¿Por qué? 2/2

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Sip. Definitivamente se estaban besando. Y ella lo estaba disfrutando.

Steve se quedó pasmado durante lo que pareció una eternidad.
Billy acariciaba los antebrazos de la chica con suavidad. Su cintura. Al menos eso alcanzó a percibir antes de chocar mirada con él, cosa que lo hizo entrar en pánico, aunque su expresión facial era más indignada que nada.

El rubio interrumpió el beso con la chica para dedicar su completa atención y sonrisa burlona a el chico castaño que lo observaba en medio del pasillo.
Su repentina indiferencia hizo que la acompañante voltease también, siguiendo la mirada de Billy.
Ahora parecía nerviosa.

–Ah- Steve...

Steve sentía que el corazón iba a reventarle en cualquier momento.
Apartó la mirada de los ojos de Billy para mirar a la chica con reproche. Se notaba decepcionado.

–Mierda.

Fue lo único que dijo, posteriormente siguiendo por el pasillo a paso rápido. Como si quisiera evitar respirar el mismo aire que ellos a toda costa.

–¡Steve!– intentó sujetarlo del brazo, pero Billy la sujetó a ella primero, mirándola posesivamente.

–¿Quién es él?

Fue lo último que alcanzó a escuchar Steve antes de alejarse lo suficiente como para poder escuchar únicamente la pesadez de sus pasos.

Abrió la puerta de un baño cercano de un manotazo agresivo. Una vez dentro se llevó las manos al cabello, frustrado.

¿Ni siquiera sus citas de hace semanas podían serle leales? ¿Qué seguía después?

–Mierda, mierda, mierda...– pateó la puerta de uno de los cubículos, sintiéndose traicionado e importándole un carajo si su grito se había escuchado por todo el baño.

Recargó ambas manos en uno de los lavabos, mirándose al espejo.
Un mechón de cabello colgaba sobre su frente.
Después de segundos contemplando el –según él– rostro del fracaso, azotó ambas manos sobre el lavabo y gritó.

–¡Que se joda Billy hijo de puta Hargrove!

Para éste punto, ya no lo estaba juzgando, sino que directamente lo odiaba. No le importaba si apenas se lo había encontrado un par de veces de lejos. Lo odiaba. Y punto.

Una sombra por el rabillo de su ojo lo sacó de sus pensamientos.
Venía del cubículo que pateó hace un instante y, claro, la puerta de esa cosa no se había abierto. Tenía el seguro puesto por dentro...

... alguien estaba ahí dentro con él. Lo había escuchado gritar, maldecir, golpear cosas como un crío haciendo una rabieta. Ahora sentía vergüenza y curiosidad al mismo tiempo.

Comenzó a acercarse lentamente hacia el cubículo, intentando no hacer ruido. Espió a la distancia el hueco de debajo de la puerta, buscando pies o sombras. Se acercó un poco más, estando a punto de poder mirar dentro del cubículo...

–¿Que yo qué?

<<Esa voz>>

Steve volteó en cuanto escuchó esa voz, seguida de el sonido de la puerta del baño cerrarse... con seguro.

–Así que tú eres el famoso Steve Harrington– sonrió Billy, acercándose con lentitud y superioridad a su presa–. No pensé que los millonarios usaran ese vocabulario.

Steve retrocedió, mirando de arriba a abajo a Billy. Y era enorme. Intimidante. Directo.

Steve permaneció en silencio.

–Steve...– canturreó la voz de Billy–... contéstame.

Ya había olvidado qué se supone que le habían preguntado. Siguió retrocediendo y evitando decir algo lo más que pudo, hasta que su espalda topó con pared.
Bastó con un segundo en el que volteó a ver la pared para que al volver la vista al frente Billy ya estuviese ocupando todo el espacio frente a él.
Sentía que le estaba dando taquicardia.

–Te hablé...– colocó la palma de su mano sobre la pared pesadamente, reanudando su frase después –, Harrington.

Steve tuvo la oportunidad de escanear más de cerca al rubio, apenas más alto que él. Unos cinco centímetros.

Sus brazos eran anchos al igual que su pecho y cadera, pero su cintura era curveada hacia adentro, dándole un aspecto delgado y fuerte.

Olía a perfume barato, aunque no desagradable.

<<Cítricos>>


Pensó, desviando la mirada a la mano que estaba en la pared.

No sé dejaría someter por un idiota como Hargrove.

–Si, me hablaste. ¿Qué hago? ¿Te aplaudo?

Dedicó una mirada retadora a Billy. Y éste le sonrió, lengua entre dientes, jugando con su textura.
Una mirada cínica y amenazadora.
Steve resistió las ganas de cobardear. No era momento de demostrar debilidad.

–No me hables con ese tono, Harrington. Después de todo...– se acercó a la mejilla del castaño, haciendo ronronear su voz–...ella me eligió a mí. Yo no la obligué a nada. Ella decidió reemplazarte conmigo. Ella sabe que soy mejor que tú.

La respiración de Steve se tornó pesada. Sintió escalofríos con la voz de Billy tan cerca, además pudo apreciar el aroma de su perfume mucho mejor y sintió náuseas teniéndolo tan cerca. Al chico que lo dejaría sin nada si no hacía algo al respecto.
Así que haría algo al respecto.

Lo empujó con fuerza para alejarlo de su espacio personal, luciendo enojado. Fue lo único que hizo. Lo último que quería era meterse en problemas por una pelea innecesaria con ese imbécil.

–Cierra la boca, mald...– las dos pesadas manos de Hargrove sobre su pecho interrumpieron su frase, tomándolo del chaleco con agresividad.

El rubio lo miraba con ojos hostiles. Depredadores. Su rostro se deformaba en furia pura, y estaba a punto de matarlo a golpes, pero, por suerte –para Steve– ambos escucharon cómo una de las puertas de los cubículos se abrió de golpe y alguien salía corriendo a toda prisa de aquel baño.
Billy apenas había alcanzado a voltear, pero Steve logro ver unos tennis blancos y un pantalón de mezclilla correr fuera de ahí a tropiezos.

Steve notó la mirada de Billy regresando a él, amenazante le ordenó.

–No te muevas de aquí, Harrington.

Para luego soltarlo de un azote contra la pared e ir detrás de aquel intruso que ya había escuchado absolutamente toda la discusión.

Por fin pudo relajarse, exhalando un suspiro tembloroso de alivio.
Ahora respiraba como si le faltase el aire. Estaba realmente asustado.

Nunca se había metido en problemas con alguien como Billy, pero no hacía falta ser un genio para saber que tenía que evitarlo a toda costa. Así que, desobedeciendo la orden y aprovechando el momento, salió corriendo también del baño hacia cualquier otro lugar de la escuela en donde no pudiese encontrarse con Billy de nuevo.

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El reflejo perfecto || Steddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora