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Sanzu había logrado que Manjiro estuviera tan satisfecho como para correrse dos veces. Pero... Él aún no se había venido.

-¿Q-qué mierdas piensas hacer? No puedo más, y también más tarde tengo una- ¡¡UHG!!. - Sanzu no dejó que termine su oración, le había metido nuevamente su pene, lo embistió con tanta fuerza, que hizo que Manjiro arqueó su torso.

- Tú... Maldito idiota. Pequeña mierda, ¿cómo te atreves a hacer eso?. - Se reincorpora después de esa fuerte y profunda embestida de Sanzu, molesto porque el idiota no lo dejó terminar.

- Cállate. - Dijo Sanzu. - Yo aún no me he venido así que... Has que tu maldito dueño se corra en tu culo de perra. - Acercó una mano y jaló fuertemente su pelo blanco, acercándolo a su persona, viéndolo fijamente a los ojos.

La mirada de Sanzu representaba lujuria, ansias, deseo de aún más. No le importaba si Manjiro iba a llegar tarde a su reunión, sólo quería seguir cogiendo con él hasta que se desmaye; y que de su pequeño trasero derrame su semen.

Con brutalidad, lanzó nuevamente a Manjiro sobre la cama, agarró su pierna derecha y la alzó. Manjiro tenía una gran flexibilidad, es decir, ése hermoso peli-blanco desde muy pequeño se encargó de perfeccionar las artes marciales, siendo uno de los mejores, más poderosos y, hasta éste momento; esa flexibilidad aún era parte de sí mismo.

Sanzu teniendo el bonus de lo flexible que es Manjiro, se le hace cómodo y excitante el poder estirar las extremidades de él hasta cierto punto, punto que era el difícil de encontrar.

Manjiro tenía la vista no en Sanzu, sino en su alargado y grueso pene, nunca se había fijado en eso y justo ahora se estaba fijando. ¿Siempre había soportado eso? Era de un tamaño que casi nunca había visto a comparación de sus otros acompañantes sexuales.

Sanzu agarró su propio pene, y empezó a frotar la punta por el agujero de Manjiro, el cual estaba todo rosado e hinchado de lo duro que Sanzu es a la hora de tener sexo. Mikey pensó que su perro estaba jugando y empezando a ser "gentil". Pero justo cuando se estaba preparando para quejarse...

Ssnzu lo embistió con tanta fuerza, una fuerza que era la que fue la que más recalcó hasta hora en todas las veces que tuvieron sexo. A Manjiro le encantó, sus piernas se retorcían, pero Sanzu no dejaba que esas se movieran. Se aferró fuertemente a las sábanas con sus manos, y una de ellas la puso justamente en su rostro, ocultándolo.

Eso le disgustó a el de cicatrices, así que le quitó a la fuerza su mano del rostro. Después de eso, le dió una cachetada.

- Pequeña escoria. ¿Te di el permiso de taparte tu rostro? Quiero verte ése sonrojo que tienes, quiero ver tu vista nublada. - Dijo Sanzu mientras empezaba a dejar un camino de besos y marcas por el abdomen de su amo.

- Perdóname, Sanzu. Perdóname, no me hagas nada, te lo ruego. - ¿Y ése cambio de personalidad tan arrepentino de dónde salió? Si hace un tiempo se estaba quejando que tenía que ir a una junta con Kokonoi. La bipolaridad de Mikey era impredecible, ahorita puede estar molesto pero después, es todo un sumiso.

Haruchiyo es completamente incapaz de hacerle algo a Manjiro, no tenía el valor de hacerle algún mal a su rey. Siempre iba a estar a favor de su Dios, dispuesto a trabajar lo que él le ordene, si es de su parte; hay que estar seguros que Sanzu lo hará sí o sí.

Algunas veces él no sabía que algunos de sus actos era parte de desobedecer a su rey. A la cual cuando Manjiro se enteraba de eso, se encargaba de castigarlo como se debe.

Ése Akashi era la única persona que quedaba en su vida, que quedaba a su lado, y no estaba dispuesto a perderlo. Si tenía que acabar con alguien o algo para que él se quede bajo su merced. No cabe duda que Manjiro no lo pensaría dos veces y haría lo que debe de hacer para que él se quede siempre a su lado. No lo quería perder.

¿Soy tuyo? Mikey x Sanzu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora