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24 de Junio de 1985

No sé qué hora es, lo único que sé es que no he dormido nada. Dormir se me dificulta muchísimo cuando estoy fuera de mi casa, supongo que es porque no me acostumbro a la almohada. Soy muy maniática. Como yo no tenga mi almohada para dormir, me tiro toda la noche en vela. Y eso precisamente no me hace mucha gracia porque luego parezco un zombie andante. Detengo el Walkman causando que la cinta de Iron Maiden deje de sonar. Suspiro cansada y me levanto de la cama. No sé qué hacer con mi vida. Esto es una mierda. Paso por al lado de las zapatillas de estar por casa y me acerco a la ventana. Quedan unos pocos minutos para que amanezca. Es la primera vez, y la última, que voy a presenciar algo así.

Abro el cristal de la ventana y me siento en la repisa de piedra que hay. Doblo las rodillas y apoyo mi espalda en la pared. No quiero mirar hacia abajo porque no está muy alto, así que no tengo porque tener miedo a estar aquí sentada. Una bandada de pájaros pasan delante de mí mientras pian alegremente y mueven sus alas energéticamente. Los primeros rayos de sol salen e iluminan la preciosa vista que tengo delante de mi. El cielo está despejado y en color naranja porque el sol está saliendo lentamente. Apoyo mi codo en mi rodilla y contemplo el maravilloso momento. Es la primera vez que veo un amanecer sin ser obligada o algo por el estilo.

Cuando el sol termina de salir de detrás de la montaña, entro en la habitación de nuevo. Bien, creo que es hora de vertirse y empezar a peinarse. Me acerco al armario de madera y abro las puertas lentamente. A esto le vendría bien un cambio, pues las puertas chirrían un poco bastante. Saco unos vaqueros largos azules oscuros, pues aquí hace frío, y una camiseta blanca con rayas azules de manga corta. Saco mi chaqueta de cuero negra y me la pongo. Supongo que saldré a comprar el pan después de desayunar. Me siento en la cama y me pongo mis calcetines negros con puntos blancos. De debajo de la cama saco mis botas negros con un poco de plataforma. Me las pongo rápidamente y me levanto de la cama.

Salgo de la habitación evitando hacer ruido porque sino me matan. Pulso el interruptor con cuidado y la luz del baño se enciende. Menos mal. Menos mal. Entro y cierro la puerta con cuidado. Me miro en el espejo y no tengo el pelo tan mal. Se puede mejorar, pero no está tan mal como otras veces. Saco el cepillo del cajón y empiezo a desenredarme el pelo con cuidado. No me gusta peinarme cuando estoy recién levantada porque se me hacen insoportables los tirones del pelo. Dejo el cepillo en el cajón y me hago una coleta alta. Abro el grifo me humedezco un poco las manos. Las paso por mi cabeza haciendo que los pelos que se quedan sueltos se fijen en la cabeza. Menos mal. Abro un armario, que está junto al espejo, y saco un bote de colonia. Me pongo un poco y la guardo en su sitio.

—Buenos días— Lidia entra en el cuarto de baño con su cara de zombie y me río. Parece algo malo. Se baja la parte de abajo y se sienta en el váter a hacer sus necesidades. La confianza da asco ya. Tomo mi cepillo de dientes y le pongo pasta de dientes. Me lavo los dientes ahora porque así me quito el mal olor que tengo en la boca cuando me levanto—. ¿Vamos a salir a dar una vuelta por aquí?

—Sí— hablo como puedo y sigo cepillandome los dientes. Escupo la espuma en el lavabo y enjuago el cepillo. Me enjuago la boca y escupo toda la espuma que tengo en esta. Cierro el grifo y me seco con una toalla. Ella termina de hacer sus cosas y se sube la ropa. Ambas salimos del cuarto de baño, pero yo apago la luz. Vamos a la cocina y la luz ya entra por la ventana. Lidia cierra la puerta con cuidado y yo abro la nevera. Miro a la puerta y saco dos panteras rosas. Nuestro desayuno ideal. Cierro la puerta del frigo y empezamos a desayunar—. ¿Qué se supone que quieres hacer esta tarde? Si este pueblo está muerto. Solamente hay señoras mayores. Bueno, y cinco adolescentes que son amigos entre ellos.

Somewhere Only We KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora