04. Cuando muera solo...

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           Sus labios se curvan en una muy pequeña sonrisa cuando ve a dos niños correr detrás de un perrito, sus papás corriendo detrás de ellos mientras intentan detenerlos

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Sus labios se curvan en una muy pequeña sonrisa cuando ve a dos niños correr detrás de un perrito, sus papás corriendo detrás de ellos mientras intentan detenerlos.

—Chiquillos traviesos —susurra con una cálida sonrisa.

Dos golpes en la puerta lo traen de vuelta a la realidad, cree saber de quién se trata, después de todo no era tan difícil, no cuando estaba en... Ese lugar. La puerta se abre, rechinando en el trascurso.

—Señor Hwang... Es hora de irnos.

—Ya estoy yendo, Heeseung.

Hyunjin se mueve con delicadeza hasta el otro lado de la habitación, Heeseung le sonríe y lo ayuda a llegar hasta el ascensor. Cuando llegan a la planta baja, un taxi los espera afuera, Hyunjin casi ríe al ver de quién se trataba.

—¿A caso robaste el taxi? —pregunta jocoso.

—No, ¿Cómo podría hacerlo? Ya estoy viejo para esas cosas —Changbin ríe y se apresura, al menos lo máximo que su cuerpo lo deja moverse, y abre la puerta trasera—. Veo que aquí realmente te están cuidando bien, eh.

—Sí —Hyunjin mira a Heeseung y ríe—. Es nuevo, pero me ha sacado de varios apuros. Es un buen chico.

Ambos se adentran al vehículo y Changbin enciende el motor. Mientras avanzan entre el tráfico, Hyunjin se queda mirando a las personas que cruzan por la vía pública. Todos, por alguna extraña razón, le traen recuerdos de esa juventud que vivió junto a su hermoso niño pecoso, aquella que vivió solo y aquella que vivió junto a él después de que regresó.

Heeseung y Changbin se ríen de algo que el ahora canoso Hyunjin no logra escuchar, pero sabe que es algo que probablemente lo involucra a él.

El taxi se detiene, y con el su corazón. Su sonrisa disminuye, pero inmediatamente se regaña y vuelve a su antigua expresión. Heeseung sale del taxi y lo rodea para poder abrirle la puerta, lo ayuda a bajar y cierra la puerta.

—¡Hasta pronto, señor Bin!

Changbin saca la cabeza por la ventana y los mira.

—¿Seguro que no quieres que me quede? —Hyunjin niega—. Está bien. Mañana por la tarde vendré a recogerlos.

Hyunjin asiente y Heeseung comienza a llevarlo dentro. El jardín sigue igual que la última vez que estuvo ahí, desde fuera puede escuchar las voces de aquellos quienes fueron los amigos de Felix.

Felix... Lo había extrañado mucho.

Cuando Heeseung lo ayudó a entrar, dos niños se acercaron a él y lo tomaron de la mano, Hyunjin casi se suelta a reír cuando uno de ellos se tropezó.

—Jisung, no vuelvas a correr, puedes caerte. —La joven se volteó hacia él y le sonrió con nostalgia—. Tres días sin verte... Papá.

Hyunjin sonrió inconcientemente y extendió sus brazos hacia la chica de melena larga, quien se acercó a él y lo abrazó, teniendo cuidado con no reventar los cables que llevaban oxígeno a los pulmones de su padre.

Hyunjin se separó de ella y le pidió a Heeseung que lo dejara, el podía continuar su camino. Lentamente avanzó hasta la sala, su corazón comenzó a latir con fuerza conforme se acercaba al ataúd que estaba en medio de la sala. Suspiró profundamente y usó la poca fuerza que tenía para levantarse de su silla de ruedas, tomó el bastón que estaba atado a su silla y se apoyó sobre el.

—Felix —susurró cuando bajó la mirada hacia el ataúd—. Mi bonito, creo que otra vez he llegado tarde. Lamento demorar mucho, me estaba despidiendo de los demás, también estaba terminando de arreglar unas cosas. No quería irme sin resolver lo de la casa.

Las lágrimas se deslizaron a lo largo de sus arrugadas mejillas, Hyunjin casi se ríe ahí mismo, pero sabía que era inapropiado.

—Lo siento. Estaba recordando el día que nos casamos, cuando Binnie y Minnie dijeron que si volvías a hacerme llorar te iban a rapar el cabello para después venderlo al mercado negro. Estoy seguro de que Minnie te está jalando de la oreja ahora mismo.

Hyunjin sintió que le jalaban su pantalón, bajó la mirada y se encontró con Jisung, su pequeño nieto. Se agachó lo que pudo y lo cargo con delicadeza.

—Abu Fefi.

Jisung tenía ya dos años, aún estaba comenzando a hablar.

—Sí, abuelo Felix. —Sus ojos se iluminaron, Jisung se parecía mucho a su mamá—. ¿Lo vas a extrañar? El abuelo Felix te va a extrañar mucho, pero también va a cuidarte... Desde donde quiera que esté, él te cuidará. Al igual que yo. Cuando me vaya, te prometo que te cuidaré desde donde esté.

Volvió su mirada hacia el ataúd y sonrió.

—La vida te regaló un nacimiento, un divorcio y una boda. A mí me dió un nacimiento, una boda y una pérdida. Ahora que me doy cuenta, me hiciste ver la muerte de una manera diferente. Espero que cuando llegue contigo no estés molesto por la demora.

Más tarde, cuando Heeseung, el médico aprendiz que solía cuidarlo en el hospital, lo llevaba a su dormitorio, Hyunjin pudo notar que las demás habitaciones estaban cerradas. Por lo visto nadie había estado durmiendo ahí. Pero era de esperarse, después de todo sus hijos también habían hecho su propia vida.

Después de acostarse, Hyunjin se quedó observando el techo de la habitación en la que estaba, aquella que había compartido con Felix hasta el día de su muerte.

—Siempre llegamos tarde, Felix... Pero hoy, después de que muera solo, te prometo que llegaré a tiempo. Y si no lo hago, no te enojes conmigo, después de todo ya estoy viejo y no puedo correr.

Si bien durante un tiempo pareció que ambos llegaron tarde en la vida del otro, no fue así, porque todo se dió en el tiempo correcto.

Y a la mañana siguiente, cuando Hyunjin se había ido, sólo quedó el recuerdo de una persona que vivió feliz hasta el último minuto de su vida.

Éste fic está basado en la canción Cleopatra de The Lumineers.
      

Tus huellas (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora