Capitulo 16

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Enoch expresó sus sentimientos internos como un pecador que se ha confesado delante del sacerdote.

—Incluso de niño, cuando competía ferozmente con mis hermanos, y cuando perdía a los míos en el campo de batalla, nadie me decía 'esta bien, así que para'. Quizás necesité esas palabras.

Escuché su confesión en silencio.

Margaret era muy consciente de lo difícil que era para Enoch ascender al trono del Principe Heredero.

Hasta ahora, Enoch no había tenido tiempo para descansar. Y no había nadie que le consolará, preguntándole si lo estaba pasando mal y diciéndole que no pasaría nada si lo dejaba.

Además, sufrir las secuelas de la guerra era también una especie de trauma, y no había nadie que le ayudará.

—Cómo dije antes, fue un ataque que se produjo tras el final de la guerra. Tengo fuertes recuerdos de la perdida de tantos compañeros en la batalla de Romalizan, así que cuando veo sangre, me vuelvo loco. Pero no pasa nada si es una herida pequeña.

Parece que su botón de convulsiones no está presionado por una pequeña herida. Eso es un alivio.

—Creo que, si hubiera alguna palabra que pudiera controlar mis ataques, serían las palabras que dijiste antes.

Sentí que había escuchado algo que no debía.

'Nadie sabe que un hombre tan perfecto quiere que alguien lo controle'.

En la historia original, Joanna resolvía este problema con amor físico, pero ahora que lo veo, parece que no era una solución de trauma fundamental.

Le pregunté: —Es bueno tener 'palabras de control'. Te ayudaré, pero si estás en una situación en la que es probable que veas sangre, tienes que evitarlo. ¿De acuerdo?

Enoch asintió.

—Lo siento.

—Deja de decir eso. No es tu culpa.

Ante mis palabras, Enoch volvió a cerrar la boca con cara de culpabilidad.

Dejó a un lado la varilla de madera rota y rebuscó despreocupadamente en el botiquín que tenía a mi lado.

—¿Qué tipo de medicina se pone en un moretón?

¿Medicina para los moretones? ¿Había más lugares en los que te habías hecho daño? Me apresuré a rebuscar en el botiquín y saqué la pomada. Iba a decir que me la aplicaría, pero me quito la pomada de la mano.

—Mirándolo de nuevo, es una medicina de aspecto extraño.

Después de que Enoch mirara el ungüento y murmurará, se sentó sobre una rodilla frente a mí. Luego abrió la tapa y tomó el ungüento con los dedos, y me tendió la mano.

Me sobresalté y eché la cabeza hacía atrás, Enoch estrechó la frente.

—¿Por qué, por qué?

—No crees que necesitas aplicar algo de medicina aquí también?

Enoch puso ungüento en mi mejilla.

La cara de Enoch estaba tan cerca que contuve la respiración sin darme cuenta.

Al contrario de lo que ocurre con la aproximación brusca, el roce de la mano sobre el hematoma fue muy cuidadoso y bastante suave.

De hecho, no era una pomada para moretones, pero no me atreví a decirlo en voz alta. Porque Enoch parecía estar muy concentrado en este acto.

Por alguna razón, pensé que no debía romper está atmósfera.

La verdad, no puedo decir que no me interese. Con un rostro tan apuesto frente a mí, ¿Cómo no admirarlo?

La Villana Atrapada En Una Isla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora