que esta noche estaremos solos. A propósito, he quedado con unos amigos en la casa de Sergio. Han montado una fiesta en su chalet. ¿Quieres venirte? Seguro que Sara y las demás estarán encantadas de verte.
- No sé... Además acabo de llegar y tengo que deshacer la maleta y todo.
- ¿Desde cuándo eres tan trabajadora? Además está tu mejor amiga... y tu mejor amigo. – Dijo guiñándome un ojo.
- ¡Andrés! – Grité poniéndome roja. – ¡Bruno y yo solo somos amigos!
- ¿Y quién ha dicho nada de Bruno?
Mis mejillas se tiñeron más de rojo todavía. Mi hermano era realmente insoportable cuando quería. Bruno y yo llevábamos juntos desde que nacimos, era mi mejor amigo. Mi confidente en todo, pero hasta ahí. Él tenía novia y a mí no me interesaba como algo más que amigos. No me interesaba ningún chico, ni el amor ni nada por el estilo. Que nos hubiésemos mantenido en contacto durante todos estos años era simple y llanamente porque habíamos crecido juntos y era como un hermano para mí.
Mi indignación se notó bastante, porque mi hermano empezó a desternillarse de risa.
- Que era broma tonta. Ya sé que solo sois amigos. Además ya sé que no volverás a interesarte por ningún chico, pero Irene no puedes...
- Eso es asunto mío. Andrés por favor no te metas. – le corté. Era mi hermano, pero había terrenos por los que ni él podía pisar.
- Bueno vale, como quieras. Solo te digo que la oferta sigue en pie. Luego no digas que no te llevo de fiesta. Y ahora a cenar, que si tú no quieres salir yo sí lo voy a hacer.
El resto de la cena discurrió tranquilamente (bueno, todo lo tranquilo que puede ser siendo una Ortega) entre conversaciones y continuos piques por parte de ambos. Y cómo no, al final decidí ir a la dichosa fiesta.
Las ganas de ver a Sara y Bruno eran más grandes que las de quedarme en casita deshaciendo la maleta.
Me miré y remiré en el espejo. Teniendo en cuenta que era una fiesta "de ricos" por así decirlo, no iba muy elegante, pero era mi estilo y eso era sagrado. Me vestí con mis shorts vaqueros hasta la mitad del muslo y los combiné con una camisa de manga larga pero finita que se ataba por encima de la cintura, y mi inseparable chaqueta vaquera. Escogí unas Convers altas y me cepillé el pelo para que pudiese llevarlo suelto. Me apliqué un poco de brillo y la raya, y di por terminada la "sesión de belleza".
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In Thousand Pieces
Novela JuvenilCon el corazón roto pero decidida a rehacer su vida, Irene vuelve a Barcelona para terminar el bachillerato. Intentará superar la horrible experiencia que la impulsó a abandonar su hogar. Encontrará nuevos amigos, se topará con nuevos retos, nuevas...