Era un día nublado, en el cual la noche estaba a punto se caer. Con esta descripción, una persona normal pensaría que todo está correcto, pero, al contrario, el mundo se está acabando poco a poco.
En un lugar del mundo, existe pueblo poco conocido llamado Mandela. En el cual, existe una infección la cual convierte a las personas unos seres llamados "Alternos". La única misión de estos en el mundo, es acabar con la vida de otros supervivientes, y propagar la infección mencionada anteriormente, tomando la forma de seres queridos, conocidos, o personas completamente diferentes.
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Mark Heathcliff, un chico de pelo negro y estatura promedio, había salido de su casa, para ir a la de su vecino César Torres, el cual le había pedido un favor. Este le pedía a Mark prender las cámaras que estaban en la casa de, a lo cual Mark había aceptado.
Mark, al igual que toda la zona, sabía de la existencia estos alternos, pero no le dio mucha importancia al asunto, pues su casa estaba al lado, y lo único que tenía que hacer, era prender unas simples cámaras, nada que le pudiera tomar más de 5 minutos, por lo que el se sentía completamente a salvo.
Había prendido 3 de las 4 cámaras, quedando la que le faltaba en el sótano. A Mark nunca le había gustado el sótano de César, pero era un trabajo de unos pocos segundos, por lo que no tenía problema alguno en bajar ahí. El pobre Mark no sabía que desde las sombras de una esquina, había alguien mirándolo fijamente.
Las cámaras ya estaban encendidas. Mark estaba a punto de volver a su casa, cuando se empezó a sentir observado. Miro a sus alrededores, y al no ver a nadie, la preocupación llegó, pues fácilmente podía ser un alterno.
El chico de pelo negro salió corriendo con dirección a su casa, y al llegar, lo primero que hizo fue cerrar las puertas y ventanas bajo llave. Por más que mirara afuera discretamente, no podía ver a ninguna persona o alterno, por lo que se comenzó a calmar, y sentir seguro.
Subió las escaleras con dirección a su habitación, y se alistó para dormir, pues la noche había llegado. Cuando estaba a punto de dejar caer su cabeza en la almohada, escucho pasos en el piso de abajo. Estaba claro, alguien había irrumpido en su casa.Bajo de la cama, y pegó su cabeza a la puerta, con intenciones de ver que podía escuchar a través de esta. Se escuchó como aquellos pasos exploraban cada rincón de la casa de Mark, hasta que se detuvieron frente a la escalera.
— “¿Donde estas Mark? Sé que estas por algún lado . .” Dijo la voz a la que le pertenecían aquellos pasos. Mark no tenía duda alguna, aquella era la voz de su vecino, César.
¿Como podía ser esto posible? César estaba en el hospital, cuidado de su madre, era imposible que haya llegado tan rápido . . A no ser, que ese se tratará de un alterno.
Mark hizo lo primero que se le vino a la mente. Intentando hacer el menor ruido posible, se puso de rodillas, y se recargo contra la puerta. Su habitación no tenía ninguna ventana, y si intentaba escapar llegando a la puerta principal, era hombre muerto.
Nuevamente se empezaron a escuchar pasos, y esta vez estaban subiendo las escaleras. Después de unos minutos, todas las habitaciones de el segundo piso se encontraban exploradas, menos la suya, pues era la última en el pasillo. El alterno lo tenía claro, ahí es donde Mark se estaba escondiendo.
Este empezó a golpear la puerta sin detenerse, con intenciones de abrir la puerta. Gracias a que Mark estaba recargado en esta, le era imposible para el alterno abrirla.
Mark llamo a las autoridades, como se le había a cada habitante hacer en caso de que se toparán con algún alterno. Las autoridades le informaron a Mark que estarían ahí en unos cuantos minutos.
Los minutos se convirtieron en horas, y aquellas horas en un día. . Dos. . Tres. . Cuatro. Pasaron exactamente 4 días antes de que Mark perdiera la fé exactamente. El chico estaba harto. Nadie fue a salvarlo. Lo iban a dejar morir.
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~ La llegada de un nuevo alterno. ~ || Mandela Magazine || Fanfic ||
Fiksi Penggemar- "¡Uh oh! ¡Mala desición Mark!", Fue lo último que Mark Heathcliff escuchó, antes de cerrar los ojos, y quedar inconsciente.